Doce años: Chapter 9

Published Jan 14, 2013, 11:26:08 PM UTC | Last updated Jan 27, 2014, 11:10:39 PM | Total Chapters 16

Story Summary

Writen in spanish. SasuNaru. AU. Naruto es padre de Kyoko, y desde que su esposa Hinata murió se ha empeñado en criar a su hija de la mejor forma que puede, aun cuando Kyoko llega llorando de la escuela y acusa a un tal Kei Uchiha de hacer su vida miserable.

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Chapter 9: Chapter 9

Fandom: Naruto.

Calificación: mayores de 14 años.

Género: yaoi, drama, humor.

Declaración: el concepto y la idea original de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: todo tranquilo.

 

 

Doce años

Capítulo 9

-…-

por Hikari Shiroki

 

-…-

-…-

 

 

—... y es por eso que no dejaré que papá vuelva a casarse.

 

Kyoko, Kei y Sasuke se encontraban en el auto de este último camino a la casa Uzumaki a toda prisa. Kyoko, la hija de Naruto, había estado explicando las razones para boicotear la cita de su padre y las que tuvieran lugar en el futuro a Sasuke durante todo el viaje de vuelta. Después que la cita de su padre saliera corriendo (presumiblemente a una estación de bomberos) y que Kyoko junto con Kei se encargaran de hacer a un lado al Uchiha mayor mientras Naruto se retiraba del restaurante a su vez, Sasuke había entrado en modo de control de daños y les había pedido una explicación. Kei había mirado responsablemente y en silencio a Kyoko y esta había empezado con su historia.

 

A Kei le parecía que Kyoko no había tomado una mala decisión. A él también le molestaba pensar que su padre comenzara a comportarse como su tío Sasuke y saliera con una mujer diferente cada semana. Especialmente porque si llegaban a concretar una relación seria surgirían los consecuentes problemas de repartición de bienes y económicos que lo perjudicarían cuando él asumiera el poder y la posesión de los bienes que le correspondían. Kei era un práctico joven adulto de doce años, no era de extrañar que pensara así.

 

Por su parte, Sasuke apretaba con fuerza el volante del auto mientras pensaba en qué explicación darle a Naruto sobre la forma cómo se había visto involucrado en la situación. Pensaba que en realidad no era culpa suya. Él simplemente había ido a buscar a su sobrino Kei para su entrenamiento y se había visto lamentablemente arrastrado al medio de las jugarretas de los dos pequeños monstruos. Sí, después de la declaración anterior, Kyoko Uzumaki había entrado en la categoría de pequeño monstruo para Sasuke, y se sorprendía que teniendo tanto en común con su sobrino no se hubieran vuelto aliados desde hacía mucho.

 

Cuando él tenía esa edad, ciertamente, lo menos que pasaba por su cabeza era meterse en los problemas de otras personas. Ya tenía demasiados con los suyos propios, su compromiso forzado, su hermano entrando a la mejor universidad de Japón sin haber terminado aún sus estudios de secundaria, él apenas terminando la primaria. Realmente los niños de hoy en día no sabían cómo ocupar su tiempo en cosas provechosas.

 

Seguidamente detuvo ese hilo de pensamiento mientras se recriminaba a sí mismo por hablar como un viejo acabado. «Los niños de hoy en día…», ¿desde cuándo él era tan adulto como para estarse fijando en lo que hacían pequeñajos con demasiado tiempo libre en sus manos? Él debería estar ocupándose de su propia vida y no devanándose los sesos tratando de encontrar la forma de hacerles entender a dos criaturas de doce años que estaban en serios problemas.

 

Toda la culpa la tenía Itachi, por supuesto, él lo había obligado a ocuparse de Kei desde que tenía ocho años y, en algún momento en esos cuatro años, Sasuke se había comenzado a sentir responsable de su comportamiento. El niño tenía a Itachi de modelo y ya con eso era desastroso, pero además él mismo condescendía a decirle en ciertos momentos que su comportamiento era errado. Ya con eso debería bastarle a la criatura mimada que era su sobrino para darse cuenta que era intolerable. ¿Qué acaso no era un genio como su padre? ¿No podía darse cuenta de algo tan elemental como eso?

 

Nuevamente detuvo ese hilo de pensamiento, Kei era un niño de doce años. Era un genio, era un cínico, era una persona extraña, pero era un niño de doce años. Sasuke no debería estarse impacientando de esa forma con alguien tan pequeño, ya llegaría el momento, cuando fuera adulto, en que podría ponerlo en su lugar de una vez por todas, lo único que le quedaba por hacer en ese momento era dirigirlo.

 

Miró nuevamente por el espejo retrovisor de su auto y sus ojos se detuvieron en Kyoko Uzumaki; con Kei todavía tenía tiempo, libertad y responsabilidad de corregir algo a la larga, pero, realmente, con ella, sí que estaba en un lío.

 

Mientras reflexionaba todo esto y los dos niños guardaban un expectante silencio en la parte trasera del auto, Sasuke se estacionó en la pequeña calle frente al edificio de departamentos de Naruto. Antes de que ambos pequeños pudieran lanzar un suspiro de alivio, sin embargo, Sasuke volvió a dirigirse a ellos.

 

—Tienes que hablar con tu padre y confesar lo que has hecho.

 

La sentencia no fue muy del agrado de los dos pequeños niños en la parte trasera del auto.

 

—¡No puedo hacerlo! ¡Me castigaría un año! —dijo tozudamente la niña Uzumaki, ella conocía a su padre mejor que nadie, y sabía cómo y cuánto podía molestarse.

 

—Además tú no escuchaste todas las cosas horrendas que esa mujer dijo sobre Kyoko —la niña Uzumaki miró a Kei y se sonrojó al escucharlo decir su nombre por primera vez—, se lo merecía.

 

—Con mayor razón —volvió a declarar Sasuke, esta vez razonando que habían cosas en la forma de comportarse de aquella mujer que tampoco eran tan adecuadas para Naruto—. Debes decirle lo que escuchaste y compartir tus temores sobre esto con tu padre —golpeó un par de veces sus dedos sobre el volante con impaciencia después de no escuchar una réplica inmediata.

 

—No... no puedo hacer eso —Kyoko bajó la mirada y se recostó sobre el respaldar del asiento. Su padre estaría muy molesto con ella.

 

Sasuke la miró a través del espejo retrovisor, levantó una de sus cejas esperando que continuara.

 

—Papá estará decepcionado de mí —le dijo con un hilo de voz, casi rogando que no la obligara a confesar su mal comportamiento.

 

—Entonces tal vez no debiste hacerlo —Sasuke seguía golpeando sus dedos sobre el volante impacientemente. La niña parecía entender ahora que había obrado mal, lo único que necesitaba ahora era ser valiente y confesar sus acciones.

 

Sasuke sonrió para sí mismo, no tenía idea que otros niños pudieran ser tan fáciles de entender. Kei, como había pensado, era algo fuera de serie entre ellos.

 

Su sobrino, por su parte, observaba irritado la parte trasera de la cabeza de su tío, lo único visible para él desde su lugar en el auto. Odiaba la forma que tenía de actuar de forma superior a los demás, y odiaba escucharlo juzgando las acciones de otros cuando él nunca se molestaba en explicar las suyas propias. Había tenido que aguantar sus miradas despectivas sobre él mismo por mucho tiempo como para soportarlas en alguien más y, en esa ocasión, la niña Uzumaki tenía razón.

 

—¿Quién te crees que eres para juzgar a otros? —la voz de Kei sorprendió a Kyoko que volteó a mirar a su compañero con los ojos muy abiertos— Todo el tiempo te la pasas mirando irritado al resto. Creyendo que todos actuamos mal y tú estás por encima. ¡Pero nunca te has puesto a reflexionar ni por un momento que tú eres el más equivocado de todos!

 

Sasuke miraba muy quieto el reflejo de Kei en el espejo retrovisor, sus dedos habían dejado de moverse, pero su mirada seguía sin alterarse. El niño solo podía imaginarse lo que pasaba por su cabeza. Pero ahora que había empezado, no sentía poder detenerse.

 

—Solo te preocupas por ti mismo y nunca piensas en lo que los demás sienten o tienen que decir. ¡No tienes ningún derecho a obligar a otros a hacer algo cuando tú mismo no te haces responsable de las cosas que haces! —Kei hubiera podido decir más, pero había una niña en el auto con ellos y eso lo contuvo.

 

Sasuke aguzó un poco los ojos antes de hablar. No parecía en lo más mínimo alterado por las recriminaciones de su sobrino.

 

—¿Terminaste? —Kei apretó los dientes—. Eres un niño y no tengo que explicarme ante ti —sentenció con tremendo descaro, Kei apretó los puños, deseaba darle un golpe—. Si te molesta que opine sobre algo malo que haces, entonces no lo hagas. Fuera de eso no tengo más que decirte.

 

Kei apartó la mirada inmediatamente, completamente irritado, frustrado y a punto de decir muchas cosas que no podía decir porque Kyoko todavía estaba con ellos.

 

Sasuke aún tenía clavada su mirada de águila en su sobrino cuando Kyoko se atrevió a hablar nuevamente.

 

—Lo... lo siento —Sasuke y Kei la miraron de reojo, todavía tensos por la confrontación anterior—. Nunca quise involucrar a Kei en esto, por favor, no te molestes con él.

 

El ambiente del auto comenzó a disiparse en un santiamén. Kyoko parecía sentirse responsable de la pelea entre los Uchiha, y aunque ambos sabían que era algo rutinario para ellos, para la niña debía ser un dilema muy serio, si se tenía que disculpar de tal forma para tratar de evitar que siguieran molestos.

 

Sasuke lanzó un suspiro cansada y se volvió a repetir mentalmente que debía tener más paciencia.

 

—Kei es un problema que resolveré más tarde —le dijo para reconfortarla—. Tú debes ir a hablar con tu padre.

 

Kyoko bajó la mirada y volvió a guardar silencio; claro, todavía tenía que hacer eso.

 

—Si no te apresuras, llegará a casa y te encontrará aquí.

 

La niña escuchó las palabras de Sasuke y asintió algo amedrentada antes de inclinarse y abrir la puerta del auto. Cogió su bolso y comenzó a caminar a su edificio de departamentos. Estaba asustada por lo que tendría que decirle a Naruto y un poco intimidada por la compañía de los Uchiha. Kei era tan serio que imponía el temor en sus compañeros, pero Sasuke Uchiha era verdaderamente terrorífico. No se imaginaba cómo Kei había sido capaz de hablarle de esa forma.

 

—Oye —Kyoko retuvo el suspiro que estaba a punto de lanzar. Se giró lentamente para ver al tío de Kei mirándola desde su auto, el cual había detenido justo a sus espaldas dando el giro para salir de ahí—. No tengas miedo. Naruto lo entenderá —quería agregar, porque es Naruto, pero se detuvo a tiempo. No sería lo más adecuado dejar en exhibición sus propios sentimientos, Kyoko podría ser capaz de hacerle algo a él también.

 

La pequeña se quedó mirando el auto alejándose y no se movió aún después de que se hubiera perdido de vista. ¿Qué había sido eso?, se preguntó durante todo el ascenso a su departamento.

 

-...-

 

Kei estuvo muy callado en la parte trasera del auto. Había cruzado ambos brazos sobre su pecho y miraba irritado afuera de su ventana. Sasuke no le dijo ni una sola palabra en todo el camino. Pero cuando se encontraron finalmente frente a la casa de Kei, el pequeño Uchiha giró su cabeza hacia su tío, esperando una explicación.

 

Sasuke no tenía ninguna, obviamente el pequeño delincuente no esperaría que siguiera con los planes para esa tarde, después de todo lo que había pasado era completamente ilógico. Bajó del auto y esperó a que Kei hiciera lo mismo. Su sobrino cogió su maleta terriblemente indignado y casi corrió hacia la puerta del elevador esperando que Sasuke se quedara detrás. Lamentablemente no tuvo tal suerte y tuvo que soportar todo el ascenso la presencia de su tío hasta que pudo llegar corriendo a su piso para ir a encerrarse a su habitación. Sasuke lanzó un suspiro cansado. Definitivamente no quería más problemas.

 

Se dejó caer pesadamente en el sofá aún sopesando la idea de informar a Itachi sobre lo que había estado haciendo su hijo.

 

-...-

 

Kyoko había llegado a casa y se había dirigido inmediatamente a su habitación, estaba empezando a poner sus cosas fuera de su bolso cuando escuchó la característica llave en la puerta que indicaba que su padre llegaba a casa. Al poco rato se escuchó un toque en la puerta de su habitación y vio a Naruto asomar su cabeza rubia. El joven padre a su hija calladamente sentada en su cama y le sonrió.

 

—No tienes idea del día que he tenido. ¿Qué tal la escuela?

 

Oh, Kyoko se podía hacer una clara idea del día de su padre. Bajó la cabeza un momento avergonzada.

 

—No fui.

 

Naruto dejó de sonreír inmediatamente. ¿Qué?

 

—¿Qué? —repitió cuando se dio cuenta que su pregunta no había dejado su cabeza.

 

—No fui a la escuela.

 

Naruto estuvo confundido por un segundo, ¿qué era lo que había hecho que su hija Kyoko dejara de ir a la escuela ese día? Aunque no era muy buena en las lecciones, Kyoko no era una de esas niñas que faltaban habitualmente a clases o dejaban de asistir a escondidas de su padre.

 

—¿Por qué no?

 

Kyoko se atrevió a mirar a su padre al rostro, tenía una expresión preocupada pero no estaba enojado. Tal vez podría confiar un poco en que el tío de Kei tuviera razón y confesarle la verdad. Tal vez solo un poco.

 

Lentamente, y sin ser interrumpida —solo el enorme choque de la confesión de su hija le había impedido comenzar a gritar a Naruto— Kyoko le contó a su padre lo que había hecho ese día. No omitió ningún detalle, incluso le contó la conversación en el auto de Sasuke hasta que este se despidió de ella frente a la puerta de su edificio. Y cuando por fin terminó de contarle todo lo que tenía cargando en el corazón, le pidió perdón. Sabía que merecía un castigo ahora. Debía haber ido a hablar con su padre sobre sus dudas y temores acerca de que él saliera con otras mujeres antes de decidirse a tomar las acciones en sus manos. Estaba arrepentida y esperaba que su padre la perdonara.

 

Naruto la escuchó pacientemente hasta el final y cuando terminó le dio un fuerte abrazo.

 

Kyoko estaba sorprendida pero le devolvió el abrazo con fuerza, unas pequeñas lágrimas escapando de los lados de sus ojos. Estuvieron abrazados un buen rato, Kyoko podía sentir el olor a ramen saliendo de la camisa favorita de su padre, pero no le importó. Naruto la separó un poco de su lado finalmente.

 

—Estás castigada —le dijo sin ningún enojo.

 

Kyoko miró a su padre con una expresión perpleja. ¿Eh?

 

Naruto tomó una gran cantidad de aire en sus pulmones antes de continuar.

 

—¡No solo faltaste a la escuela para llevar a cabo tu desquiciado plan, sino que fuiste tú sola a la estación de trenes y estuviste vagando por las calles todo el día! ¡¡No sabes lo peligroso que es eso!! ¡¿No tienes idea el peligro al que te expusiste?!

 

—Pero... papi, no estuve sola... Kei estuvo conmigo, y Sasuke Uchiha me trajo a casa en su auto —interrumpió tímidamente Kyoko, dándose cuenta que no había sido castigada por la mala broma a la cita de su padre.

 

—Eso no cambia el hecho de que estuviste toda la mañana vagando por la calle sin un adulto a tu lado. ¿Qué hubiéramos hecho si te pasaba algo?

 

Naruto estaba enojado, claro que lo estaba. Kyoko había estado en un gran peligro sin que él hubiera sospechado algo. Pero se sentía aliviado por su confesión. Sin poder contenerse la volvió a abrazar. Escuchó una pequeña disculpa antes de que la niña en sus brazos le devolviera el abrazo otra vez. Pero le alegraba que mostrara genuino arrepentimiento por lo que había hecho. Después de su último altercado por lo de Kei Uchiha, Naruto tenía miedo que su hija se hubiera vuelto demasiado testaruda como para mostrar arrepentimiento. Se daba cuenta que Sasuke había tenido mucho que ver en esa reflexión que había producido el cambio, pero deseaba no pensar en él y sus verdaderas intenciones en ese momento.

 

También le había alarmado la forma cómo Kyoko había percibido el rechazo de su compañera de trabajo, en cuanto lo escuchó, Naruto se dio cuenta que había cometido un grave error.

 

—Lamento que escucharas esas cosas —Kyoko estrechó con más fuerza a su padre en su abrazo y Naruto sintió una punzada de remordimiento en su pecho, su hija se sentía triste en verdad—, no debes creer que todas las personas son así.

 

Una mano comenzó a acariciar su cabeza y Kyoko apretó los ojos, en realidad no quería recordar ese momento de la mañana en particular, así que no dijo nada.

 

—Oye —la voz de Naruto se tornó tierna un segundo después, así que Kyoko levantó su mirada hacia la de su padre—, todo está bien. Te entiendo.

 

Quizá en otro momento, Kyoko hubiera pensado que las palabras de su padre estaban lejos de ser reconfortantes, pero en ese instante fueron las que mejor aliviaron las ansias que se habían alojado en su pecho.

 

-...-

 

Por otro lado, en la casa Uchiha las cosas no iban en la misma dirección que las de la casa Uzumaki.

 

Kei era prisionero en su propia casa. Bueno, eso era un poco exagerado ya que en realidad no se le había ordenado que fuera a su habitación, ni siquiera se le había castigado para tal caso, Sasuke no se había molestado en dirigirle la palabra en todo el camino a casa.

 

Kei comenzó a golpear su almohada al recordar la forma cómo había sido tratado por su tío. Se sentía tremendamente frustrado y colérico. Quién se creía que era Sasuke para tratarlo de esa forma. Ya había tenido suficiente con sus tonterías. No lo soportaba más. Deseaba que se fuera y lo dejara tranquilo.

 

Sasuke estaba en la sala, relajándose con el humo del cigarrillo volando a su alrededor. No tenía ganas de fumar, pero sostenía el cigarrillo encendido entre sus dedos, mirando las ondas que el humo gris hacía a su alrededor y tratando de buscar formas entre ellas.

 

Había comenzado a pensar en Naruto de nuevo. Esos pasados días habían sido todo un revuelo para su aburrida y tediosa vida. Cada vez que estaba solo pensaba en su ángel rubio como si siempre hubiera estado vagando en el curso normal de su pensamiento por toda una vida. Había tratado de clasificarlo, en vano, conocía muy poco de él como para hacerlo. Luego había tratado de buscarle explicación a su casi obsesivo interés por él, no lo había encontrado, era algo que tenía metido en las venas fluyendo dentro de su torrente sanguíneo. Era como abrir una puerta desconocida y de pronto encontrarse en casa. Solo que no una casa en la que Sasuke hubiera vivido, sino una donde realmente quería regresar al final del día.

 

Naruto era algo que no podía racionalizar en ese momento. No podía ser perfecto, y sin embargo así se sentía. No podía ser la persona más hermosa del universo, y sin embargo así lucía. Ciertamente no era débil, Sasuke había recibido un noqueo bastante poderoso la otra noche que desvirtuaba tal teoría, pero Sasuke sentía que debía protegerlo por sobre todas las cosas.

 

El teléfono comenzó a sonar y Sasuke se levantó perezosamente a contestarlo, mientras sacudía su cabeza para apartar la imagen del otro hombre de su cabeza otra vez. Su hermano llegaría en una hora aún y entonces se largaría de ahí. Tal vez por unas semanas, deseaba alejar su mente y poner en orden sus ideas antes de decidir qué hacer y eso no era posible si permanecía pensando todo el tiempo en Naruto y en la loca posibilidad de aparecerse ante su puerta una noche cualquiera.

 

—Hola —contestó poniendo el teléfono en su oreja y caminando a su lugar en el sofá otra vez. Le sorprendió que la persona en el otro lado no le respondiera así que apartó su vista del aparato para ver el número en la pantalla. Un número nuevo.

 

—¿Sasuke?

 

Enseguida se quedó petrificado al escuchar la voz en el teléfono. No podía ser...

 

—¿Naruto?

 

—Quería... agradecerte, por haber traído a Kyoko a casa...

 

Su voz a través del teléfono puesto directamente en su oído parecía susurrarle con una voz sensual. Sasuke comenzó a sentir un pequeño escalofrío recorriendo su cuerpo en segundos.

 

—No, no hay problema —Naruto escuchó la voz de Sasuke diferente a cómo le había contestado inicialmente. Tragó saliva y continuó—. Y por haber hablado con ella... me lo dijo.

 

Sasuke se quedó pensando un momento si lo que le había dicho a la niña había sido algo relevante o no, pero como no encontró nada en sus recuerdos simplemente aceptó las gracias.

 

—Está bien.

 

Ambos se habían quedado sin hablar después de eso. Sasuke temiendo que Naruto le colgara de un momento al otro y Naruto sin saber qué más decir, pero sabiendo que tenía algo atorado en la garganta desde que iniciara esa llamada telefónica. Pensaba que lograría sacarlo cuando ya estuviera hablando con el Uchiha, pero las cosas no estaban saliendo como deseaba.

 

—¿Naruto? —escuchó que llamó Sasuke unos momentos después.

 

—Sí, dime —le respondió tratando de poner sus pensamientos en orden una vez más.

 

—No, nada. Quería comprobar que seguías ahí...

 

Naruto se quedó en silencio mirando la pared de la cocina frente a él. Recordaba claramente lo que había pasado en esa misma pared unos días antes. Aún se sentía molesto por eso, pero no pudo evitar sonrojarse ante el recuerdo.

 

—Sasuke... —sabía que las siguientes palabras serían muy duras, pero tenía que decirlas. Era el momento, y tenía que aclarar las cosas antes que ocurrieran cosas peores—. No entiendo a qué quieres llegar con todo eso. Ya te he dicho que nunca podré verte de esa forma y en realidad no deseo hablar contigo otra vez.

 

Tal vez era porque Naruto no estaba a su lado, porque no tenía sus brillantes y adorables ojos azules posados sobre él para distraerlo y dejarlo pensando solamente en lo hermoso que era el hombre frente a él. Sasuke escuchaba a Naruto y la habitual neblina que de pronto se extendía por su cabeza cuando lo tenía frente a frente no se encontraba más.

 

—Tú fuiste el que llamó —le hizo recordar con una leve sonrisa formándose en sus labios. Mientras no colgaran, todavía había algo que salvar.

 

Naruto se comenzó a sonrojar mucho más después de escuchar esto último.

 

—¡Eso fue por lo de Kyoko! No es que quisiera hablar contigo...

 

Sasuke sonrió, Naruto era muy lindo cuando comenzaba a murmurar o perdía el control de sus emociones. A ese punto, todo lo que hiciera el otro hombre le parecería lindo.

 

—Es igual, puedo escuchar tu voz después de todo lo que ha pasado. Estoy contento con eso.

 

Naruto volvió a sonrojarse aun más. ¿Era posible que pudiera seguir sonrojándose más? ¿Qué era lo que el Uchiha le estaba haciendo?

 

—Tú... tú...

 

—Aunque extraño verte casi tanto como extrañaba tu voz. ¿Cómo estás?

 

Naruto quería colgar. Quería terminar la conversación inmediatamente y hacerle saber al Uchiha cuánto le disgustaba que se burlara de él. Pero no podía colgar sin contestarle unas cuantas cosas a su acosador.

 

—¿Cómo estoy? ¡Estoy siendo acosado por un pervertido, así es cómo estoy!

 

Naruto escuchó la risa de Sasuke sobre la línea telefónica y se dio cuenta que sus manos comenzaban a sudar.

 

—Naruto —una pausa y luego—, quiero verte.

 

El corazón de Naruto comenzó a latir a mil por hora, era tan fuerte el ruido en su pecho que casi no lo dejaba hablar. ¿Por qué con solo escuchar las palabras de Sasuke se sentía de esa forma? No podía ser que de pronto lo que un pervertido le dijera lo alterara tanto.

 

—¡De-deja de decir tonterías! ¡Solo nos hemos visto un par de veces! ¡No puede ser que de pronto estés tan interesado en mí como aseguras!

 

—Ah, pero es verdad. Yo mismo no lo entiendo. Te vi en la puerta esa tarde y desde entonces no hago nada más que pensar en ti —Naruto se había comenzado a apoyar en la pared recostando su cabeza sobre su brazo extendido—. Tu cuerpo, la calidez de tus manos, el color dorado de tu cabello, la sonrisa amable que siempre portas, tus ojos...

 

—¿Cómo puedes seguir...?

 

—Tu voz.

 

Naruto calló, no podía seguir hablando de esta forma con otra persona, mucho menos con un hombre que no había visto más que tres veces, a quien no conocía.

 

—Quiero verte —tampoco podía seguir escuchando.

 

Colgó el teléfono. No tenía por qué despedirse de un pervertido que lo único que quería era jugar con su cabeza. Era imposible que alguien se interesara tan repentinamente en él, ni siquiera se conocían bien y mucho menos sentía ningún tipo de atracción hacia Sasuke. Era cierto que era atractivo pero… Lo mejor sería no volver a verlo. En esa ocasión lo había llamado él, era cierto. Pero no había sido para nada más que para agradecerle el haber cuidado de su hija y haberla traído a salvo a casa. Cualquier padre lo hubiera hecho. No era nada.

 

Estuvo un buen rato ensimismado en tales pensamientos y no se dio cuenta de la hora. Pero Kyoko pasó dos veces por el lado de su padre sin que él lo notara o se moviera. Así que a la segunda vez lo llamó para comprobar que estaba bien. Naruto volteó a verla perplejo, la cara muy roja, Kyoko le preguntó si se sentía bien. Naruto le devolvió una sonrisa nerviosa y le aseguró que no tenía nada, y que ya debía estar haciendo la cena, así que no se fijara en él.

 

-...-

 

Al día siguiente, la escuela empezó con un acontecimiento insólito. Corrió como reguero de pólvora por todos los salones y corredores, llegó a la sala de profesores y a la del personal administrativo y muchos no lo creían, pero a media mañana, a la hora del almuerzo, no les quedó de otra a los incrédulos creer lo imposible. Kyoko Uzumaki y Kei Uchiha estaban sentados compartiendo el almuerzo.

 

Kyoko estaba tan entretenida contando al Uchiha acerca de lo que había conversado con su padre y lo bueno que fue el consejo de su tío como para notar los rostros pálidos y sorprendidos que los circundaban y esperaban que en cualquier momento ambos contrincantes comenzaran a lanzarse sillas o mesas mutuamente.

 

Kei notaba el expectante silencio, pero no le hacía el menor caso. Estaba molesto con Sasuke aún, pero un poco intrigado del porqué se había retirado sin decirle nada a su padre acerca de su última incursión en el mundo del boicot.

 

Kyoko le decía que en realidad el consejo de Sasuke de hablar con su padre le había hecho de maravilla, su padre la había castigado por irse de clases y vagar sola por las calles —Kei asintió gravemente totalmente de acuerdo al escuchar esto— pero sabía que se lo merecía. En cuanto a lo de las bromas a la otra mujer, su padre las había pasado sorprendentemente de largo y desde entonces no había vuelto a hablar de salir con alguien más.

 

Kei creía que Naruto actuaba de una forma admirable para un padre. Estaba acostumbrado a escuchar las órdenes del suyo y a obedecer sin cuestionar. Nunca se hubiera atrevido a contradecirlo o a querer revocar una orden una vez que se le hubiera dado, era por eso que veía el tipo de comunicación que Kyoko y su padre mantenían como una idealización de lo que una verdadera relación entre padre e hijo debería ser.

 

Sonrió un momento. «¿Verdadera?»

 

—Pero luego de eso algo pasó.

 

La voz de Kyoko hablando sin parar lo volvió a sacar de sus reflexiones.

 

—¿Algo?

 

—Sí, papá estaba parado al lado del teléfono y su rostro estaba muy rojo cuando volteó a verme. Pensé que estaba enfermo, pero toqué su frente para comprobar y no parecía que tuviera fiebre. Aunque parecía algo caliente.

 

—Quizá va a coger un resfrío por pasar la tarde con la camisa mojada.

 

—Puede ser...

 

Kei volvió a su almuerzo. Un niño de su grupo había tomado el valor de acercársele, pero el Uchiha volteó su mirada penetrante hacía él antes que llegara a su mesa. El niño se dio media vuelta y volvió por donde había venido.

 

—En fin, estoy castigada sin televisión y sin salir de casa por un mes. ¿Qué tal te fue a ti?

 

Kei la quedó mirando y parpadeó un par de veces.

 

—Mi tío no dijo nada. Se fue y no le dijo nada a mi padre.

 

—¡Increíble! Sabía que tu tío era increíble pero no sabía que fuera tan bueno. Tienes mucha suerte.

 

—No lo entiendes.

 

Kyoko dejó de masticar su emparedado al escuchar esto.

 

—¿Qué cosa?

 

—Él hace esas cosas porque se cree muy por encima de todos. No se molestó en decirle nada a mi padre porque no se toma la molestia de preocuparse por mí. Es como siempre ha sido.

 

Kei había adoptado una cara muy seria, muchos de sus compañeros que observaban la escena, pero no podían escuchar la conversación comenzaron a cuchichear entre sí.

 

Kyoko miraba a su compañero con una expresión analítica y finalmente llegó a una conclusión.

 

—¿Crees que no te quiere?

 

Kei volteó a mirar a Kyoko con los ojos muy abiertos. ¿Qué había dicho?

 

—¡¿Qué?!

 

—Parecías muy dolido pensando que tu tío no se preocupa por ti hace un momento. Pensé que eso te estaba molestando.

 

Kei apartó la mirada inmediatamente y guardó un solemne silencio. De todas las cosas tontas que había escuchado en su vida...

 

Kyoko se inclinó sobre la mesa para alcanzar la mirada del Uchiha, pero como no logró atraparla puso una de sus manos sobre las de su compañero, lo cual logró que la encontrara al instante.

 

—Oye, tu tío es alguien muy temible —Kei se quedó mirándola atónito ahora. Pero Kyoko continuó riendo—. La primera vez que lo vi no lo parecía, fue a mi casa a ver unas películas con nosotros y estuvo callado durante todas ellas. Me fui a dormir pensando en lo callada que era tu familia. Pero ese día en el auto...

 

Kyoko apartó la mano de la de Kei y la posó sobre su cabeza.

 

—Realmente me espantó —y comenzó a reír otra vez—, hablaba tan seriamente y con una voz tan profunda. Parecía que hubiera salido de una de esas películas de terror como El aro, o JuOn, realmente inspiraba temor.

 

Kei la miraba confundido pero no se atrevía a interrumpirla, le parecía increíble que la niña Uzumaki le tuviera miedo a algo.

 

—Pero luego me dijo que hablara con mi papá. Y que todo estaría bien —Kyoko volvió a depositar ambas manos sobre la mesa—. Y tuvo razón. Me parece que es una persona que se preocupa por los demás. Quizá es su aspecto el que no lo ayuda mucho...

 

Kei lanzó un suspiro muy cansado. Si tan solo supiera...

 

Era verdad, su tío Sasuke podía tener muchas características particulares en su carácter, pero una de ellas no era preocuparse por los demás. No le podía resultar más indiferente el que una persona se tirara de un puente en el mismo momento en que él estuviera pasando, estaba seguro. Kyoko había malentendido el interés que Sasuke tenía con su padre por preocupación por los demás. Al parecer, la niña Uzumaki aún no se daba cuenta del grave peligro que corría su inocente padre. Por un momento, la imagen de Naruto, un padre de verdad, se reflejó en su mente y comenzó a temblar.

 

—No deberías pensar tan bien de él. Te llevarás una terrible decepción cuando lo conozcas de verdad.

 

Era una advertencia. Aún no se podía adivinar ningún significado oculto en esas palabras ni algo que rebelara las verdaderas intenciones de su tío con el padre de la otra niña, así que Kei las dijo sin más y prosiguió con su almuerzo.

 

Kyoko había vuelto al suyo y luego de la declaración del niño se quedó intrigada con sus palabras, pero pensó que se debían al resentimiento de Kei por creer que su tío no lo quería, así que simplemente sonrió divertida ante lo que ella creía que era una de las pocas niñerías que le había notado al Uchiha.

 

—A veces eres muy lindo, ¿sabías? —le dijo Kyoko comenzando a reír.

 

Todas las niñas en la clase, y algunos niños, quedaron con las bocas muy abiertas al ver a Kei Uchiha comenzar a sonrojarse de pies a cabeza repentinamente. El resto simplemente miraba la escena con los ojos muy abiertos.

 

-...-

 

Minato esperaba a Kyoko en casa al final de la escuela. Naruto lo había puesto al tanto de las andadas de su nieta y después de saludarla con un pequeño golpe en la cabeza le preguntó si tenía hambre. Kyoko fue inmediatamente a ayudarlo con la cocina.

 

Estaban terminando de almorzar cuando sonó el teléfono. Minato fue a contestar y se quedó un rato hablando con la persona al otro lado de la línea mientras Kyoko comenzaba a recoger la mesa y se preparaba para lavar los platos.

 

—Tu padre dice que llegará tarde el día de hoy. Es el cumpleaños de Shikamaru y se irán a celebrarlo saliendo del trabajo.

 

Kyoko asintió un poco preocupada. Minato la vio y le dio un nuevo golpe en la cabeza.

 

—No te imagines cosas. Tu padre me dijo que no probaría a salir con otras mujeres en un buen tiempo...

 

—¿Papi te dijo eso?

 

—Está preocupado por las otras personas claro está. No quiere ni imaginarse lo que se te ocurrirá hacerle a la siguiente —Minato había comenzado a reír al comprobar lo roja que se ponía su nieta.

 

—No lo haré. Sé que he estado mal —Minato se apartó un poco cuando Kyoko lo atacó con un poco de agua—. Además ya no me parece mal que salga.

 

—¿En serio? —Minato se quedó  perplejo ante esto— ¿Y a qué se debe tu cambio de opinión?

 

—Sé que papá no elegirá a nadie que sea inconveniente. Estaba enojado cuando le dije lo que escuché hablar a esa mujer. No dijo nada pero sé que estaba enojado. No haría nada para lastimarme.

 

Minato sonrió hacia un lado y comenzó a secar los platos que Kyoko depositaba a su lado.

 

—¿Cuándo comenzaste a actuar como un adulto?

 

Kyoko miró a su abuelo algo incómoda.

 

—¡Siempre he actuado así!

 

—Aahhh, ¿a dónde se fue mi pequeña niña que aún jugaba con sus muñecas y partía la puerta de la cocina después de  sus prácticas de karate?

 

—¡Yo no hacía eso! —las protestas de Kyoko terminaron en risas cuando Minato le señaló una parte de la puerta que aún mostraba rasgos de la golpiza a la que había sido sometida hacía algunos años.

 

—¿Y tú, abuelo?

 

—¿Yo?

 

—¿No piensas volver a casarte?

 

Minato se quedó muy quieto y miró con ojos sorprendidos a Kyoko.

 

—¡¿Yo?!

 

—Sí, sería muy lindo si tú y papá se enamoran al mismo tiempo. Incluso podrían tener una boda doble y todo —y Kyoko comenzó a reír aun más.

 

—No digas tonterías. ¿Quién se fijaría en un abuelo como yo?

 

—¿Ehhhhh? ¿Tú no eres el mismo abuelo que hizo sonrojar a la cajera de la pizzería la última vez? Apenas y tendría dieciocho años y era bonita.

 

Minato comenzó a sonrojarse.

 

—¿Te diste cuenta? —dijo apartando la mirada.

 

—Por supuesto, nos agrandó las bebidas. Comencé a pensar, qué conveniente es tener un abuelo tan joven.

 

—¡Kyoko! —Minato se escandalizó por el vuelco que había tomado la conversación. ¿Cómo habían llegado a esto?

 

Kyoko siguió riendo mientras cogía un pedazo del mantel con el que su abuelo había estado secando los platos para secarse las manos.

 

—Tengo que ir a hacer mi tarea. ¿Me prestas tu computadora?

 

Minato le revolvió su cabeza antes de indicarle que su maletín estaba en la sala. Suspiró aliviado cuando Kyoko se retiró. Lo había sorprendido. Había comenzado a hablar como Rin, la esposa de Obito, y eso solo lo podía empujar a una pared al final de la charla.

 

Rin, junto con Obito y Kakashi eran tres de sus mejores amigos. Se habían conocido en el primer trabajo que Minato pudo conseguir cuando llegó a Japón y aunque ahora todos seguían rumbos diferentes siempre se mantenían en contacto. Además, todos ellos lo habían ayudado a criar a Naruto cuando aún era muy joven para hacerlo solo, ese hecho había sellado su gratitud y amistad eternas.

 

Minato siempre había sido criticado por sus amigos sobre su decisión de no casarse. Le habían repetido un millón de veces que tener a alguien que lo ayudara con la crianza de Naruto cuando aún era pequeño era lo que ambos necesitaban, pero Minato no había dejado que ninguna de sus razones entraran en su cabeza, se las había apañado solo y había logrado criar a su hijo sin que tuviera mayor inconveniente. Obviamente, Naruto no era ni el más inteligente ni el más exitoso de todos los niños, pero tenía una forma de ser, fiel a sus ideas y amable con las personas que siempre hacían que un alo de satisfacción recorriera su cuerpo cuando hablaba de él.

 

Minato no había tenido ninguna razón para volver a casarse criando a Naruto, su hijo era suficiente para poner una sonrisa en su rostro cuando lo veía al llegar a casa después de un día de trabajo duro. Gozaba de cierta popularidad por las novelas que escribía y podía haber encontrado una cita con facilidad pero nunca quiso hacerlo. Incluso ahora que se sentía, de pies a cabeza, un abuelo dedicado y tales ideas no cruzaban por su cabeza, Rin seguía molestándolo con eso.

 

Ahora le decía que debía encontrar a alguien para pasar el resto de sus días, Naruto ya era un adulto y no necesitaba que alguien lo cuidara, era tiempo que se ocupara de su descuidada vida. Minato se reía de ella cuando se lo decía. Se sentía muy viejo para empezar a salir ahora. Naruto estaba bien, ¿pero él?

 

Y luego Kyoko, su nieta de doce años, había comenzado a bromear con eso a sus expensas. Minato se sentó en la mesa de la cocina reflexionando sobre el asunto por primera vez en mucho tiempo. ¿Acaso él era el único que se consideraba el abuelo de la casa?

 

-...-

 

En otro lado de la ciudad, Itachi llegó a casa como cada día después de una trabajo provechoso en una de sus oficinas. Lo primero que notó al traspasar el umbral fue a Sasuke sentado en el sillón de la sala. Al verlo entrar tomó su chaqueta tirada de cualquier manera a un lado del mueble y pasó a su lado sin saludarlo o despedirse.

 

Itachi lo vio irse antes de que pudiera depositar su manojo de llaves en la mesa al lado de la puerta y cuando cerró esta tras de sí se quedó mirándola unos momentos perplejo. Era el segundo día que ocurría lo mismo. Sasuke llegaba puntualmente a cuidar de Kei y se retiraba sin decirle una palabra en cuanto lo veía llegar.

 

Ciertamente su interacción habitual no pasaba de los saludos de llegada y de despedida habituales, pero que estos fuera retirados de un momento al otro quería decir que había algo molestando a su hermano. Algo que, como siempre, Sasuke no se estaba molestando en explicarle a Itachi. Su hermanito podía ser tan temperamental algunas veces que Itachi sentía que estaba criando a dos hijos en lugar de a uno.

 

Finalmente recordó a su hijo, y se dirigió hacia la habitación de Kei.

 

Lo encontró sentado en su escritorio ocupado en una tarea, pero volteó a saludar a su padre cuando lo vio entrar.

 

—¿Sabes lo que le está molestando a Sasuke?

 

Kei había estado pasando mucho tiempo con su tío últimamente, así que Itachi se figuró que tal vez sabía lo que le estaba molestando. Pero Kei se encogió de hombros y volvió a sus deberes, terminando la discusión sin la necesidad de contestarle.

 

Itachi salió al poco rato. Algo extraño pasaba con su hijo también, tal vez estaban peleando otra vez y a eso se debía el mal humor de ambos. Reflexionando de esta manera dejó sus cosas del trabajo en el escritorio de su oficina y se dirigió seguidamente a la cocina a preparar la cena.

 

Itachi odiaba cocinar, por lo que sus platillos siempre consistían en algún tipo de comida importada lista para calentar o en pedidos a domicilio. Odiaba tanto cocinar que hasta había pensado contratar a alguien para que viniera a cocinar mientras él estuviera trabajando. Pero había otra cosa que Itachi odiaba más que cocinar, tener gente extraña merodeando por su casa. Le parecía repulsivo pensar en alguien más tocando sus cosas y usando su espacio de vivienda. Kei opinaba igual que él y era por eso que agradecía que su padre no contratara a nadie, si por él fuera seguiría comiendo comida instantánea o pedidos a domicilio por el resto de su vida.

 

Sasuke era extraño. A él parecía agradarle cocinar y las pocas veces que se dignaba entrar en la cocina con la intención de preparar algo siempre dejaban a Itachi muy satisfecho, aunque nunca lo decía en voz alta o demostraba que era así. Pero Sasuke era un Uchiha extraño y eso lo sabía muy bien Itachi.

 

Ese día, Itachi no estaba cansado y como habían estado pidiendo la cena durante toda la semana pasada —excepto el día que Sasuke cocinó y se fue a dormir muy contento— decidió que ese día prepararía algo para variar. Calentó un recipiente de lasaña que tenía en el refrigerador y cortó unas rodajas de pan para acompañarla.

 

Cuando todo estuvo listo llamó a su hijo y Kei se asomó al poco rato. Se sentó sin decir palabra y comenzó a comer mientras Itachi tomaba un poco de vino y pensaba cómo abordar la situación con Sasuke. Le había molestado que de pronto esos dos parecieran incrementar su confianza pero ahora que todas las cosas habían vuelto a la normalidad no se sentía del todo satisfecho tampoco.

 

—¿Ha sucedido algo entre ustedes dos?

 

Kei dejó de comer. Miró a su padre y supo que no podría salvarse de contestar encogiéndose de hombros como había hecho hacía un momento.

 

—No, no ha pasado nada.

 

Itachi aguardó unos momentos antes de continuar.

 

—¿Qué pasó con el entrenamiento que habían programado?

 

Kei se encogió de hombros antes de poder evitarlo. Una ceja levantada en la cara de su padre lo hizo rectificarse prontamente.

 

—Estoy ocupado con la escuela, y tío Sasuke tiene otras cosas en la cabeza.

 

Cosas como acosar al padre de Kyoko, pensó Kei con amargura, pero no lo expresó en voz alta.


Itachi no volvió a preguntar nada más. Kei comió más a prisa de lo habitual y se retiró a su habitación lo más pronto que pudo, sabía que si Itachi le preguntaba algo directamente tendría que responderle y prefería huir de esas preguntas mientras todavía tuviera la ocasión.

 

Itachi, mientras tanto, se quedó bebiendo su copa de vino y reflexionando sobre su hijo y Sasuke en la quietud de su cocina.

 

-...-

 

Sasuke, por su lado, había salido de la casa de su hermano y había subido a su auto inmediatamente programando dirigirse a casa después de otro día cansado de reflexiones tontas que no lo llevaban a ningún lado. No entendía por qué no se podía sacar a Naruto de la cabeza. Tampoco entendía por qué no acababa de una buena vez con todos sus sufrimientos y lo iba a buscar. Lo más probable es que recibiera otro golpe en el rostro de hacerlo y eso estaba bien. Quizá le quitaría la obsesión que se había originado en su interior desde que lo había visto.

 

Ahora Naruto había llegado a meterse en sus sueños. Simplemente no había escapatoria del otro hombre, justo cuando Sasuke reflexionaba que debía olvidar todo el asunto, irse y concentrarse en otras cosas, Naruto aparecía en su cama más que dispuesto a dejarlo hacer todo lo que a Sasuke se le ocurriera hacerle. Y ciertamente su subconsciente era un depravado ninfómano. Después de tales sueños no podía concentrarse en la realidad por más de cinco minutos sin que su mente lo llevara nuevamente a esa piel bronceada y a esa boca abierta pidiéndole más.

 

Estaba en su auto y ni siquiera estaba seguro de poder concentrarse lo suficiente en el tráfico como para no causar un accidente. Necesitaba irse. Era una cobardía, parecía como una huida desesperada, pero era la única solución viable que Sasuke encontraba en ese momento antes de hacer una locura y buscar a Naruto para…

 

Su celular comenzó a sonar en el preciso momento en que el Uchiha sacudía la cabeza con fuerza. Tenía que buscar ayuda profesional. Sasuke lo dejó sonar un buen rato antes que el ruido insistente lo molestara lo suficiente como para obligarlo a contestar.

 

—¡Hola, Sasuke! —la voz de una mujer se escuchó desde la otra línea—, vienes esta noche, ¿verdad?

 

Sasuke trató de ubicar a la voz en algún rostro, y estuvo reflexionando sobre ello un buen rato antes de recordar.

 

—Ah, Karin. ¿Ir? ¿A dónde?

 

—¡Lo olvidaste! ¡Es la fiesta de despedida de Juugo! Te hablé de ella hace semanas, ¡dijiste que vendrías!

 

Sasuke comenzó a recordar que Juugo, uno de los pocos amigos que aún conservaba de la universidad, se iría a residir en los Estados Unidos esa semana. Su padre lo había puesto a cargo de sus empresas en ese país y Juugo en realidad estaba entusiasmado con la idea. Lo cual era algo raro, pocas veces su estoico amigo de dos metros de estatura se entusiasmaba con algo.

 

Por otra parte, Karin, la novia de su amigo Suigetsu, se había nombrado a sí misma la anfitriona de la fiesta de despedida y les había hecho jurar a ambos amigos que irían. Sasuke simplemente lanzó un suspiro ahogado, realmente no se encontraba en condiciones de asistir a ningún lado.

 

—Sí, sobre eso —comenzó a decir sobre el teléfono con una voz apagada—, no creo que pueda ir.

 

Escuchó un tremendo estruendo del otro lado que le hizo detener su auto un momento, luego se escucharon unos gritos en el fondo y finalmente después de como una centuria después la voz de su amigo Suigetsu.

 

—Hey, Sasuke.

 

—Hey.

 

Suigetsu no parecía darle importancia al enorme estruendo que continuaba a sus espaldas.

 

—Oye, tienes que venir. Karin preparó todo y está que hace un escándalo sobre esto.

 

—No tengo ganas de ir —fue la inmediata respuesta de Sasuke. Suigetsu sabía lo testarudo que era su amigo cuando algo se le metía en la cabeza.

 

—¿Qué pasa contigo? Hace más de una semana que no sabemos de ti. Juugo estuvo preguntando por ti anoche en el bar. Sabes que se irá mañana, ¿no?

 

Sasuke hizo un ademán de molestia con sus ojos.

 

—Lo sé, lo sé.

 

—Si no vas hoy, no tendrás oportunidad de despedirte. ¿No quieres hacer eso tampoco?

 

Sasuke lanzó un gruñido sobre el teléfono. Juugo estaría fuera del país por varios años, no tendría otra oportunidad de verlo en mucho tiempo, y realmente necesitaba salir del lugar donde estaba en ese momento. Sacarse la piel y cambiarse de personalidad, al menos por una noche.

 

—Está bien, iré. Pero si las cosas se ponen muy pesadas, me iré inmediatamente. No tengo ganas de aguantar a gente a mi alrededor.

 

—Hey, con que aparezcas calmarás a la fiera —Suigetsu se refería a su novia Karin que había comenzado a desmantelar su cocina—. Es el Akanomiya cerca a tu casa. ¿Lo conoces?

 

Sasuke frunció la frente al escuchar el nombre del restaurante. Era el restaurante del amigo de Naruto. Debía ser una maldita broma.

 

—Sí, sí lo conozco.

 

—Ok, pregunta por Karin, las reservaciones están a su nombre. Nos vemos.

 

Sasuke terminó la llamada y se quedó mirando su celular por un largo rato. No podía ser que tuviera tal suerte dos veces seguidas en el mismo lugar. Por supuesto que no.

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