Doce años: Chapter 5

Published Jan 14, 2013, 11:26:08 PM UTC | Last updated Jan 27, 2014, 11:10:39 PM | Total Chapters 16

Story Summary

Writen in spanish. SasuNaru. AU. Naruto es padre de Kyoko, y desde que su esposa Hinata murió se ha empeñado en criar a su hija de la mejor forma que puede, aun cuando Kyoko llega llorando de la escuela y acusa a un tal Kei Uchiha de hacer su vida miserable.

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Chapter 5: Chapter 5

Fandom: Naruto.

Calificación: mayores de 14 años.

Género: yaoi, drama, humor.

Declaración: el concepto y la idea original de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: todavía a salvo, pero habrá escenas yaoi por el medio y en el final.

 

 

Doce años

Capítulo 5

 

por Hikari Shiroki

 

 

Kyoko estaba terminando de cambiarse de ropa cuando escuchó unos golpes en su puerta. Se puso la chaqueta encima de su blusa a toda prisa y, aún abotonando el primer botón de la parte superior, la abrió y saludó con un beso a su padre que regresaba de hacer las compras.

 

—El papá de Kei Uchiha está fuera... dice que pusiste una grabación de su hijo en la escuela —a las primeras palabras de su padre, Kyoko cesó todo movimiento. Increíble. ¿El pequeño hipócrita la había ido a acusar con nada menos que su padre? Era algo intolerable (la señorita Kyoko que no sabe nada de la visita del suyo en iguales circunstancias a la casa de su enemigo, para todos ustedes) y no le parecía algo propio de un hombre.

 

Lanzando un suspiro resignado volvió a elevar la cabeza y fijó su mirada en los ojos confundidos de su padre.

 

—Sí, es cierto —y como viera que la expresión de Naruto cambiaba instantáneamente a una de horror agregó rápidamente—. ¡Pero se lo merecía! Recuerda lo que me hizo ayer. No podía quedarme tranquila sin devolverle la humillación.

 

—Kyoko... —Naruto no tenía palabras para expresar su enorme sorpresa. ¿Su pequeña hija era capaz de hacer algo tan atroz? Aún no podía creerlo.

 

—Papi... así estamos parejos. Prometo no hacer nada parecido de aquí en adelante.

 

Naruto salió de su estupor y le dedicó a su hija una mirada analítica por unos segundos.

 

—Aún no puedo creer que le hayas hecho eso a otro ser humano solo para vengarte, ¿no te dabas cuenta de que actuabas mal?

 

Pero después de escucharlo quien se quedó perpleja fue Kyoko. ¿Ser humano? ¿Kei Uchiha un ser humano? Su padre no comprendía con exactitud la escala de la humillación que su hija había sufrido el día anterior. Lo próximo que le diría sería que debía pedirle disculpas al Uchiha y el infierno se enfriaría antes de verla haciéndolo.

 

—No he hecho nada malo. En todo caso, él me hizo algo peor. ¡Se lo merecía! —Kyoko apretó fuertemente sus puños mientras le respondía a su padre, queriendo lograr que esa importante aclaración entrara en su cabeza.

 

—¡Kyoko! Estoy muy decepcionado de ti —exclamó de pronto su padre adoptando una actitud por demás seria—. No te he criado para que seas un individuo vengativo que goza con el sufrimiento ajeno y no admite cuando está en un error. Le debes una disculpa al niño Uchiha.

 

Kyoko abrió enormemente sus redondos ojos azules. Su padre no podía estar hablando en serio. Tenía que ser una broma. Sí, eso debía ser. Era imposible que su padre se pusiera del lado del Uchiha, sencillamente no podía ser.

 

—¿Has olvidado lo que me hizo...?

 

—A mí no me importa cómo y qué hace un niño que no es mío —la cortó inmediatamente Naruto cruzándose de brazos y adoptando una seriedad que muy pocas veces tomaba con ella—. Lo que me preocupa es la forma cómo te comportas tú y el daño que haces a otros con tu comportamiento. Quiero que reflexiones sobre tus acciones.

 

—¿Yo? ¿Qué hay de él...?

 

—Kyoko, ya te he dicho que...

 

—¡No lo entiendes! ¡¿Él me hizo todo eso y yo debía quedarme callada sin hacer nada?! ¡Tú siempre me dijiste que me defendiera cuando alguien fuera malo conmigo!

 

—¡Te dije que te defendieras pero nunca te enseñé que fueras revanchista y que el hacer sufrir a otros era algo para alegrarse! —Naruto no podía creer que su hija no estuviera arrepentida de lo que había hecho—. No eres mejor de lo que él fue contigo, ¿te sientes bien con eso?

 

Kyoko bajó la mirada un momento, sus ojos azules comenzaban a llenarse de lágrimas.

 

—Kei Uchiha vino a disculparse contigo. Eso toma mucho valor. Y tú usaste sus disculpas como un medio para burlarte de él y ahora no tienes el suficiente valor para admitir que estabas en un error y pedirle disculpas tú a él. ¿No te sientes mal al saber eso?

 

—¡¡¡Tú no me entiendes!!! ¡¡Yo no hice nada malo!! ¡¡Él se lo merecía y nunca le pediré disculpas!! ¡¡¡Nunca!!!

 

Kyoko comenzó a llorar de pie, apretando muy fuertemente sus puños contra los lados de su cuerpo. Pero Naruto no se movió para consolarla. Aún seguía con su expresión severa de brazos cruzados frente a ella y parecía no compadecerse del sufrimiento de su hija. La pequeña no pudo más y se echó a llorar en el borde de su cama, cubriendo su rostro con sus manos.

 

Unos minutos después escuchó la puerta de su cuarto abrirse y luego cerrarse de nuevo. Su padre ya no estaba en la habitación.

 

*

 

En ese momento, en el penthouse Uchiha, Sasuke se encontraba sentado al lado de Kei en la habitación de este último. Estaba fumando un cigarrillo mientras Kei se encontraba muy concentrado mirando una pelusa que se había formado en la alfombra frente a su cama. Por momentos sentía que debía levantarse y eliminarla pero finalmente, al no animarse a mover sus músculos para salir de su acogedora cama, esta estaba sobreviviendo más de lo habitual. Estaba reflexionando sobre cómo se habría formado en primer lugar ya que no tenía nada en su habitación que la hubiera causado —quizá había venido rodando de la sala cuando su puerta cayó bajo la patada de su padre—, y luego comenzó a medir las posibilidades de cambiar la alfombra aunque solo tenía un año de uso. Quizá cambiar el mobiliario también de paso; últimamente, el color celeste de las paredes lo alteraba.

 

Sasuke observaba a su sobrino de vez en cuando sin decir palabra. Cuando por fin se había animado a asomarse por sobre la puerta vencida por Itachi unos momentos antes, había encontrado a Kei sentado sobre su cama, sus frazadas cubriendo la mitad de su cuerpo y abrazando sus rodillas contra su pecho. No recordaba haber visto nunca a un niño del clan Uchiha en un posición similar —no recordaba haber visto a ningún niño de ninguna casa en una actitud similar para tal extensión—, ni siquiera cuando uno de sus padres había muerto o algo realmente malo les había ocurrido; algo le decía que no era recomendable que Kei estuviera solo en esos momentos. Lo que sea que estuviera pasando por la cabeza del pequeño no podía ser nada bueno. Pero Sasuke no tenía la paciencia para preguntárselo. Además, qué podría hacer él, nunca había sido bueno para consolar a nadie.

 

Una hora después, en la que tuvieron tiempo de habituarse a la presencia del otro, Kei finalmente se animó a hablar o, en su caso, a interrogarlo.

 

—¿A dónde fue papá?

 

—Quién sabe.

 

La respuesta había sido cortante y altanera para un estándar común, pero para Kei Uchiha, que estaba acostumbrado a que Sasuke jamás se preocupara por él o que le respondiera nada cuando estaba siendo obligado a cuidar de él, decía mucho sobre el modo en que Sasuke estaba a su lado en ese momento.

 

—Oye —le dijo después de un momento más.

 

—¿Hn?

 

—... gracias...

 

Sasuke cerró los ojos por un momento. Luego apagó su cigarrillo en el cenicero que había traído de la sala y que había depositado con cuidado a su lado en la cama. Tomó un momento más para que volteara a ver a su sobrino con una expresión indescifrable y otro más para que apoyara su pesada mano en la cabeza de un sorprendido Kei.

 

—Te estás ablandando de un tiempo a esta parte —y antes que el niño pudiera responderle o pedirle que quitara su mano de su cabeza prosiguió—, ¿qué te ha pasado?

 

Kei se encogió de hombros y desvió su mirada. Le costó un enorme espacio de tiempo responderle.

 

—Lo grabó —le confesó casi tímidamente al cabo—. Anoche.

 

Sasuke estaba a punto de encender otro cigarrillo cuando la respuesta de su sobrino lo detuvo. Volteó a verlo ligeramente sorprendido por un momento y luego retiró la mano que había apoyado en su cabeza.

 

Cuando Kei escuchó a su tío Sasuke reír por primera vez en toda su corta vida, su primera reacción fue aterrarse. ¿Era posible que algo hubiera causado la suficiente impresión en Sasuke como para hacerlo reír? Luego recordó que la causa de este acceso de risa en particular era él y su expresión de terror cambió inmediatamente a una de furia.

 

Nunca pensó que se enfrentaría con su tío a tan temprana edad. Estaba seguro que eventualmente, en el futuro, tendría que darle una paliza a Sasuke por todas las veces que lo había hecho sentir miserable con sus miradas y estaba casi seguro que Sasuke quería enfrentarse con él desde hacía un tiempo igualmente considerable por razones personales. Pero ahora que se encontraba sujetando a su tío con todas sus fuerzas en la cama y tratando de golpearlo, sin mayor éxito, no sabía explicarse por qué se imaginaba su pelea final en lo profundo de un bosque sin ningún testigo alrededor. Ciertamente, en el momento actual, no había testigos ni una sola persona que los detuviera, pero no era exactamente como la había imaginado.

 

Al poco rato, Sasuke le dio un empujón que lo dejó aplastado contra la pared opuesta de su cama, pero Kei no esperó a caer al suelo para volver a lanzarse contra su tío que se puso de pie en ese momento y recibió el peso entero de su sobrino con sus brazos antes de girarse y hacer que cayera sobre su cama. Estuvieron así un buen rato, Kei tratando de conectar un golpe contra Sasuke y su tío simplemente evadiéndolos o dándole empujones certeros para que cayera al suelo, cama o alguna pared.

 

Cuando Kei finalmente estuvo demasiado cansado para moverse más se quedó tendido sobre la alfombra con los brazos y las piernas extendidos y tomando grandes bocanadas de aire. Sasuke se paró por encima de él, prendió el cigarrillo que aún tenía en sus manos y le dijo lo siguiente:

 

—No tienes técnica. ¿Qué tal un poco de práctica en el dojo del clan?

 

Kei aún recobraba el aliento cuando le respondió.

 

—Papá dice que no lo necesito... además,... no hay nadie ahí que pueda... entrenarme...

 

Sasuke se quedó pensando un momento esto y asintió con la cabeza. Los grandes maestros que habían impartido las clases de autodefensa y ataque a Itachi y a él habían sido designados a otros puestos de seguridad hacía muchos años. Ahora el dojo familiar se encontraba desocupado la mayor parte del tiempo, a no ser por los temporales sirvientes, manteniendo todo listo y preparado en caso alguien quisiera visitarlo. Itachi podría haber asignado a alguien más para enseñarle a su hijo, pero dudaba que tuviera el tiempo y el interés en hacerlo. Para su hermano, Kei era perfecto de la forma cómo era, no necesitaba nada más.

 

—Entonces, ¿qué tal si yo lo hago? —declaró finalmente Sasuke, pensando que meterse a estropear un poco a su sobrino sería algo divertido, si al final del día Itachi se encontraba con la sorpresa— Te cuido por las tardes y más vale perder el tiempo entrenándote que perder el tiempo viéndote dormir todo el día, ¿no te parece?

 

Kei le devolvió una mirada que significaba que no apreciaba sus palabras en lo más mínimo. Sasuke comenzó a reír otra vez. Kei deseaba tener las fuerzas para estrangularlo.

 

—¿Puedes parar de hacer eso? —era una orden, Kei podía ser muy vago en las técnicas de pelea, pero en cuanto al tono despectivo de los Uchiha muchas veces superaba al mismo Sasuke. Aunque ni siquiera ambos estaban cerca del grado que había logrado Itachi.

 

—Está bien —Sasuke le extendió la mano y lo levantó de un tirón cuando Kei le devolvió la suya. De lo cual se arrepintió en instantes, su pobre brazo le dolía más que nunca—. Pero debes admitir, que te la hizo muy buena, para ser una niña.

 

Kei lo observó indignado unos momentos, pero como Sasuke comenzara a reír una vez más, el pequeño Uchiha no tuvo más remedio que enrollar sus ojos y asentir con desgano momentos después.

 

*

 

Itachi llegó a casa tarde, había tenido que ir de un extremo de la ciudad al otro, ida y vuelta, y eso lo había dejado de mal humor. Además estaba el pequeño detalle que no había logrado su cometido principal al hacer ese viaje, que era que la niña Uzumaki le diera unas bien merecidas disculpas a su hijo Kei. Las acciones de la pequeña habían hecho que su hijo se descontrolara por un momento, lo cual era algo inaceptable para cualquier miembro del clan Uchiha, y eran completamente inconcebibles para el heredero del clan.

 

Todo el camino a casa se puso a pensar que tal vez no había reconfortado lo suficiente a Kei antes de salir. Recordaba que una vez que había logrado que su hijo respirara normalmente y le contara lo acontecido en la escuela, lo cual no ocurrió en más de una hora después porque Kei estaba renuente a decirle absolutamente nada, su hijo Kei había recobrado su calma habitual, mas no su ánimo de cada día.

 

Era por eso que al regresar a casa, Itachi estuvo lo más próximo a adoptar una expresión perpleja cuando se encontró a Sasuke y Kei moviéndose alrededor de la cocina y acomodando los alimentos encima de la mesa con lo que parecían ser claras intenciones de almorzar juntos.

 

Kei lo saludó respetuosamente y le preguntó, un poco dudoso, si quería comer con ellos. Itachi asintió después de un momento en que observó a su hijo con ojos de águila y tomó asiento. Al parecer, Sasuke se había encargado de cocinar, algo que rara vez hacía, y Kei lo estaba ayudando a servir la comida en los platos.

 

—¿A dónde fuiste? —Itachi volteó a ver a Sasuke cuando este se sentó a su lado mientras Kei seguía poniendo platillo tras platillo sobre la mesa para el almuerzo.

 

—Ningún lugar importante —fue todo lo que Itachi le respondió a su hermano tomando sus cubiertos y comenzando a comer sin mayor preámbulo.

 

Sasuke entrecerró sus ojos ante esta respuesta pero no le preguntó nada más. Estaba claro que a donde quiera que había ido tenía que ver con Kei, y después de escuchar lo que había pasado por boca de su sobrino y conocer a su hermano, no le quedaba ninguna duda de a dónde se había ido a meter hasta esas horas. Sasuke solo esperaba que hubiera habido sobrevivientes en la casa Uzumaki a los cuales rescatar eventualmente. Hundiendo su propio tenedor en su plato comenzó a comer con una expresión preocupada en el rostro.

 

*

 

La casa Uzumaki estaba sumida en silencio. Naruto estaba sentado junto con Minato en la cocina. Le había terminado de contar lo que había ocurrido con Kyoko hacía un buen rato y seguidamente, al no obtener una opinión en claro de su padre, se había ido a traer el libro de Hinata de su habitación. Minato miraba cómo su hijo pasaba página tras página seguro de que podría encontrar una respuesta para su predicamento entre esas hojas con algo de pesadez. Naruto era su hijo y siempre tenía las mejores intenciones, pero algunas veces era demasiado obstinado.

 

Al cabo de un rato, Minato decidió interrumpir su lectura.

 

—¿Qué es lo que te preocupa más de este asunto? —comenzó a preguntarle— ¿El que Kyoko se niegue a pedirle disculpas al niño Uchiha o el que esté tan empeñada en que tiene la razón?

 

—Me preocupa que no se dé cuenta que ha actuado mal —Naruto le respondía sin apartar la vista del libro y continuando con el pasado de las páginas—, que me grite que no la comprendo y que sienta que no lo hago... Se está volviendo testaruda y me asusta pensar que yo soy el culpable de que se comporte de esa manera.

 

—Naruto —Minato apoyó su mano en el brazo de Naruto para detener su pasado de hojas por un momento—, todos los padres nos echamos la culpa cuando pasa algo con nuestros hijos, es natural pensar así.

 

—Sí, bueno. Quizá es porque en realidad sí tenemos la culpa.

 

Minato lanzó un hondo suspiro y se dio por vencido. Estaba acostumbrado a lo testarudo que era su hijo cuando una idea se le metía en la cabeza y al parecer Kyoko no solo había heredado los ojos azules de su padre.

 

—¿La obligarás a disculparse?

 

—Si es necesario —Naruto se puso de pie y se dirigió al teléfono para buscar un número telefónico en la libreta que había al lado—. Tengo que llamar a Sakura primero, había quedado en salir con ella y unos amigos esta noche.

 

Minato se sorprendió un poco por eso. Naruto no acostumbraba salir de casa ni siquiera los fines de semana y era más probable que recibiera visitas a que él las hiciera.

 

—¿Esta noche? ¿Es el cumpleaños de alguien?

 

—No... —dijo algo apenado por un momento— ¿recuerdas lo que conversamos el otro día? Sobre la falta de una figura materna de Kyoko y todo eso... Estaba pensando en salir con una amiga que Sakura me presentó recientemente... no la conozco tan bien aún pero...

 

—Espera, espera. ¿Me estás diciendo que estás buscando una nueva madre para Kyoko? ¿No es un poco repentino? —Minato estaba sorprendido por el giro que había comenzado a tomar la historia.

 

—No, es lo que Kyoko necesita ahora más que nunca —dijo su hijo hablando ahora convencido—. Esta situación lo demuestra, no puedo seguir haciendo esto yo solo.

 

—Naruto, eso no tiene nada que ver con... —Minato dijo por su parte, siendo interrumpido inmediatamente.

 

—Claro que tiene que ver —dijo Naruto vehementemente—. Kyoko dice que yo no la entiendo y quizá no lo hago. Yo solo puedo ver una mala acción que merece una disculpa, me preocupa más enderezar su carácter ahora que sentarme con ella a escuchar lo que le molesta de la situación. No tengo la paciencia para hacerlo si ella se empeña en no ver dónde está errada.

 

—Pero Naruto, eso le pasaría a cualquiera —razonó Minato conciliadoramente—. Tú eres tan testarudo como ella y lo sabes bien. Solo es cuestión que alguno de los dos ceda y la paz regresará.

 

Naruto no le respondió, estaba ocupado marcando el número de la amiga de Sakura para excusarse por esa noche. Así que tampoco notó cuando Kyoko entró calladamente en la cocina y se quedó parada detrás de su padre esperando que terminara de hablar por teléfono.

 

—Papi —dijo inmediatamente después que Naruto colgara el auricular en el teléfono de la cocina, asustando a su padre en el proceso, lo cual hizo que se encogiera de hombros por un segundo antes de volver sus ojos a los de su pequeña hija—, lo siento, tú tienes toda la razón. Iré a pedirle disculpas a Uchiha.

 

Naruto se quedó petrificado en su lugar, Kyoko aún tenía rastros de lágrimas en sus mejillas pero tenía una expresión decidida en su rostro que le decía que hablaba muy en serio. Por un momento, Naruto deseó saber leer la mente para poder meterse en el cerebro de su hija y averiguar qué era lo que hacía que cambiara de actitud en una forma tan repentina y opuesta.

 

Para suerte de ambos, Minato vino en su rescate al ver que ninguno de los dos se atrevía a decir nada más.

 

—Bueno, ya lo ves, Naruto. Kyoko ha pensado mejor las cosas y te da la razón. ¿No estás contento por eso?

 

Naruto miró a su padre un momento y luego volvió a fijar sus ojos en su pequeña hija.

 

—¿Estás arrepentida de lo que hiciste? —le preguntó como para asegurarse.

 

Kyoko agitó inmediatamente la cabeza en forma afirmativa.

 

Naruto se acercó a ella y la abrazó como respuesta.

 

—Gracias. Discúlpame por haber sido tan duro contigo hace un momento.

 

Kyoko le devolvió el abrazo con mucha fuerza.

 

—No, papi, tú tenías razón. Perdóname por ser tan testaruda, seré buena a partir de ahora. Te lo prometo.

 

Naruto sonrió aliviado y besó la frente de su hija.

 

—Ven, tendré que calentar el almuerzo otra vez pero lo mejor es que comas algo antes que salgamos —Kyoko asintió nuevamente y se encaminó hacia la despensa para ayudar a su padre a poner la mesa para el almuerzo.

 

*

 

Lo que en realidad había pasado era que Kyoko se había quedado llorando todo ese tiempo en su habitación. Estaba convencida que tenía la razón y su padre no la comprendía. Simplemente no había nada más qué analizar al respecto. Kei Uchiha merecía lo que recibió y Kyoko estaba en todo el derecho de ser quien aplicara el castigo. Estaba muy molesta con su padre por pretender que se disculpara con su enemigo jurado de toda la vida. Unos momentos después, la rabia fue tanta que decidió salir a decirle a su padre exactamente eso, que primero se mordería la lengua hasta morir antes que ofrecerle disculpas al despiadado Uchiha.

 

Pero en cuanto salió de su habitación y se paró frente a la puerta de la cocina dispuesta a hacer una entrada dramática con el azote de la puerta, no pudo evitar escuchar la conversación que estaban teniendo en esos momentos su padre y abuelo. Kyoko escuchó a su padre diciendo que iba a buscar una nueva madre para ella, que no podía seguir haciéndolo solo, que no la entendía y la situación era muy difícil para él.

 

Kyoko sintió como si todo el aire abandonara repentinamente sus pulmones. Su padre se sentía tan mal por su comportamiento que creía que no podía criarla él solo y... ¿estaba buscando una nueva madre para ella? ¿Iba a traer una mujer a la casa que se haría pasar por su madre? ¿Una mujer que sería la esposa de su padre? ¡¿Su padre quería casarse otra vez?! Pero... ¡¿y qué sería de ella?! ¡¿Sería que su padre querría a esta nueva mujer más de lo que la quería a ella?! ¡Imposible! ¡No podía permitir que algo así ocurriera!

 

Muy en el fondo, Kyoko estaba avergonzada de que su comportamiento hubiera hecho pensar a su padre que no estaba haciendo una buena labor al criarla solo. Pero lo que más sentía en ese momento era pánico. Pánico de que su padre consiguiera una nueva mujer y se olvidara para siempre de ella.

 

Desde que tenía memoria siempre habían sido los dos. Su padre siempre había estado a su lado y Kyoko se sentía la persona más importante en su vida. No iba a permitir que viniera una mujer cualquiera a ocupar el lugar que antes que ella llevaba su madre. Y mucho menos iba a dejar que alguien apartara a su padre de su lado.

 

Decidió que lo primero que tenía que hacer era demostrarle a su padre que no necesitaban a ninguna otra mujer en la casa. Si Naruto necesitaba a alguien que lo ayudara a entenderla, ella se esforzaría el doble por ser una excelente hija. Lo primero que tenía que hacer era disculparse con el Uchiha. Le pesaría en el alma por el resto de su vida el hacerlo, pero si con eso recuperaba a su padre de vuelta lo haría. Una vez decidida, Kyoko abrió la puerta de la cocina y secándose las lágrimas esperó a que su padre terminara de hablar por teléfono para darle toda la razón, como lo haría una hija obediente.

 

*

 

Kei estaba en su cuarto terminando sus tareas, mientras Itachi y Sasuke esperaban a los repartidores de la mueblería que les traerían una nueva puerta para el dormitorio del heredero Uchiha.

 

Itachi, muy a su pesar y por insistencia de su hermano, estaba terminando de contarle confidencialmente a Sasuke sobre su visita a los Uzumaki. Sasuke estaba sorprendido que su hermano hubiera regresado sin matar a nadie y se preguntaba si algo que no le había querido confesar había ocurrido en su corta estancia en la casa de Naruto.

 

—Dijo que la traería para disculparse pero... —Itachi lanzó una ojeada a la entrada del cuarto de su hijo sin puerta— no creo que haga falta ahora.

 

Sasuke siguió la mirada de su hermano y se cruzó de brazos. Kei parecía más calmado después de su «pequeña» conversación del mediodía. Ya no había vuelto a insistir con el tema de la escuela y después de comer había anunciado que tenía que hacer una tarea para una clase, luego de lo cual se había retirado a su habitación y había permanecido sentado en su escritorio escribiendo en su computadora personal.

 

—Ya quedaron a la par. Espero que no empiecen otra vez mañana —Itachi levantó una de sus cejas ante el comentario de su hermano, ¿desde hacía cuándo Sasuke se preocupaba tanto por los asuntos de Kei? Sasuke lo vio y le devolvió el gesto. Itachi no le dijo nada a pesar de esto.

 

El sonido del intercomunicador de la casa interrumpió el incómodo silencio. El Uchiha mayor se puso de pie y fue a contestarlo. Después de colgar, le indicó a Sasuke que los hombres de la mueblería habían llegado y necesitaban confirmar los papeles en el lobby antes de subir. Sasuke se pasó la mano desde la frente hacia la cabeza mientras se encaminaba a seguir a su hermano. Le gritó a Kei que volverían en un momento y salió con Itachi.

 

Kei escuchó que Sasuke le decía que saldría un momento con Itachi a través de la pared de su habitación, pero no se movió de su escritorio ni hizo otro ademán de querer averiguar a dónde se habían dirigido los dos hermanos juntos. De todas formas no se tardarían mucho, de lo contrario no lo hubieran dejado solo.

 

Pero cuando estaba apenas retomando el hilo de la explicación para su asignación sobre economías políticas, escuchó un par de golpes en la puerta principal. Por un momento, se quedó preguntándose si su padre o Sasuke habían olvidado sus llaves al salir de la casa. Pero lo descartó como improbable, ni su padre ni tío eran nunca tan descuidados.

 

La llamada a la puerta se volvió a repetir, por lo que Kei no tuvo más remedio que ponerse de pie y salir a contestar. Era imposible que fuera alguien más que Itachi o Sasuke regresando por algo, después de todo, las visitas eran siempre anunciadas por el intercomunicador del hall antes de permitírseles subir a los pisos de departamentos.

 

Kei abrió la puerta sin mayor preámbulo y se quedó paralizado al ver a las dos personas frente a él.

 

—Buenas tardes —la voz de Naruto se escuchaba calmada y amigable. Mirando a Kei con una sonrisa algo afectada.

 

Kei inclinó la cabeza un milímetro en señal de saludo antes de hacerse a un lado e indicarles que entraran. Naruto, que tomaba de los hombros a Kyoko dio un paso al frente y su hija se vio obligada a darlo también. Naruto pensaba que sería suficiente quedarse en la entrada para que ella le ofreciera sus disculpas al niño Uchiha, pero al parecer Kei tenía otra idea. Cerró la puerta tras ellos e inmediatamente se dirigió a su enorme sala, indicándoles con un gesto silencioso que lo siguieran.

 

Kyoko, que no había abierto la boca desde que Kei Uchiha le abriera la puerta, respiró hondo antes de dirigirse con paso firme a la estancia de la casa. Naruto, admirado, la seguía con curiosidad. Nuevamente volvió a sorprenderse por la enorme sala del penthouse y a pensar que en realidad era lo suficientemente grande como para duplicar el tamaño de su departamento por completo.

 

Kei les indicó que se sentaran y cuando lo hubieron hecho, él también lo hizo.

 

—¿No se encuentra tu padre en casa? —en vista que ninguno de los dos niños iniciaba la conversación, Naruto trató de iniciarla él mismo.

 

—Ha salido un momento con mi tío —y agregó—. No creo que tarden mucho.

 

Naruto asintió y volvió a mirar a su hija Kyoko, esperando que comenzara con su disculpa en ese momento. Kyoko sintió la mirada de su padre y tomó valor para hablar.

 

—Uchiha —Kei posó inmediatamente su mirada en la niña Uzumaki—, quiero disculparme por mi comportamiento de esta mañana. Prometo no volver a comportarme de esa forma tan poco digna en el futuro.

 

Kei estuvo a punto de abrir la boca para responderle que no era necesario que se disculpara y que en realidad no había sido nada, cuando la puerta de la entrada se abrió de par en par y dos hombres extraños cargando una puerta en sus brazos se adentraron a la casa. Kei se había olvidado por completo del incidente de la puerta y por eso la llegada de una nueva lo agarró tan desprevenido como a sus dos visitantes.

 

Seguidamente, la llegada de Itachi y Sasuke cargando unos paquetes bajo el brazo mientras cerraban la puerta lo distrajo lo suficiente como para olvidar lo que estaba a punto de decirle a la niña Uzumaki.

 

Naruto vio entrar a Itachi y Sasuke, y un pequeño escalofrío comenzó a recorrer todo su cuerpo, se dirigió a Kyoko en voz baja y le dijo que como al parecer sus anfitriones estaban ocupados en ese momento, lo mejor sería retirarse. Kyoko asintió rápidamente con la cabeza y ambos se pusieron de pie. La compañera de Kei estaba contenta porque su tormento hubiera terminado tan rápido y se sentía aliviada por no haber tenido que escuchar ningún comentario desagradable por parte del Uchiha, solo a esto se debía a que se sintiera de mejor ánimo y portara una sonrisa de alivio en su rostro.

 

Sasuke se percató de la presencia de Naruto en el momento en que se ponía de pie y comenzaba a despedirse de Kei, así que dejó las bolsas que cargaba a un lado y se dirigió casi corriendo al lado de su ángel.

 

—Naruto, ¿has venido a visitarnos?

 

El interpelado dio un ligero saltó de sorpresa ante la aparición repentina del Uchiha a su lado antes de responder.

 

—Eh, sí, pero ya nos retirábamos...

 

—¿Tan pronto? ¿Por qué no se...?

 

—Señor Uchiha, buenas tardes —Naruto interrumpió, y descartó, la pregunta de Sasuke al saludar a Itachi que se había acercado hacia ellos.

 

Itachi le devolvió el saludo con una inclinación de la cabeza y luego bajó su mirada hacia la niña Uzumaki. Por un momento, una nube de tensión se esparció por la sala rodeando a todos los espectadores, aunque Kyoko no pareció notar el extraño fulgor que se desprendía de los fríos ojos de Itachi en cuanto la vio.

 

Como Itachi la estaba mirando sin apartar la mirada, la niña pensó que era su deber presentarse debidamente, y ya que estaba tratando de demostrarle a su padre que era una mujer que no necesitaba de nadie para cuidarla, no lo pensó demasiado y extendió su mano, en un gesto muy similar al que hacía más de cuatro años atrás se había ganado la enemistad de Kei.

 

—Mucho gusto, mi nombre es Kyoko Uzumaki —dijo con una seguridad tal que Itachi no tuvo más remedio que extender su mano y aceptar el apretón que la niña le ofrecía.

 

—Itachi Uchiha.

 

El resto de espectadores observaba el intercambio con un silencio incómodo. Pero cuando por fin soltaron sus manos, un larguísimo segundo después, todos respiraron más aliviados.

 

—Bueno, sé que están ocupados y Kyoko y yo ya nos retirábamos —Naruto tomó de los hombros a su hija una vez más y trató de dirigirla hacia la puerta en retirada. Ya habían cumplido lo que habían venido a hacer ahí y no quería arriesgarse a quedarse un minuto más en una casa atestada de yakuzas (porque para Naruto la familia Uchiha sería por siempre un clan yakuza), especialmente ahora que veía a dos hombres fornidos cargando puertas y herramientas dentro de la casa. Solo dios sabía lo que estarían construyendo más adentro. Naruto lo pensaba y no podía imaginar nada menos que un cuarto de torturas para sus frecuentes víctimas—. Kyoko, despídete.

 

Kyoko asintió con la cabeza y se dirigió nuevamente a Kei, quien, al escucharla, volvió a recordar lo que había querido decirle en un principio.

 

—Uchiha, te veré el lunes en la escuela. Hasta entonces —pero Kei ya no tuvo ocasión de decir lo que estaba pensando, Kyoko fue retirada inmediatamente de su vista por Naruto que la empujaba hacia la puerta con su tío Sasuke interrumpiendo cada uno de sus pasos.

 

—Naruto, ¿necesitas que te lleve a casa? Mi auto está afuera y…

 

—Muchas gracias, pero he venido en mi auto —Naruto le sonrió afectadamente una vez y se dirigió más rápido que nunca a la salida. Realmente, ese hombre, Sasuke Uchiha, lo ponía muy nervioso.

 

Sasuke seguía insistiendo en algo más, pero ni siquiera Kyoko le prestaba atención. Estaba más preocupada por sus propios problemas como para darse cuenta que el hombre frente a él estaba haciendo un claro intento de ganarse el favor de su padre. Naruto, por su lado, simplemente concluía aterrado que Sasuke, el asesino serial, lo había elegido como su próxima víctima. Estaba seguro que a partir de ese momento no podría dormir tranquilo por las noches y miraría cada rincón oscuro que pasara al caminar por las calles.

 

Finalmente, ambos Uzumaki estuvieron a salvo y camino a casa en el elevador. Dentro, ambos suspiraron aliviados por dos diferentes razones.

 

Sasuke estaba decepcionado. Naruto no respondía a ninguna de sus insinuaciones y era como si no las notara. Se preguntaba si no estaba siendo lo suficientemente claro al respecto. Quizá solo debería aparecer frente a él uno de esos días, quizá a la salida de su trabajo o de camino a casa, y preguntarle si quería ir a cenar con él. No creía que el ángel se rehusara, después de todo, nadie lo había rechazado jamás.

 

Mientras tanto, Itachi había observado con una ceja arqueada el comportamiento extraño de su hermano, y cuando este entró nuevamente en la casa después de despedir a Naruto y su hija en el ascensor no pudo menos que cruzarse de brazos.

 

—¿Qué crees que estás haciendo? —le preguntó yendo directamente al grano.

 

Sasuke se había olvidado por un momento que Itachi estaba parado en la misma habitación que la suya. Rayos.

 

—¿Qué? —le respondió evadiendo la pregunta.

 

Kei estaba acostumbrado a esto. Los intercambios de conversación en los que su padre y su tío se medían. Usualmente comenzaban con una ronda de preguntas en las que ninguno de los dos respondía nada y terminaba con unos certeros «Hn» al final de cada round. Típicamente, el ganador era el último en pronunciar uno de estos.

 

—¿Estás interesado en Naruto Uzumaki?

 

—¿Por qué te importa por quién estoy o no estoy interesado?

 

—¿No eres lo suficientemente adulto como para darte cuenta que una relación como esa solo te traería complicaciones?

 

—¿No estás ya cansado de tratar de meterte en mi vida sin que yo te haga el menor caso?

 

—¿Estás diciendo que tienes algo con ese sujeto?

 

—No es de tu incumbencia.

 

Kei levantó una de sus cejas, el primero en haber dejado de formular preguntas había sido Sasuke. Un punto para su padre.

 

—Supongo que no. Pero como tú no pareces notar que el sujeto Uzumaki es padre de una niña de la misma edad que tu sobrino, que no tiene ningún tipo de relaciones sociales importantes, y que encima de todo es HOMBRE, creo mi deber el advertírtelo.

 

Sasuke comenzó a usar una de sus miradas amedrentadoras, Itachi ni siquiera parpadeó.

 

—Si continúas con tus tonterías terminarás involucrando a Kei en esto —prosiguió el líder del clan—. Después de todo, él y la hija de Uzumaki asisten a la misma clase. Además que no considero correcto que juegues con un hombre que tiene responsabilidades más serias con las cuales lidiar. Aunque supongo que eso a ti no te importa.

 

—Tú no sabes nada de mí, ni de mis intenciones. Así que cállate.

 

Itachi levantó una de sus cejas. ¿Cuáles eran esas intenciones de su hermano? ¿Qué no era lo de siempre, perseguir algo que sería un nuevo escándalo para todo el clan hasta conseguirlo y después de jugar con ello por un rato, descartarlo y buscarse algo peor?

 

—Hn.

 

Sasuke escuchó el último gruñido de su hermano y haciendo un gesto algo crudo con la mano, se dirigió a la puerta, cogiendo sus llaves de la repisa donde las había dejado la tarde anterior, y salió inmediatamente de ahí. Kei estaba sentado en el sillón mirándolo retirarse y pensó que lo mejor sería si le hiciera caso a su padre por una vez. Después de todo, Naruto, el padre de Kyoko, no parecía ser del tipo de personas con las que su tío estaba acostumbrado a jugar. Y solo dios sabía lo que Kyoko le haría si se atrevía a herir a su padre.

 

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Reeditando nuevamente, sorry por el retraso ^^U.

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