Doce años: Chapter 7

Published Jan 14, 2013, 11:26:08 PM UTC | Last updated Jan 27, 2014, 11:10:39 PM | Total Chapters 16

Story Summary

Writen in spanish. SasuNaru. AU. Naruto es padre de Kyoko, y desde que su esposa Hinata murió se ha empeñado en criar a su hija de la mejor forma que puede, aun cuando Kyoko llega llorando de la escuela y acusa a un tal Kei Uchiha de hacer su vida miserable.

Jump to chapter body

Art RPG

Characters in this Chapter

No characters tagged

Visibility

  • ✅ is visible in artist's gallery and profile
  • ✅ is visible in art section and tag searches

Chapter 7: Chapter 7

Fandom: Naruto.
Calificación: mayores de 14 años.
Género: yaoi, drama, humor.
Declaración: el concepto y la idea original de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: fuera de un beso, todo se puede leer a salvo.

 

Doce años

Capítulo 7

por Hikari Shiroki

 

—Y como no puede hacer otra cosa que esperar, está sentado con los brazos cruzados encima de la mesa de su despacho. Siente el peso de toda la aldea, no, de todo el país del Fuego sobre sus hombros. Obviamente es su responsabilidad cuidar de todas estas personas, así lo asumió cuando tomó el cargo del líder. Y mientras que le da vueltas a un plan para contrarrestar el poder del monstruo que aterrorizaba a sus compañeros, llegan las noticias de que su esposa está a punto de dar a luz. Él corre a su lado y es demasiado tarde. Ella muere y el bebé vive. Comienza a recordar las palabras de su enemigo. Le quitará todo lo más preciado que tiene en su vida. Carga al recién nacido en sus brazos, un bebé totalmente parecido a él mismo, y toma una decisión. Decide utilizar la última de sus esperanzas y así asegurarse que la vida de su pequeño hijo no sea arrebatada a tan solo unas horas después de haber nacido... —una pausa de unos segundos y luego una sonrisa nerviosa, la expresión completamente diferente a la anterior seriedad con la que hasta ese momento le había estado relatando la historia— y en ese punto estoy atorado.

Minato le sonrió con sus mejillas completamente ruborizadas, Neji no podía estar seguro si era el alcohol o algo más lo que hacía que el escritor tuviera esa expresión, pero le resultaba encantadora. Sonrió también.

—Es increíble que puedas crear historias tan diferentes cada vez —sentenció el joven Hyuuga sin poder hacer otra cosa que alabar el ingenio del otro hombre—. Lo que no cambia es la moral en cada una. Siempre tienes algo nuevo qué decir.

Minato se comenzó a rascar una de sus mejillas con el dedo índice.

—Supongo que cuando se es tan viejo como lo soy yo uno tiende a querer pasar las lecciones que aprende a lo largo de la vida.

—Si a tus cuarenta y seis años crees que eres viejo no nos dejas muchas esperanzas a Naruto y a mí que ya nos acercamos a tu edad —Neji levantó su botella de sake haciendo que la encargada del pequeño restaurante corriera a cambiárselas por una botella nueva—. Además, no te ves ni un año diferente a cuando te conocí doce años atrás.

Minato comenzó a reír y el rubor subió rápidamente a sus mejillas, trató de aparentarlo tomando un trago de sake.

—No pidas más de beber —dijo al poco, después de ver a Neji cogiendo la nueva botella—. Naruto nos matará si nos tardamos un minuto más en regresar. La película ya habrá terminado para cuando regresemos.

—No importa, está con el Uchiha —ante esto, Neji dejó la copa de sake sobre la mesa y apoyó ambos brazos sobre ella—. ¿Cómo es que son amigos ahora?

Minato se encogió de hombros.

—No lo sé —le respondió Minato con toda honestidad, no se había puesto a reflexionar al respecto hasta ese momento—. Naruto nunca mencionó algo sobre tener un amigo Uchiha. Pensé que estaba aterrado con ellos.

—¿Aterrado? —preguntó Neji más que intrigado. Aunque se imaginaba que para una persona tan normal como Naruto un Uchiha tendría que ser algo muy duro de sobrellevar.

De pronto, Minato comenzó a recordar las palabras de su hijo:«“… sino fuera porque tiene un tío que parece asesino en serie y me quedé petrificado al verlo…».

«¿Asesino en serie?»

Neji se sobresaltó al ver el rostro alegre de Minato transformarse ante sus ojos en menos de  un segundo.

—¡Naruto!

*

Naruto había estado en una situación como aquella hasta en tres oportunidades anteriormente. No podía entender qué veían en él otros hombres que les indicara que estaba bien tocarlo, empujarlo, abrazarlo o arrinconarlo contra una pared mientras le sujetaban las manos. Ciertamente, él no les daba ninguna señal alentadora para hacerlo y seguidamente el certero golpe en pleno rostro que recibían y los dejaba tendidos en el suelo por una hora era clara señal que no disfrutaba ese tipo de trato.

Sasuke no se había movido desde que hiciera su escandalosa declaración y dejara atónito a Naruto, «de todas las cosas estúpidas que había oído en su vida», pensaba. Y, de pronto, lo sintió, muy levemente al principio y luego fuertemente en el momento en que Naruto desvió sus ojos hacia sus manos apretadas contra el pecho de Sasuke. Fuerte, como si un par de tambores se escucharan en la lejanía, rítmicamente y sin parar, cada vez más fuerte. Le tomó un momento darse cuenta que lo que sentía eran los latidos del corazón de Sasuke contra sus manos.

Naruto se había comenzado a sonrojar una vez más. Un pequeño tinte sonrosado que fue poblando poco a poco la parte superior de su cara e hizo que luciera como un pequeño joven de quince años. Sasuke no pudo impedir que sus delgados labios se extendieran para sonreír. El otro hombre lo vio y clavó sus hermosos ojos azules sobre el rostro de Sasuke, quedándose petrificado instantes después con la penetrante mirada Uchiha clavada en él.

Naruto era el ser más bello que había contemplado en toda su vida, por lo que Sasuke no pudo resistirse a cruzar los pocos centímetros que los separaban y a depositar sus labios encima de los de su ángel. Tan solo pensaba en darle un beso casto, como el de un niño que adora a un ángel y reza una plegaria, no tenía nada de malo demostrar cuánto lo adoraba de esa forma. No había nada de malo en hacerlo, se repetía mentalmente.

Los dedos de Naruto apretados en medio de los dos cuerpos de pronto apretaron la camisa del otro hombre con fuerza. Sasuke inclinó un poco la cabeza y abrió su boca. Sintió los abultados labios del otro hombre y comenzó a probarlos. Dios.

Naruto se había entretenido sintiendo los latidos del corazón del Uchiha entre sus manos, así que cuando vio que Sasuke se movía, levantó la vista distraídamente hacia el hombre arrinconándolo contra la pared. Lo primero que vio fue una sonrisa en sus labios delgados y levantando un poco más los ojos se encontró con la mirada oscura de Sasuke. Naruto se quedó paralizado una vez más. Sus ojos eran iguales a los de ella. No podía ser, Hinata tenía los ojos grises y redondos. Los ojos de Sasuke eran alargados y negros. Tan negros como la noche más oscura y Naruto sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo al sentirlos sobre él.

Pero ¿qué podría ser? Esos ojos tan extraños y sobrecogedores le habían recordado por un momento la mirada de Hinata. La tímida Hinata que usualmente apartaba la mirada cuando se cruzaba con la de Naruto. La que siempre estuvo enamorada de él y cuyos ojos se llenaban de una luz intensa al fijarse en él. De pronto, Sasuke se movió encima de él y lo besó. Naruto estaba demasiado aturdido para reaccionar inicialmente, sus manos se cerraron con mayor fuerza contra la camisa del Uchiha porque sentía que iba a caer al piso desplomado de no hacerlo. Entonces, Sasuke abrió sus labios y comenzó a besar los suyos. ¿Qué era esto? No podía ser que...

Los ojos de Sasuke estaban cerrados y no podía recordar qué era lo que había hecho que le recordaran a los de Hinata hacía unos segundos. Los labios de Sasuke seguían apretándose contra los suyos y su cuerpo había comenzado a rozarlo peligrosamente también. ¿Qué había sido eso en los ojos de Sasuke?

*

—¡Naruto! — casi gritó Minato entrando precipitadamente al departamento seguido inmediatamente por Neji.

En cuanto terminó de pronunciar el nombre de su hijo escucharon un gran estruendo en la cocina y ambos hombres se precipitaron hacia ella. Naruto estaba de pie respirando agitadamente contra la pared mirando a su padre y a Neji con una expresión perpleja. Le tomó un momento recobrarse y otro el agacharse en pánico hacia el cuerpo en el piso. Neji se asomó por sobre el hombro de Minato y vio quién era la persona que Naruto intentaba socorrer e inmediatamente se adentró en la cocina para ayudarlo.

*

Sasuke no sabía lo que le había pasado. Un minuto estaba teniendo el mejor momento de su vida, besando los labios de su ángel, y al otro todo lo que vio fue la oscuridad a su alrededor. Cuando recobró el conocimiento, con un terrible dolor en su quijada y otro punzándole la cabeza se encontró en un lugar extraño. El techo blanco que miraba tratando de enfocar su vista ciertamente no era el de su departamento y no recordaba haberse quedado dormido bajo él. Enfocó sus ojos un poco más y giró su cabeza alrededor para observar sus alrededores, pero al hacerlo sintió un tremendo dolor que trató de ignorar con todas sus fuerzas mientras trataba de enfocar su mente aturdida y perdida.

Cuando se dio cuenta que estaba sentado sobre un sofá, se sentó lentamente. Ciertamente ese no era su mejor momento. Se tocó nuevamente la quijada y la sintió un poco hinchada, pero fuera de eso y el dolor de cabeza que le había comenzado no sentía que otra parte de su cuerpo hubiera sufrido ningún daño. Todavía estaba desorientado tratando de recordar qué había pasado cuando una voz a su lado llamó su atención.

—¿Te sientes mejor? —Naruto se sentó en la mesa de la sala frente a él y apretó algo frío contra su cara. Sasuke reprimió cualquier expresión de dolor y se quedó mirando los ojos azules de Naruto como queriendo adivinar sus pensamientos.

El otro hombre continuó apretando la bolsa con hielo sobre la quijada de Sasuke cautelosamente evitando fijar demasiada atención a la mirada del Uchiha.

*

Naruto había tomado conciencia de su situación en cuanto escuchó la voz de su padre. Tenía a un hombre encima de él, en un rincón de la cocina, besándolo... ¡y él no se había movido en lo más mínimo para defenderse! Inmediatamente su cuerpo reaccionó antes que su cerebro lo siguiera y dándole un empujón primero le atinó un certero golpe que logró noquear al Uchiha, quien cayó limpiamente al suelo como resultado. Cuando por fin se dio cuenta de lo que había hecho y comprobó que su acosador no se movía, se asustó. Se apresuró a auxiliarlo mientras Neji lo asistía, junto con él lo movieron al sofá y examinaron su cabeza para ver si no tenía una herida grave. Neji le dijo que se había dado un golpe muy fuerte —que era lo que probablemente lo había noqueado— pero que no era nada de peligro. Solo después de estar seguro que no corría peligro, Naruto respiró aliviado y entonces comenzó a irritarse.

Minato le había preguntado antes de retirarse si se encontraría bien solo y cuando Naruto le aseguró que podía arreglárselas, él y Neji se despidieron todavía un poco preocupados y preguntándose qué le había pasado a Sasuke que «repentinamente se tropezó y cayó», según las explicaciones de Naruto.

Sasuke por fin logró salir lo suficiente de su estupor como para levantar su mano hacia la bolsa de hielo que Naruto sostenía sobre él, rozando los dedos del otro hombre en el proceso y haciendo que los retirara a toda prisa.

—Si ya te sientes mejor, es hora que regreses a casa. Es tarde.

Sasuke apartó la mirada de Naruto y la depositó en su reloj pulsera: las tres y cuarenta de la mañana, «¿había estado inconsciente tanto tiempo o se había quedado dormido?». Volvió a fijar sus ojos en el rostro de Naruto que miraba decididamente hacia otro lado.

—Naruto —empezó a decir tratando de buscar palabras para continuar su discusión anterior sin sentirse del todo derrotado.

—No, no quiero escuchar hablar de esto nunca más —dijo inmediatamente Naruto sin darle tiempo a decir algo más—. No creo que seas una mala persona pero te tengo que pedir que te vayas de mi casa y no regreses.

Sasuke sintió que el aire dejaba sus pulmones al escucharlo, pero no demostró lo mucho que las palabras de Naruto lo habían lastimado.

—Naruto...

—No, Sasuke. No insistas —su voz era firme y sus ojos se fijaron en los de Sasuke con una decisión que le hizo entender que hablaba muy en serio.

Sasuke asintió una vez con la cabeza y se puso de pie lentamente. Se sentía un poco mareado y completamente miserable, no tanto porque Naruto era la única persona que se había atrevido a rechazarlo, sino más porque era Naruto el que lo había rechazado. Su adorado ángel le negaba la entrada al paraíso. Acaso no había salvación para un alma perdida como la suya.

Pero cuando volvió a lanzarle una última mirada antes de retirarse y vio los ojos azules de Naruto clavados en el lugar que hacía un momento él ocupaba, descubrió una expresión de profunda tristeza en ellos. Quizá...

—Naruto —los ojos azules se depositaron en los suyos y su expresión cambió drásticamente. Sasuke no se inmutó—. No.

El otro hombre arqueó las cejas, ¿había escuchado bien?

—¿Qué?

—No puedo dejar de insistir —fue como si las palabras salieran de algún lugar desconocido para el Uchiha, como si otra persona, una muy ilusa, hubiera tomado posesión de su cuerpo y lo utilizara para darle un mensaje al ángel—. No puedo dejarte ir.

Naruto se puso de pie de un salto. Pero estaba demasiado perplejo para hablar. Tampoco estaba seguro qué más le podría decir al Uchiha después de haberlo rechazado tan definitivamente unos segundos antes.

Sasuke le extendió la bolsa con hielo que todavía cargaba en la mano, Naruto dudó un minuto antes de extender su brazo y tomarla.

—Vendré a visitarte otro día.

—¡Sasuke,...! —Naruto hubiera comenzado a hablar con mayor fuerza, si no fuera porque era ya muy tarde y Kyoko, su pequeña hija, dormía inocentemente a unos metros de distancia.

Sasuke apartó el cabello que había caído sobre sus ojos mientras caminaba hacia la salida. El padre de Naruto lo seguía con cautela, tomando precauciones por si Sasuke trataba de hacer otra locura.

—No puedo soportar no verte otra vez —dijo por último, casi en un susurro. Naruto contuvo el aliento al escucharlo.

Ninguno de los dos supo cuánto tiempo se quedaron mirando en esa ocasión, solo cuando Sasuke apartó la mirada por última vez y alcanzó la puerta fue que Naruto recobró la capacidad de respirar. Tomándose la cabeza mientras escuchaba cerrarse la puerta, Naruto pensaba irritado.

—No otra vez...

*

Kei Uchiha no era un niño normal de doce años. Un niño normal de doce años solo pensaba en meterse en problemas y jugar a los videojuegos todo el día. Ayudar lo suficiente alrededor de la casa como para que su madre lo dejara tranquilo y estudiar lo suficiente como para que su padre no lo castigara o lo dejara sin videojuegos. Un niño normal de doce años también gozaba de total libertad de responsabilidades en la familia, solo se esperaba que se supiera comportar ante una visita y que obedeciera cuando se le ordenaba algo; por lo demás, era libre de hacer lo que quisiera.

Ahora, como Kei Uchiha no era un niño normal de doce años, y ciertamente no había sido un niño normal de once, o diez, o nueve y así sucesivamente hasta llegar al cero, desconocía la seudoliberación que otros niños de su edad recibían como algo normal. Cuando se daba el tiempo de ver a sus compañeros de colegio solo veía a meros mortales que no eran lo suficientemente buenos para seguir el paso que él marcaba. Un Uchiha estaba acostumbrado a sobresalir en todo lo que se enfrascaba, en ser el líder de todos los grupos y en ser admirado e idolatrado por eso.

Además, Kei Uchiha era el heredero del clan. Lo cual hubiera dejado a cualquier otro niño común y corriente demasiado sobrecargado de responsabilidades como para dar un paso al frente sin temer equivocarse. Pero Kei no era ningún niño normal. Cosas como el miedo, cansancio o dudas jamás cruzaban su mente, y con la ayuda de su padre y su tío había desarrollado un muy fuerte sentimiento de autosuficiencia, que distinguía a los miembros de su clan.

Es por eso que cuando Kei despertó en medio de la noche al escuchar un ruido apenas perceptible en la inmensidad de su penthouse, se levantó calmadamente de la cama y se quedó escuchando el silencio rodeado de la oscuridad. El ruido se repitió con mayor claridad proveniente de la cocina. Cualquier niño en estas circunstancias hubiera entrado en pánico y se hubiera envuelto en las frazadas, uno un poco más valiente hubiera corrido al cuarto de sus padres para alertarlos y enfrentar a quien fuera el intruso que se encontrara a esas horas en el interior de su casa.

Sin embargo, Kei no era un niño normal valiente, Kei era un niño Uchiha autosuficiente y que no conocía lo que era el miedo; así que se levantó dejando sus pantuflas en el piso para que sus pasos no hicieran ruido y abrió su recién colocada puerta sin hacer ningún sonido. Cuando se asomó al pasillo que daba a la sala, lo primero que vio fue una luz que provenía de la cocina. Por un momento quedó perplejo, ¿una luz? Su padre no tenía por costumbre despertarse en medio de la noche para ir a tomar algo de la cocina, sabía esto porque una vez Itachi lo había amonestado cuando Kei había ido a tomar un vaso de agua en medio de la noche. No era una costumbre saludable, le explicó, y dejó en claro que no debía volverse a repetir.

Pero ningún ladrón sería tan tonto como para robar en su penthouse con la luz encendida, la lógica le decía que tal cosa no era posible. Intrigado, Kei se encaminó a la fuente de la luz y se quedó escuchando por la rendija de la cerrada puerta de la cocina. No se escuchaba ningún ruido. Buscó a su alrededor y vio un candelabro de plata en una repisa al lado de la pared; mejor sería asegurarse, lo tomó y abrió la puerta.

*

Itachi no sabía qué era lo que le molestaba más, ser despertado en medio de la noche o ser despertado en medio de la noche porque alguien se reía. ¿Quién en su sano juicio se levantaba a las —Itachi miró su reloj— cuatro de la mañana para reírse a carcajadas?

Poniendo un poco más de atención se dio cuenta que la risa que de pronto se había callado pertenecía a la voz de su querido hijo. Intrigado —y algo preocupado— Itachi se puso de pie e inmediatamente se acercó al dormitorio de su primogénito. Pero la puerta estaba abierta, indicándole que su ocupante no se encontraba ahí, así que aguzó una vez más sus más que entrenados oídos y descubrió que el ruido provenía de más adentro de la casa, de la cocina. Se encaminó hasta ahí enojado por la interrupción de su sueño y dispuesto a arrastrar a Kei a su recámara después de escuchar su explicación. Por más buena que esta fuera no remediaría el haber despertado a su cansado (e irritado) padre. Pero cuando escuchó las voces detrás de la puerta se quedó quieto.

—Aw, aw, ya fue suficiente, suéltame.

—¡Deja de reír, demonios! ¡Quédate quieto!

—Suéltame, no puedo parar.

—Kei...

—Está bien, está bien.

Sasuke soltó a su sobrino cuando comprobó que este dejaba de reír. Había entrado unos minutos antes, con un candelabro en la mano que inmediatamente había dejado sobre la mesa al comprobar que se encontraba frente a su tío Sasuke, quien sostenía una bolsa de hielo sobre su quijada y se había quedado sorprendido al verlo aparecer. Luego se le había quedado mirando por un rato hasta que, haciendo su cabeza a un lado, había soltado una risa entre dientes que después desembocó en una bien definitiva carcajada; había comenzado a reír como nunca lo había hecho antes. Era verdad, Sasuke no había presenciado anteriormente la risa de su sobrino, y presenciarla y escucharla a las cuatro de la mañana rodeado del silencio del alba era algo que lo incomodaba tremendamente, además podría despertar a Itachi y entonces sí que su noche estaría completa.

Sasuke no sabía por qué había regresado a casa de su hermano, entre las pocas ganas que tenía de regresar a su departamento y sus repentinas ganas de conducir un poco más lejos de su ruta habitual había llegado a las cercanías de la casa de Itachi. Sin darse cuenta se encontraba en una calle familiar y con el dolor de su cabeza y el malestar que sentía en general se había detenido frente al edificio de su hermano.

No sabía qué esperaba obtener de ahí. Por lo pronto necesitaba algo frío para poner en su cara que le había comenzado a doler hacía quince minutos cuando se encontraba conduciendo, así que cuando estuvo dentro de la casa se dirigió a la cocina sin emitir el menor ruido.

Y en verdad no había hecho ningún ruido. Un ladrón hubiera sido un terremoto en comparación a lo silencioso que podía ser Sasuke Uchiha cuando se lo proponía. Lamentablemente para él, Kei era un Uchiha como él y además de eso era uno con un oído excepcionalmente aguzado en comparación con el resto. No ayudaba que su habitación fuera la más cercana a la cocina de la casa, ni que tuviera el sueño ligero. El pequeño monstruo se había comenzado a reír de él en cuanto había visto la condición en la que se encontraba. Sasuke solo podía aguantar tanto por una noche.

—¿Y?

Sasuke le devolvió una mirada despectiva cuando se dio cuenta de la expresión divertida que adornaba el rostro de su sobrino. Kei no se inmutó, ni cambió de expresión al verla, sintió que era diferente a las miradas despectivas que estaba acostumbrado a recibir de Sasuke y eso lo animaba aun más.

—¿Quién te hizo eso?

Sasuke volvió a apretar la bolsa con hielo sobre su cara y desvió la mirada.

—No te incumbe.

Kei comenzó a reír pero paró cuando Sasuke le envió una mirada asesina. Aunque todavía se reía entre dientes.

—Debió haber sido alguien muy fuerte. Para dejarte una marca.

Sasuke volteó a ver a su sobrino que sonreía de oreja a oreja y parpadeó unos minutos. ¿Desde cuándo Kei mostraba ese tipo de admiración por él? Kei debía tener en mucha consideración a Sasuke como para considerar que Sasuke no sería derribado por cualquiera (aunque tenía toda la razón, claro) y lo peor era que no parecía darse cuenta de lo que había implicado. Sin saber en qué momento sus gestos se ablandaron y una de sus manos cayó sobre la mesa.

—¿No deberías estar durmiendo? Ya es tarde.

Kei volteó a ver el reloj de la cocina y se quedó pensando antes de contestarle.

—Querrás decir temprano. Amanecerá en unas horas.

Sasuke estaba al corriente de esto pero no le dijo nada. No había dormido en toda la noche y se sentía cansado, pero por alguna razón la idea de acostarse y dormir no le atraía en lo más mínimo. La voz de Kei lo volvió a sacar de sus reflexiones.

—¿Dónde estuviste hasta estas horas?

Sasuke observó a su sobrino por unos segundos antes de enrollar sus ojos y darse por vencido.

—Con Naruto.

Kei abrió más los ojos al escuchar esto.

—No, no lo puedo creer.

Sasuke sonrió ante el rostro aterrado de Kei. Pero decidió que no era una hora para andar discutiendo ese tipo de cosas con un niño de la edad de su sobrino.

—También estaba Kyoko y su abuelo. Y Neji Hyuuga —dijo como último, casi había olvidado que el Hyuuga había estado con ellos gran parte de la noche, así de deslumbrante había sido la mera presencia de Naruto a su lado.

Kei lo miró desconcertado.

—¿Eh?

Sasuke extendió la mano y la depositó sobre la cabeza de Kei presionando hacia abajo para bajar su mirada.

—Estuvimos viendo películas —terminó por aclarar Sasuke, queriendo aplacar de una vez por todas la curiosidad de su sobrino.

—Oh —respondió Kei finalmente atando todos los cabos sueltos.

Por un momento ambos se quedaron en silencio. Pero seguidamente Kei le presentó una sonrisa de lado que pocas veces tenía ocasión de usar con su tío.

—¿Fue el papá de Kyoko quien te hizo eso?

Sasuke no le respondió, así que Kei comenzó a imaginar a una versión adulta de Kyoko golpeando a su tío Sasuke.

Itachi regresó a la cama cuando escuchó que Sasuke volvía a castigar a Kei por comenzar a reír otra vez. Realmente esos dos se estaban llevando mejor de lo que se imaginaba, el mayor de los Uchiha comenzó a sentir preocupación de que su tonto hermano menor le pasara alguno de sus malos vicios a su perfecto hijo Kei. Bostezando mientras caminaba hacia su cama decidió que tendría que tener otra plática con Sasuke en cuanto amaneciera.

*

El domingo por la tarde, Sakura junto con Shikamaru y Kiba habían decidido pasar el día en casa de Naruto, siguiendo una especie de rutina que se había iniciado hacía muchos años atrás. Eventualmente, todos los amigos de Naruto se pasaban el día en casa de este para ayudar a cuidar de Kyoko cuando aún era una bebé. Cuando esta creció y no necesitó la presencia constante de los adultos para vigilarla, las visitas comenzaron a acortarse hasta solo quedar los días domingos para que todos ellos se sentaran alrededor de la mesa de la cocina de Naruto a beber un poco de té y contar los acontecimientos de su semana.

Sakura trabajaba con Naruto en la misma sección de edición del periódico local. Se encargaban de procesar la información que los reporteros traían para que luego pasara al editor principal y después de tener su aprobación fuera llevada a prensa. No era la parte más emocionante de la rotativa, pero era un trabajo estable con el cual estaban contentos. El sueldo era poco y aunque Naruto anhelaba más que nada salir como los demás reporteros a cubrir una nota importante, sabía que el cambiante horario de ese cargo no era el más adecuado para cuidar de Kyoko.

Ese día, Sakura había traído a su hija Yuki para jugar con Kyoko. La hija de Naruto adoraba a la otra pequeña. Era una preciosa niña de cuatro años con el cabello negro oscuro y unos grandes y hermosos ojos verdes que eran motivo de fascinación a donde quiera que fuera. Yuki, a su vez, consideraba a Kyoko como su preciosa hermana mayor y la seguía a todos sitios con una adoración ciega. El padre de Yuki, Sai, era un pintor de mayor fama en el extranjero que en Japón y era debido a esto que pasaba la mayor parte del tiempo exponiendo sus obras en lugares de Norteamérica y Europa. Él y Sakura habían tenido un ligero romance hacía unos años y se habían casado; sin embargo, debido a la constante ausencia de Sai y al volátil carácter de Sakura se habían terminado separando definitivamente hacía un año. A pesar de esto, Naruto aún creía que ambos solo estaban siendo testarudos y que eventualmente las cosas volverían a la normalidad; Aunque Sakura estaba segura de querer divorciarse y criar a Yuki sola.

Shikamaru había asumido el cargo de la empresa de su padre dedicada a correos y fletes, por lo que pasaba sus días quejándose del poco tiempo libre que tenía y de lo mucho que odiaba todos los problemas que su trabajo le ocasionaban. Llevaba saliendo con Shiho, una joven que conoció en su época de la universidad, más de diez años sin que ninguno de sus amigos supiera a ciencia cierta si se tomaba la relación en serio. Ciertamente, Shikamaru, que tenía la edad de Naruto, no mostraba mayor interés en Shiho que el que mostraba por levantarse a tiempo para ir a trabajar, y aunque Ino y Sakura se habían puesto más de cien veces de parte de la paciente mujer no habían logrado nunca que Shikamaru respondiera a ninguno de sus reclamos y les confesara cuáles eran sus planes para el futuro con ella. Eventualmente, ambas amigas habían dado el caso de Shikamaru por perdido y trataban de ignorarlo por cuanto pudieran. Pero Naruto y Kiba sabían que en cuanto la pobre Shiho se encontrara una vez más en el radar de las dos, Shikamaru tendría que volver a escuchar los reclamos que la paciente Shiho nunca se atrevería a hacerle.

Kiba era el más desocupado de todos los amigos de Naruto, tenía dos hermanas mayores y sus padres que se encargaban de los negocios de su familia. Siempre había sido amigo de Hinata y Shino, y gracias a su personalidad sociable y a su terrible franqueza había llegado a convertirse en uno de los mejores amigos de Naruto cuando este enviudó. No tenía una relación estable conocida y el máximo lapso de tiempo que había logrado salir con una chica había sido dos semanas. Por alguna razón, las amigas mujeres en este extraño grupo no parecían estar sobre sus pasos a como lo estaban sobre los de Shikamaru, y Kiba gozaba de esta no ganada libertad con agrado.

Ese día, sin embargo, Kiba miraba algo preocupado a su amigo Naruto suspirar por décima vez y tomar un sorbo de su té mientras guardaba silencio. Sakura y Shikamaru se lanzaban miradas preocupadas sobre la mesa también, por lo que Kiba, que siempre había sido el más directo de los cuatro, se tomó la responsabilidad de indagar sobre el comportamiento bizarro de su amigo.

—Naruto, ¿te ha pasado algo? Parece que te hubieras dado cuenta que la vendedora de las verduras te robaba en el peso de las zanahorias —después de decir esto, Sakura miró a Kiba enrollando los ojos: él siempre con sus tontas comparaciones.

Naruto se encogió de hombros antes de contestar.

—No tengo nada.

—¿Hay algo que te está molestando? —Esta vez fue Sakura, que depositó la taza de té sobre la mesa para prestarle a Naruto toda su atención.

El joven padre lanzó otro suspiro y los miró sonrojándose al momento siguiente. Simplemente no podía decirles lo que había pasado la noche anterior en ese misma cocina. Tan solo recordándolo su corazón y comenzaba a acelerarse de una manera muy molesta.

—No es nada del otro mundo... —dijo a la larga, por decir algo— es sobre lo que hablábamos el otro día.

Sakura volvió a sonreír enseguida y se dispuso a explicar a Shikamaru y Kiba los planes de Naruto.

—Nuestro pequeño Naruto está listo para la vida social otra vez.

—¿Era eso? —intervino Kiba poniendo ambos brazos detrás de su cabeza— Ya era hora, hombre. Un poco más y comenzarías a quedarte calvo antes que tuvieras tu primera cita.

—Ja, ja. Muy gracioso, Kiba —fue la respuesta sarcástica de Naruto que seguía tomando lentamente su té.

—Ciertamente no es algo del otro mundo —volvió a iniciar Shikamaru una vez que Kiba y Naruto guardaran silencio—. Pero me parece extraño tu repentino interés por comenzar a salir. La semana pasada que Sakura te preguntó al respecto dijiste que no tenías tiempo para esas cosas.

Naruto volteó a mirar a su amigo y lanzó un suspiro de desaliento. No había otra forma de explicar su actitud más que contándoles ciertas partes de lo que le había ocurrido esa semana. Y lo mejor sería contarles lo acontecido con Kyoko y pedir sus opiniones.

Algunos minutos después, todos en la mesa rieron mientras se enteraban de la pequeña guerrilla que se había orquestado en la escuela de Kyoko durante cuatro años. Naruto estaba muy contrariado y no le veía la gracia a la situación.

—En verdad tengo que pedirle consejos a Kyoko —exclamó Kiba todavía riendo divertido—, hay un tipo que se va a trabajar todo el día y deja a su perro encerrado en su departamento hasta la noche. El pobre animal solo puede mirar a través de la ventana a la gente pasar. Quisiera romperle la puerta y sacarlo a un paseo.

—Demasiado problemático —le aseguró Shikamaru haciendo que Kiba desistiera de su idea.

—Aun así —los interrumpió Naruto volviendo la conversación a su cauce principal—, he decidido que Kyoko necesita una nueva madre. Así que comenzaré a salir otra vez, eso es todo.

—¿Ya has pensado con quién? —preguntó Kiba con una sonrisa de complicidad con Shikamaru.

Sakura interrumpió a Naruto antes que pudiera responder a la pregunta.

—Sora Ichikawa de la sección de administración es una amiga mía. Le hablé de Naruto y aceptó inmediatamente salir con él.

—Hay mujeres muy desesperadas a nuestra edad —dijo Kiba y recibió un golpe en la cabeza con un mantel cerca de Naruto por su comentario—. Ouch, oye, esa cosa está mojada.

—Como sea —Sakura volvió a interrumpir antes que la conversación se saliera de lugar otra vez—. Sora es una muy linda persona que no tiene compromisos y es dedicada a su trabajo. Estoy segura que tendrán muchos temas en común.

Shikamaru y Kiba intercambiaron miradas desilusionadas después de escucharla.

—¿Qué? —preguntó Sakura al notarlas.

—Sakura, no estás recomendando a alguien para un trabajo, estás hablando de una mujer para Naruto —Kiba parecía muy animado por la conversación de pronto—. ¿Cómo es su aspecto?

—Es bonita —respondió inmediatamente Sakura—. Y tiene un gran corazón.

Shikamaru y Kiba volvieron a intercambiar miradas.

—¡¿Qué? —Sakura protestó otra vez.

—En realidad no me importa mucho su aspecto —comenzó a replicar Naruto tratando de calmar a Sakura—, mientras se lleve bien con Kyoko...

Shikamaru lanzó un hondo suspiro y Kiba se levantó luciendo bastante ofendido.

—¡Naruto! No dejes que Sakura te lave el cerebro —le dijo histriónicamente, sacudiendo sus hombros unas cuantas veces para dar énfasis a su declaración—, no digo que ser responsable no sea importante, pero no por eso te vas a conformar con una tipa horrible que tengas que esconder por las noches para no asustarte.

Sakura se levantó a protestar inmediatamente, mientras Shikamaru y Naruto se reían veladamente para no echar más leña al fuego.

—No te preocupes, Kiba —intervino nuevamente Naruto ocultando la risa—, en realidad conozco a Ichikawa de vista y no está mal.

Sakura se cruzó de brazos y volvió a sentarse con un gesto triunfal. Kiba no estaba convencido.

—De todas formas, no veo por qué te tienes que quedar con la primera con la que comiences a salir. Yo te puedo presentar a una chica también que no está nada mal.

—Bueno... —Naruto comenzó a rascar su nuca con embarazo. Esas intervenciones no eran algo que él hubiera deseado que se realizaran. Quizá debía haberse quedado callado sobre ese asunto también.

—Lo menos que Naruto y Kyoko necesitan es ser envueltos con una de tus amiguitas, Kiba. Olvídalo —le soltó Sakura despiadadamente mirando al otro hombre con aire de superioridad.

—¿Qué quieres decir con amiguitas? —preguntó Kiba esta vez genuinamente ofendido.

Shikamaru los interrumpió antes que Sakura pudiera responderle.

—Bueno, a mí tampoco me parece que Naruto salga con una sola persona y se entusiasme con ella sin conocer otras posibilidades. Quizá haya algo mejor esperándolo en otro lugar.

Naruto se sonrojó mientras una imagen de unos sofocantes ojos negros cruzaba por su cabeza. Sacudió prontamente la cabeza para borrar tal imagen tan extraña.

—No digo que se tiene que decidir por Sora inmediatamente —Sakura se puso de pie y fue a la estufa a llenar su taza de té una vez más—. Pero no me parece que una mujer sea juzgada solo por su aspecto.

—Bueno, por ahora, veamos cómo me va con Ichikawa antes de pensar en alguien más —Naruto aún trataba de calmar los ánimos cuando sonó el timbre de la puerta.

Sakura que todavía estaba de pie salió a atender el llamado y se encontró con Kyoko y Yuki en el pasillo que jugaban con el nuevo cachorro de Kiba. Al pasar a su lado, le dio un guiño de complicidad a Kyoko, ante el cual ella forzó una sonrisa en respuesta.

Ino entró apresurada y disculpándose de lo tarde de la hora un segundo después. Sakura le dio un beso en la mejilla a modo de saludo, y después que ella saludara también a las dos niñas entró en la cocina junto con su amiga.

—¡Naruto! ¡Tengo a la chica perfecta para ti! —declaró muy entusiasmada tan solo ver a su apuesto y viudo amigo.

Shikamaru se comenzó a tomar de la cabeza mientras Kiba reía entre dientes.

—Es una amiga de Tenten y es la criatura más linda que hayas podido ver en tu vida. Junto con Kyoko y tú harían una familia de esas que salen en la televisión.

Sakura rompió inmediatamente los sueños de su mejor amiga.

—Olvídalo, Ino. Naruto saldrá con mi amiga Sora mañana después del trabajo. Y estoy segura que aunque no protagonicen una familia de la televisión serán muy felices juntos.

—¿Ah, sí? ¿Y en qué te basas para decir eso? —la otra mujer inmediatamente se puso frente a Sakura y de pronto todos los hombres presentes recordaron que tenían que estar en otro lugar; trataron de expresarlo a las dos mujeres enfrascadas en una batalla de miradas, pero ambas volvieron sus afilados ojos a ellos con tal pasión que todos se quedaron sentados muy quietos nuevamente.

—Lo sé porque trabajamos en el mismo periódico, tienen los mismos horarios y ella es muy responsable —explicó Sakura, segura que con solo eso bastaría para hacerle entender a su amiga que su intervención no era necesaria.

—¿Estás loca? ¿Quién se casaría con alguien solo por eso?

—Ino...

—Maki, la amiga de Tenten, es extraordinariamente bella y además ama a los niños. Sé que se llevará a las mil maravillas con Kyoko, y Naruto la amará en cuanto la vea. Están destinados a estar juntos.

—Oh, si de apariencia se trata, mi amiga Nana sería un buen prospecto también —Naruto miró horrorizado a Kiba que se atrevía a intervenir en la batalla de ambas. Cualquiera sabía que hacer algo como eso era equivalente a cometer suicidio—. Además está disponible y me dijo que estaba pensando empezar una relación seria.

—¡¿Cómo se te ocurre que una cualquiera podría convertirse en la madre de Kyoko?! —gritaron las dos mujeres a la vez.

Kiba se puso de pie muy ofendido.

—¡¡No es una cualquiera!! ¡No me atrevería nunca! Es una clienta de años de la veterinaria de mi hermana, tiene un gato siberiano que lleva a bañar todos los meses y es muy cariñosa con él —les dijo muy seriamente, y finalmente concluyó—. Es una excelente persona.

—Como sea, será la cita número tres —Ino parecía muy segura que las cosas se realizarían de acuerdo a sus planes y ni siquiera miró a Naruto para confirmarlo—. Primero tendrá que descartar a la número uno y tener la cita con su futura esposa en la segunda.

—No estés tan segura, Ino. Te aseguro que no habrá otra cita más que la de Sora.

—Entonces puede haber una cuarta cita —Shikamaru intervino cruzándose de brazos en su asiento. Naruto pensó que de pronto todos sus amigos habían decidido suicidarse en conjunto—. La otra vez Shiho...

—¡¿Ni se te ocurra decirnos que te cansaste de Shiho y se la dejas a Naruto?!

—¡Shikamaru, no te atreverías!

Shikamaru las miró enojado y esperó que guardaran silencio antes de contestar.

—Decía que Shiho me comentó sobre una amiga suya que rompió con su novio después de muchos años y que busca conocer a alguien nuevo. No creo que se niegue a salir con Naruto si se lo pide ella.

Sakura e Ino intercambiaron miradas de comprensión al terminar de escucharlo: la pobre Shiho contándole sobre una «amiga» que había roto su compromiso con su novio de varios años... Shikamaru ciertamente era un caso perdido.

—Bueno, entonces esa es la cuarta cita—dijo finalmente Ino lanzando un suspiro. Todavía estaba por verse si esta supuesta amiga existía realmente.

Naruto decidió que su oportunidad para intervenir había llegado.

—Les agradezco mucho el que se preocupen tanto por mí y Kyoko, pero no creo que sea conveniente que me arreglen tantas citas de una sola vez... las demás personas podrían ofenderse y no quisiera causar ninguna molestia...

Los cuatro amigos se miraron entre sí.

—Bueno, ya que tenemos el orden podemos ir diciéndoselos una por una cuando les llegue el turno. Estoy seguro que así nadie saldrá lastimado —Kiba volteó a mirar a los demás y estos asintieron de acuerdo.

—Pero ¿aún estarán disponibles si pasan más de dos semanas por vez? —preguntó inocentemente Naruto.

—No te preocupes por eso, Naruto —Ino le aseguró entre sonrisas—, cualquiera esperaría por ti.

—Nunca debes subestimar... —comenzó Shikamaru después de darle una mirada cómplice a Kiba.

—... lo desesperadas que pueden ponerse las mujeres —completó enseguida Kiba.

—¡¿Qué están diciendo ustedes dos?! —gritaron a la vez Ino y Sakura en protesta.

*

Kyoko apretaba con fuerza los puños sobre su regazo. Yuki se le acercó preocupada abrazando al pequeño cachorro Akamaru, le preguntó si le pasaba algo y Kyoko la calmó inmediatamente volviendo a sonreír. En su interior, una furiosa Kyoko pateaba la bolsa de práctica de su dojo de karate. Demonios, ella no se daría por vencida nunca. Ninguna de esas mujeres ganaría la batalla contra Kyoko Uzumaki. No después de todo lo que había tenido que pasar para que su padre depositara su confianza en ella nuevamente. Tenía que lograr que cada una de las citas de su papá fuera un completo desastre.

Inmediatamente se puso de pie decidida y, corriendo a su habitación seguida por Yuki, comenzó a urdir un nuevo plan.

 

+++++++++++++

 

Un poco más tarde que de costumbre. No sé si tendré tiempo de editar el siguiente mañana, así que lo más seguro es que lo suba el viernes.

Post a comment

Please login to post comments.

Comments

Nothing but crickets. Please be a good citizen and post a comment for hikarishiroki