Doce años: Chapter 11

Published Jan 14, 2013, 11:26:08 PM UTC | Last updated Jan 27, 2014, 11:10:39 PM | Total Chapters 16

Story Summary

Writen in spanish. SasuNaru. AU. Naruto es padre de Kyoko, y desde que su esposa Hinata murió se ha empeñado en criar a su hija de la mejor forma que puede, aun cuando Kyoko llega llorando de la escuela y acusa a un tal Kei Uchiha de hacer su vida miserable.

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Chapter 11: Chapter 11

Fandom: Naruto.

Calificación: mayores de 14 años.

Género: yaoi, drama, humor.

Declaración: el concepto y la idea original de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: todo tranquilo nuevamente.

 

 

Doce años

Capítulo 11

-…-

por Hikari Shiroki

 

-…-

-…-

 

 

Minato estaba preocupado por Naruto. La fiebre había cedido en la noche y, aunque un poco débil, su hijo decidió que una tonta gripe no iba a impedir que fuera a trabajar. Por la mañana, Kyoko había salido con él para asegurarse que llegara a salvo a su oficina. La nieta de Minato tenía a su disposición una movilidad particular que le había proporcionado la familia Hyuuga y que usualmente la esperaba en el estacionamiento de su edificio para llevarla y traerla del colegio. Naruto había mencionado que Sakura se había quedado con su auto el día anterior, así que no tuvo excusa que presentarle cuando Kyoko decidió que lo llevaría a su oficina si tanto insistía en ir aquel día.

 

Minato fue el último en dejar el departamento de su hijo. Tenía que entregar unos artículos para la revista a la que escribía con regularidad. Kakashi, su editor y amigo desde que llegara a Japón, siempre le proveía de ese tipo de trabajos eventuales mientras él se encontraba en el proceso de avanzar los capítulos para sus nuevos libros. Kakashi era un buen tipo, aunque a veces se pusiera temible cuando Minato fallaba en una fecha de entrega; cosa que no pasaba tan seguidamente como con el resto de escritores, si se ponían a ser honestos.

 

Todavía se preguntaba muchas cosas cuando subió a su auto y lo puso en marcha, uniéndose al tráfico unos segundos después. Le parecía extraño que Sasuke Uchiha, a quien primero había parecido temer más que a la muerte, de pronto se volviera tan amigo de Naruto como para invitarlo al cumpleaños de Shikamaru y luego aparecerse con él, enfermo, en la puerta de su casa. Ambos parecían algo tensos cuando llegaron, pero por la forma cómo Sasuke sostenía a Naruto —una mano en la cintura de su hijo y Naruto rodeando uno de sus brazos en el cuello— no parecía que esa tensión fuera suficiente como para alejarse corporalmente.

 

Quizá Minato estaba sobreanalizando las cosas, algo que también era muy propenso a hacer y que Kakashi le había dicho en más de una ocasión que  lo hacía lucir más como un estratega militar que como un simple escritor de novelas y artículos. Podía ser simplemente que se hubieran encontrado en el restaurante de Chouji de casualidad, como la última vez, y su hijo, con su amabilidad habitual, lo hubiera invitado a unírseles.

 

Esa era otra cosa que no terminaba de entender. Naruto solía hablar abiertamente con él de las personas que conocía, y su grupo de amigos no había sufrido una incorporación adicional en más de diez años. La última integración había sido Shiho, y solo porque Naruto y los demás se habían unido en avalancha contra Shikamaru para hacerlo traerla y presentárselas formalmente; por esto era que se le hacía repentino que apareciera una persona tan importante como para ser introducida por su propio hijo, quien apenas tenía tiempo para salir o pensar en otra cosa que no fuera su trabajo y Kyoko. Estaba enterado de las circunstancias por las que lo había conocido y no le parecían nada extraordinarias. Quizá simplemente había habido algo que le atraía del muchacho y logró sellar su amistad, pero hasta tal punto su hijo no le había comentado nada.

 

Minato comenzó a recordar las pocas veces que se había encontrado con Sasuke Uchiha. La primera vez casi no había tenido oportunidad de dirigirle la palabra y se limitó a observar y escuchar a Naruto hablando con él. La segunda ocasión había sido la noche anterior. El Uchiha tampoco había abierto la boca más que para preguntarle a Naruto si lo llamaba al día siguiente y Minato no había tenido tiempo de interrogarlo acerca de su noche. Lo único que sacaba en claro era que se habían encontrado la noche anterior, Sasuke lo había llevado a casa al notar que tenía fiebre y por alguna extraña razón Sakura, la compañera del trabajo de su hijo, había terminado con su auto hasta ese día. Además recordaba que Naruto había estado algo avergonzado al contarle dónde había ido a parar su auto cuando el tema del transporte los cogió desprevenidos esa mañana. Minato estaba realmente intrigado por esta situación. No le parecía que fuera tampoco algo tan importante como para estarlo tomando con cautela, así que en esa ocasión decidió que se lo preguntaría directamente a Naruto al llegar del trabajo ese día. Lo único que hubiera deseado era saber siquiera un poco más sobre este sujeto Uchiha, para estar prevenido.

 

Cuando llegó a las oficinas de su editorial, unas recepcionistas lo reconocieron y lo saludaron afablemente. Minato les devolvió una sonrisa y un gesto de mano, más que acostumbrado a ese recibimiento. Nunca había trabajado en un horario de oficina con esas personas, pero desde que se pasara todo un mes encerrado ahí para terminar su segundo libro, a instancias de Kakashi, los oficinistas podían recordarlo con cierta facilidad.

 

Había sido hacía más de veinte años. Kakashi lo había obligado a dejar a Naruto de aún cinco años a cargo de Rin, otra de sus amigas de sus primeros trabajos, para que el escritor pudiera cumplir con su fecha de entrega que llevaba muy atrasada. Cada día, por unos minutos, Naruto era llevado ante la presencia de su padre para almorzar y para que el escritor dejara de preocuparse por él y se concentrara en su trabajo. Fuera de eso, Kakashi había pasado las siguientes cuatro semanas torturándolo lentamente con todo tipo de castigos hasta que logró terminar a tiempo su segunda novela.

 

La crítica todavía valoraba ese trabajo como una de sus mejores entregas, pero Minato solo recordaba el encierro, el tiempo separado de su hijo y a Kakashi forzándolo a escribir hasta las cuatro de la mañana con una vara en la mano —no eran exageraciones, y no la usaba en él, pero sí que abusaba terriblemente del mobiliario cuando los cansados ojos de Minato hacían siquiera algo como pestañear por más de cinco segundos— y se le escarapelaba el cuerpo.

 

Kakashi era un buen tipo, cualquiera podría decirlo. Minato mismo podía decirlo sin pensar que mentía. Era tan solo que, a nivel personal, era un poco más difícil de sobrellevar que el resto de personas. No entendía cómo Iruka —un hombre a quien Kakashi conoció en sus días de la universidad y que había sido su pareja desde que Minato lo conociera por primera vez— podía vivir con una bestia sádica como él. Quizá eran muchos los beneficios en «otros aspectos» que hacían a Kakashi irresistible para el  otro hombre, pero Minato, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda, jamás sintió deseos de preguntar más a ese respecto.

 

Las puertas del elevador se abrieron y Minato descendió en el quinto piso. Inmediatamente encontró a Kakashi inclinado sobre el escritorio de una mujer haciéndole unas indicaciones sobre la pantalla de computadora frente a ella. Por la cara de la joven, esta no parecía tan interesada en sus explicaciones como en inclinarse imposiblemente cerca del editor, y su buen amigo no parecía demasiado preocupado por esta cercanía tampoco, aunque portaba una sonrisa tonta en el rostro que ciertamente no debería estar ahí en un momento tal. Minato entrecerró los ojos.

 

—¿Trabajando duro, Kakashi?

 

Kakashi pareció un momento sorprendido al reconocer la voz de Minato e inmediatamente se incorporó. Luego adoptó su rostro más serio, que era bastante convincente ante otras personas, pero no para Minato ni para aquellos que lo conocían bien.

 

—Como siempre y a diferencia de otros —le devolvió enseguida haciéndole un gesto para que se acercara.

 

—Sí, claro...

 

Una vez que Minato logró alcanzarlo, ambos se dirigieron a la oficina que se encontraba al otro extremo del piso. Era un lugar alejado del resto de oficinas y cubículos con empleados, y Kakashi lo había declarado su santuario en cuanto tomó el cargo de editor general, hacía unos años. Minato estaba más que familiarizado con ella, así que nada más entrar tomó asiento en uno de los confortables sillones de cuero negro y le entregó un pequeño disco que había llevado en su bolsillo todo ese tiempo. Kakashi lo tomó y comenzó a revisar el contenido en su computadora inmediatamente.

 

—Sabes que puedes usar el correo electrónico para enviarme los trabajos terminados, ¿no es así? Ahorraríamos el tiempo que te demoras en venir aquí —le dijo por llenar el silencio. Habían tenido esa misma conversación un millón de veces.

 

—No sé usar esas cosas —respondió pesadamente Minato—. Solo uso mi portátil para escribir y apenas y sé cómo grabar un CD con mis textos. Es Kyoko quien me dijo que apretara un botón dos veces y se grabaría... es lo único que sé hacer.

 

Kakashi lanzó un suspiro. Lo que seguiría en esa conversación era decirle que le pidiera a Kyoko que le enseñara a enviar correos también, y Minato le respondería que ya lo había intentado y que no había entendido nada, que lo dejara tranquilo con esas cosas. Luego agregaría que el hacer el viaje para dejarle el trabajo en la oficina le permitía salir y distraerse, así que no fuera tan canalla de quitarle una de sus últimas diversiones a un viejo abuelo como él.

 

Kakashi odiaba tener que levantarle el ego al decirle que se dejara de sus payasadas de abuelo, ya que no lucía para nada como uno. Lo único que hacía era que Minato lo mirara con condescendencia y se riera a su costa.

 

—Está bien —dijo una vez que comprobó que el contenido del CD de Minato estaba en orden—. Depositamos tu pago del artículo anterior esta mañana, ¿revisaste tu cuenta?

 

—No, acabo de salir de casa.

 

Kakashi no pareció divertido por ese comentario.

 

—¿Eh? Qué placentero suena levantarse a las diez de la mañana en un día laboral. Los escritores seguro y tienen una vida muy plácida.

 

Minato sabía a dónde lo llevaría esa conversación y no tenía el ánimo para discutirla tampoco. Ambos se conocían lo suficiente como para entenderse de esa forma.

 

—Kakashi... —le dijo como una advertencia.

 

—¿O es que te quedaste hasta tarde avanzando el otro artículo que te encargué hace tres semanas? —lo interrumpió su editor en un susurro.

 

Minato cerró la boca al ser recordado del otro artículo. Lo había olvidado por completo.

 

—La fecha límite es en una semana —casi cantó Kakashi al comprobar la angustia que habían causado sus palabras anteriores.

 

Minato comenzó a rascarse la cabeza exasperadamente.

 

—Ah —lanzó casi con un gemido— Lo terminaré, lo terminaré.

 

Kakashi sonrió. Seguro que lo terminaría, él mismo se encargaría de estar sobre su cuello cada día hasta la fecha de entrega para asegurarse de ello.

 

—Y tengo un nuevo trabajo para ti —le dijo divertido mientras daba una mirada entre los archivos de su computadora—. Tienes todo un mes para terminarlo esta vez.

 

—No, por favor, no más —le imploró Minato moviendo tajantemente la cabeza—. No puedo seguir haciendo tantos artículos a la vez. Necesito tiempo para comenzar a escribir mi nuevo libro.

 

Esto llamó la atención de Kakashi, que apartó la mirada de su computadora al instante.

 

—¿Nuevo libro? ¿Has traído el argumento?

 

Minato le lanzó una mirada enfadada.

 

—Lo tendría si tuviera tiempo de sentarme a pensarlo.

 

Kakashi entrecerró sus ojos.

 

—Da igual. No empieces uno nuevo hasta que termines el que estás escribiendo ahora. ¿Cómo va eso?

 

Minato lanzó un suspiro ahogado.

 

—No creo que lo termine nunca. He llegado a un camino sin salida.

 

Kakashi no se impresionó antes esas palabras.

 

—Vamos, Minato, siempre dices eso y siempre sales con una idea al final. Solo tienes que concentrarte más.

 

Minato miró a su amigo seriamente por un momento.

 

—No puedo concentrarme.

 

Kakashi volvió a clavar la mirada en su computadora.

 

—¿Qué ha pasado con Naruto ahora?

 

—¿Cómo sabes que...?

 

Kakashi levantó una ceja.

 

—Siempre es Naruto. O sino Kyoko. Pero como la mayor parte del tiempo es Naruto quien se ocupa de ella, casi siempre es Naruto cuando se trata de ti.

 

Minato torció la boca un poco ofendido, pero no pudo desmentir el razonamiento de Kakashi.

 

—¿Sabes qué está haciendo Obito en estos momentos?

 

La pregunta estaba tan sacada del contexto de la plática que tenían en ese momento que Kakashi volvió a ponerle atención al escritor con una expresión perpleja.

 

—¿Obito? Supongo que está trabajando como siempre a esta hora.

 

—Umm...

 

—¿Querías saber algo de él?

 

—Necesito preguntarle algunas cosas. Eso es todo.

 

Kakashi se quedó reflexionando la respuesta unos segundos. Se preguntaba qué clase de cosas podría informarle Obito que él no pudiera. Pero como viera que Minato no parecía dispuesto a aliviar su curiosidad decidió aproximar el asunto de otra forma.

 

—¿Podemos invitarlo a almorzar si quieres? Ya sabes, él siempre está dispuesto a salir de su trabajo por cualquier excusa.

 

Minato sonrió y le hizo una mueca de afirmación con la cabeza. Kakashi tomó el teléfono y marcó un número. Estuvo hablando de los detalles del lugar y la hora por unos segundos y luego colgó. Le dijo a Minato que debían ponerse en marcha si querían llegar a tiempo y luego de coger su chaqueta colgada en un perchero al lado de la puerta ambos hombres salieron de la oficina.

 

Camino al auto de Minato, este se puso a reflexionar que cualquier cosa que pudiera averiguar sobre el nuevo amigo de Naruto sería una buena forma de ponerse en la vanguardia de lo que su hijo le fuera a contar al respecto. Naruto parecía tan extraño cuando hablaba sobre él que Minato no se podía quitar de la cabeza que algo estaba pasando. Y si se trataba de un Uchiha de quien quería averiguar, lo mejor sería preguntárselo a otro Uchiha.

 

-…-

 

Juugo se acercó lentamente hacia la zona de espera de embarque donde había dejado su equipaje a cargo de sus guardaespaldas una vez que hubo entrado a firmar unos papeles en la aduana. No esperaba encontrarse a Sasuke esperándolo de pie al lado de su asiento, pero le agradó la inesperada aparición de igual forma. Se le acercó y le dio un apretón de manos.

 

—No pensé que vendrías realmente.

 

—Te dije que vendría —fue la única respuesta de Sasuke devolviéndole el saludo.

 

—Anoche todos quedaron conmocionados. Saliendo así con ese muchacho de la otra mesa. Escuchamos a una amiga suya diciendo que lo habías raptado —le dijo divertido inmediatamente por el rostro que Sasuke ponía al escucharlo—. Fue toda una confusión. Karin sí que puede defender el buen nombre de otros cuando se trata de pelear.

 

Sasuke se imaginó el final de esa cena y solo pudo contentarse de no haber estado presente.

 

—Siento que terminara así.

 

—Da igual, solo quería despedirme de Suigetsu y Karin. También de ti, pero me figuré que no ibas a ir.

 

—Tengo... algunas cosas en qué pensar.

 

El silencio los envolvió en cuanto tomaron asiento. Juugo no lo rompía porque su carácter era bastante sosegado y tranquilo la mayor parte del tiempo. A Sasuke le agradaba esto del silencioso sujeto, y por ello siempre tenía tiempo de encontrarse con él para compartir unos tragos cuando él se lo pedía. Juugo, se daba cuenta que se volvía más platicador que de costumbre cuando estaba junto a Sasuke, pero eso se debía más que nada a que el otro hombre tampoco hablaba mucho y ambos tenían que hacer un esfuerzo verdadero para mantener una conversación andando cuando estaban juntos.

 

—¿Quién era ese Naruto?

 

La voz de Juugo tomó por sorpresa a Sasuke, quien miraba distraídamente la pizarra electrónica que anunciaba los vuelos frente a él. Juugo iba en primera clase de un vuelo comercial. Sasuke le había ofrecido su avión privado para hacer su viaje sin contratiempos y a gusto, pero Juugo se había rehusado. Él siempre se rehusaba a cualquier tipo de comodidad que la extraordinaria cantidad de dinero que su familia y amigos poseía le pudieran costear. Prefería hacer las cosas por su propia cuenta.

 

Era un tipo diferente al resto y cuando Sasuke lo conoció en la universidad se hizo amigo de él inmediatamente debido a la paz que desbordaba. Suigetsu, que se había hecho amigo de Sasuke —y no al revés, como al Uchiha le gustaba recalcar—, había tenido muchos problemas para lidiar con el callado camarada de Sasuke al principio. Sus personalidades eran demasiado disímiles como para llevarse bien de buenas a primeras. Sasuke solo guardaba la secreta esperanza que Juugo le sacara a Suigetsu de sus espaldas con su presencia. No funcionó. Se hicieron amigos eventualmente y Sasuke no tuvo más remedio que aceptar la amistad de Suigetsu a su vez. Un tiempo después, lo necesitó para sacarse a Karin de encima; lo cual eventualmente logró cuando ambos se comprometieron.

 

Sasuke sonrió antes de responder.

 

—Naruto es Naruto.

 

Juugo le plantó los ojos a Sasuke y este le devolvió la mirada. La voz de una mujer anunciando el siguiente vuelo a Nueva York comenzó a sonar por los pasillos del aeropuerto mientras seguía examinando a su amigo y finalmente Juugo se puso de pie y tomó sus cosas. Le lanzó una sonrisa afectuosa a Sasuke y le volvió a estrechar la mano.

 

—Espero que pueda conocerlo... cuando regrese en seis meses —le dijo simplemente, pero sabiendo muy bien en qué lugar estaba su amigo ahora.

 

—Estoy seguro que sí.

 

Luego de esto, Juugo se dio la vuelta y aún sonriendo comenzó a alejarse hacia la entrada de embarque. Sasuke se dio media vuelta y comenzó a alejarse en cuanto lo perdió de vista.

 

Aún tenía que esperar a Kei en casa de Itachi, y aguardar hasta las cinco de la tarde en punto para llamar a Naruto. A las cuatro salía de su oficina, a las cuatro y media llegaba a casa y alrededor de las cinco ya había terminado de cocinar la cena y desocuparse de lo que pudiera distraerlo. Sasuke había pensado e investigado muy bien este horario. Si no lo llamaba a las cinco en punto, otra cosa podía surgir y quizá Naruto no tuviera el tiempo libre necesario para verlo.

 

Sasuke sonrió otra vez para sí mismo. Después de la noche que habían tenido, no le preocupaba tanto ser rechazado como antes. Naruto había estado excitado, ardiente y débil, solo porque estaba enfermo. Sasuke ciertamente no podía esperar a volver a tenerlo a su disposición cuando estuviera sano. No se había podido quitar esa imagen de la cabeza en todo el día: Naruto jadeando bajo él y apretando el pecho de su camisa como si su vida dependiera de no dejarla ir.

 

Era una imagen a la que Sasuke podía acostumbrarse inmediatamente.

 

-…-

 

Kyoko le había terminado de contar a Kei lo que había ocurrido con su padre la noche anterior y sobre la inesperada visita de Sasuke a su casa. El pequeño Uchiha puso la mejor cara en blanco que pudo para aparentar normalidad, aunque por dentro su cerebro trabajaba a mil por hora.

 

«Así que su tío Sasuke se había atrevido a...», miró de reojo a Kyoko comiendo inocentemente su almuerzo. Esto no pintaba nada bien para cuando la niña se enterara. Por una parte, estaba decepcionado de que su tío se hubiera a atrevido a tomar ventaja del padre de Kyoko. No lo quería admitir, pero creía que incluso él tendría límites sobre lo que podría atreverse a hacer para herir a las demás personas. Por otro lado, estaba molesto y frustrado; el comportamiento de Sasuke era un escándalo.

 

Por costumbre había escuchado la palabra escándalo unido a Sasuke Uchiha mientras crecía, pero nunca lo había sentido tan cierto como ahora que veía en primera fila que en verdad era escandaloso. Agitó la cabeza irritado y comenzó a masticar su emparedado con demasiado vigor para ocultar bien su molestia. Kyoko lo observaba y, un poco intrigada, le preguntó:

 

—¿Siempre comes comida de tienda?

 

Kei bajó su mirada hacia su almuerzo. Usualmente no ponía mayor detenimiento sobre su propia comida, pero ese día él había elegido la combinación para su almuerzo. Un emparedado de jamón y queso, una lata de jugo de lima, como siempre su barra de granola y un paquete de hojuelas de tocino.

 

Luego se quedó mirando el almuerzo de Kyoko. Arroz en forma de zorro, pulpos de salchicha, ensalada, cerezas encurtidas en crema de leche y rollos de carne que en ese momento se llevaba a la boca. Kei entrecerró los ojos.

 

—Es más práctico.

 

Kyoko no parecía satisfecha con la respuesta.

 

—No sabes preparar tu propia comida, ¿no es verdad?

 

Kei giró la cabeza hacia un lado.

 

—No necesito hacerlo, puedo comprarme lo que quiero.

 

—Eso es tan simple —Kyoko comenzó a agitar su mano en un gesto que irritó al Uchiha—. Apuesto a que no podrías ni siquiera hervir un poco de agua si alguien te lo pidiera. Es verdad, la última vez estabas solo en casa y no nos ofreciste té. ¡Ni siquiera puedes preparar té!

 

—Claro que sí. ¡Sé hacer algo tan básico como eso! Cualquier tonto podría hacerlo.

 

Kyoko comenzó a reír.

 

—Lo dice el tonto que nunca lo ha intentado. Es una lástima que no puedas comer las delicias que mi papá cocina para mí todos los días.

 

Kei levantó una ceja.

 

—¿Era eso? Pensé que tú eras la que lo cocinaba y por eso estabas alardeando. Debí suponer que un mono como tú no tiene ningún talento fuera del atletismo.

 

—¡Oye, eso no es cierto! ¡Yo cocino mis almuerzos en ocasiones! Solo te comparaba con mi papá porque él también es hombre como tú. Claro que no uno inútil como ciertas personas, pero...

 

—Bueno, yo no tengo un padre que cocine como el tuyo —la interrumpió molesto el otro niño. Empezaba a recordar por qué Kyoko siempre le había caído antipática y se preguntaba cómo era que habían podido pasar tanto tiempo sin discutir—. El mío trabaja y siempre está muy ocupado.

 

—¡Mi papá también trabaja! Y aun así tiene tiempo para prepararme el almuerzo todos los días.

 

—¿Cómo que «todos los días»? Dijiste que cocinabas tus propios almuerzos algunas veces, ¿no?

 

Kyoko sacó la lengua.

 

—No, bueno. Sí lo hago, solo que papá es quien lo hace la mayor parte del tiempo.

 

Kei volvió a darle un mordisco fuerte a su emparedado.

 

—Estoy seguro que si me lo propongo puedo aprender a cocinar mejor que tú.

 

Kyoko comenzó a reírse.

 

—Eso es algo muy gracioso. Tú alrededor de la cocina... Espera, ya recordé los cuchillos. Noooo, será mejor que ni lo intentes.

 

Kei entrecerró los ojos.

 

—Un cuchillo en mis manos estaría mucho más seguro que en las tuyas. No quisiera estar a tu lado cuando tengas uno.

 

Kyoko apoyó fuertemente su mano en la mesa.

 

—Para tu información soy muy diestra con el cuchillo. Puedo hasta cortar una patata en el aire con la precisión que tengo.

 

Kei levantó una ceja, y luego la otra.

 

—No seas ridícula.

 

Kyoko reprimió un grito de frustración.

 

—¡Es cierto!

 

—Tendría que verlo para creerlo —concluyó Kei. Había terminado su emparedado y seguidamente abría su bolsa de tocino.

 

Kyoko lo vio y lanzó un suspiro de pesar.

 

—Toma, come mi ensalada. Te nutrirá mejor que eso y a mí no me gusta.

 

Kei miró el almuerzo de su compañera otra vez y sin pensarlo mucho adelantó su tenedor, pero no cogió solo la ensalada sino que pinchó una de las salchichas de pulpo en el camino. No hizo caso al grito de desaprobación de Kyoko mientras se metía los alimentos a la boca. ¿De qué hacía tanta alharaca por la comida hecha por su papá? La comida solo era comida, no tenía nada de extraordinario.

 

Pero cuando aquel primer revelador bocado estuvo en su garganta contuvo la respiración... ¿Qué?

 

—¡Te dije mi ensalada! ¡Ahora solo me quedan cuatro salchichas! ¡Y son mis favoritas! Eres un...

 

Kei no la escuchaba más. Muy ocupado en buscar algo de su maleta y sacarlo en cuanto se hizo de él. Kyoko finalmente se calmó lo suficiente para ver lo que el Uchiha ponía frente a ella.

 

—Te doy 5000 yenes por tu almuerzo.

 

Kyoko miró a Kei. Luego al billete que sostenía en sus manos. Luego a su almuerzo a medio comer.

 

Después de todo, necesitaba más memoria para su celular...

 

-...-

 

Naruto estaba enfrentándose al peor día de su vida. Había comenzado con una mala noche en que la fiebre y los acontecimientos de la velada anterior no lo dejaron descansar lo suficiente. Cada vez que su mente los recordaba —los labios de Sasuke y su cuerpo rozándose peligrosamente contra el suyo—, un estremecimiento comenzaba a recorrerlo de la punta de los pies a su cabeza y le impedía conciliar el sueño.

 

En la mañana había tenido que llegar al trabajo por medio del transporte de los Hyuuga; lo cual, las raras veces que ocurría, siempre le molestaba, y, como último, había entrado a la oficina en el mismo momento en que Sakura arrojaba un fólder de manila con todas sus fuerzas contra la persona al lado de la puerta. Solo que dicha persona se movió a tiempo para esquivarlo y el pesado fólder fue a caer de frente en la cara de Naruto.

 

Después de que Sakura se disculpara y fuera ayudado a ponerse de pie por Sai, se dirigió a su escritorio resignadamente para ponerse a trabajar y terminar con ese día atroz, que tan solo comenzaba, lo más pronto posible. De pronto, sintió las dos miradas de las personas en la oficina puestas sobre él. Sakura incluso golpeaba el piso con su zapato esperando que su compañero tuviera el mínimo de decencia de darle una explicación sin que ella tuviera que pedírsela. Naruto lanzó el primero de muchos suspiros resignados del día.

 

Trató de contarles, sin comprometerse demasiado, los acontecimientos de la noche anterior a sus dos recién separados amigos —aunque Naruto afianzó su convicción de que habría reconciliación en camino cuando vio lo bien que se entendían y planeaban acorralarlo con sus preguntas—. Ninguno quedó muy convencido por sus respuestas, pero cuando Naruto les señaló por tercera vez que estaba enfermo y bajo medicamentos en ese momento, se apiadaron de él y decidieron dejarlo descansar.

 

Sai se despidió enseguida, diciéndoles que se llevaría a su hija Yuki a pasear por el resto del día. Sakura se puso pálida y le ordenó que estuvieran en casa antes de las cinco de la tarde o llamaría a la policía. Sai le lanzó una de sus sonrisas inexpresivas como toda respuesta, y le aseguró —en un tono para nada convincente— que así sería, antes de perderse tras la puerta de la oficina.

 

Sakura lanzó un gruñido de exasperación.

 

—No soporto cuando hace eso.

 

Naruto rio para sus adentros. Esos dos siempre se habían tratado de esa forma. Era el tipo de relación que tenían y aunque a muchos de sus amigos les asombrara e incluso les perturbaba, Naruto había llegado a entender que era el tipo de relación que era más difícil de romper a lo largo del tiempo.

 

—No veo nada de malo en que pase el día con su hija.

 

Sakura contempló a Naruto un momento antes de cruzarse de brazos y seguir hablando irritada.

 

—Claro, ustedes hombres, todos, pónganse en contra de esta pobre madre preocupada.

 

—Vamos, Sakura, sabes que Sai quiere a su hija como cualquier padre. Ha venido de viaje y no la ve hace tiempo; es obvio que quiera pasar el tiempo con ella —y contigo, pensó, sino no hubiera venido hasta aquí. Pero no lo expresó en voz alta.

 

—Si fuera «tan» obvio que extraña a su hija, no se iría por más de tres meses al extranjero dejándola sin padre por temporadas tan largas con frecuencia—razonó la mujer y terminó irritada por esto—. ¡Naruto, no lo defiendas!

 

Su compañero sabía que estaba pisando terreno peligroso, pero no pudo contenerse de cruzarlo de todas formas. Sai le caía bien a pesar de lo raro que a veces era. Quería a su hija como él quería a la suya. Nadie le podría sacar de la cabeza a Naruto que no fuera una buena persona.

 

—No lo defiendo. Solo digo que debe ser difícil para él estar alejado también. Pero sabes que es su trabajo y...

 

—Lo sé, yo lo sé —lo interrumpió Sakura sin querer escuchar más de alguien defendiendo al egoísta de su marido—. Pero es Yuki la que todas las noches me pregunta dónde está su padre y soy yo la única ahí para responderle que su padre sí la quiere a pesar que prefiere salir a buscar dinero con más frecuencia que el que pasa con ella —su tono se volvió más amargo al llegar a este punto—. A veces quisiera decírselo y ya.

 

Naruto se horrorizó ante la idea.

 

—Sakura, no. No puedes hacerle eso a Yuki.

 

Sakura se sentó en su silla molesta.

 

—Claro que no, nunca se lo diría. Solo que a veces «deseo» hacerlo.

 

Naruto lanzó un suspiro. Lo mejor sería dejar ese tema para no provocar más a la otra mujer. Sakura era un ser racional la mayoría del tiempo, pero en cuanto se tocaba el tema de su familia, Sai y Yuki, podía en verdad sorprender a muchos sobre la forma en que manejaba esa situación.

 

No había sido joven cuando había sido madre. Tenían casi la misma edad y Yuki tan solo tenía cuatro años en ese momento. Claro, para todos los estándares, Naruto había sido un padre muy joven. Solo había tenido dieciocho años cuando había nacido Kyoko; recién cumplidos, como siempre le recordaba su padre con una sonrisa bromista que ciertamente no portó cuando se enteró de tal noticia en un primer momento. Y Sakura, verdaderamente, era una mujer hecha y derecha para cuando fue madre. Estaba casada, tuvo el apoyo de su esposo y el de sus padres para cuidar de su hija cuando era una bebé y lo hizo todo muy bien. Naruto envidiaba esta preparación en secreto. Quizá si él no se hubiera apresurado al tener a Kyoko hubiera tenido tiempo de prepararse para ser padre tanto como lo había hecho Sakura.

 

Pero con su reciente separación, el verse sola y asumiendo la responsabilidad de criar a su hija por su cuenta, Sakura parecía muy nerviosa y propensa a estallar ante cualquier cosa con más facilidad que otros años. Sabía que era muy orgullosa y se sentía una mujer fuerte y capaz de sobrellevar todo, pero a veces a Naruto le preocupaba que estuviera tomando más responsabilidades de las que era capaz de asumir y su orgullo le impidiera pedirles ayuda.

 

Hinata había pedido ayuda. Naruto sabía que Kyoko se había visto rodeada de más rostros extraños que los normales cuando había sido una bebé, pero él estaba agradecido con todos. Él no había tenido que pedir ayuda en ningún momento porque Hinata lo había hecho por él. Su mujer le había tratado de dejar las cosas lo más fácilmente posibles para el momento en que ella ya no estuviera. Aunque Naruto hubiera mostrado un poco de orgullo y decidido intentar hacerlo solo, nadie que hubiera hablado con ella antes se lo hubiera permitido. Al final de todo, estuvo agradecido. Sabía que incluso ahora necesitaba ayuda con Kyoko, con sus doce años y lo complicada que se estaba poniendo, y deseaba que su amiga también se diera cuenta de ello muy pronto.

 

Yuki y ella podían estar bien las dos solas, lo sabía. Pero tampoco estaba mal que dependieran de otras personas en ocasiones.

 

—¿Desde hace cuánto que conoces a Sasuke Uchiha? —Sakura lo sacó inmediatamente del hilo anterior de pensamiento con esta simple pregunta.

 

Naruto comenzó a sentir que el color subía a sus mejillas sin que él pudiera hacer nada para evitarlo, así que abrió la tapa de su portátil y la puso frente a Sakura mientras ocultaba su cara en la pantalla.

 

—Te lo dije, lo conocí cuando Kyoko y su sobrino Kei estaban vandalizando la escuela.

 

La voz de Sakura llegó al instante.

 

—Ah, sí. Lo recuerdo. ¿No sabía que te habías hecho su amigo?

 

—Ya-ya me conoces, siempre soy muy sociable con todos.

 

—Eh... ¿Sí?...

 

Un silencio algo embarazoso siguió a esta última exclamación, y luego:

 

—¿Qué tan amigos son?

 

Naruto empezaba a sentir que hacía mucho calor en esa habitación.

 

—Pues... bueno, somos amigos... Eh... —y antes que Sakura pudiera volver a preguntarle nada la atajó con una pregunta suya—, ¿por qué te interesa tanto... si soy amigo de Sasuke?

 

Sakura depositó su quijada en las manos apoyadas en su escritorio. Luego formó una sonrisa algo tonta en su rostro antes de comenzar a reír entre dientes.

 

—Es algo... guapo, ¿no?

 

Naruto levantó la vista inmediatamente. Sakura lo vio y comenzó a sonrojarse.

 

No.

 

—¿Guapo...? —repitió maquinalmente.

 

—Sí, ya sabes. Alto, apuesto, adinerado. Sería el tipo ideal de cualquier chica.

 

Naruto guardó un grave silencio.

 

No, no.

 

—Me estaba preguntando... si son tan amigos, ¿sabes si sale con alguien en estos momentos?

 

El cerebro de Naruto comenzó a gritar la negación anterior con todas sus fuerzas.

 

—Sí. Está saliendo con alguien en estos momentos —fue como un impulso que no pudo contener. Algo que lo forzó a hacer esa aclaración sin que su cerebro siquiera procesara las palabras antes de salir de su boca.

 

—Ya veo —lanzó un suspiro Sakura. Parecía muy decepcionada y por un momento Naruto tuvo lástima de ella. Pero enseguida se corrigió—. Tal vez no sea nada serio. ¿Hace cuánto que salen?

 

Y Naruto entrecerró los ojos. La mujer tenía un esposo. No había por qué apiadarse de ella.

 

—Mucho tiempo, largos años. Olvídalo.

 

Y antes que su amiga pudiera preguntarle nada más agachó su cabeza y comenzó a tipear en su teclado furiosamente. Después de todo, Kiba no estaba tan equivocado sobre algunas mujeres poniéndose desesperadas cuando llegaban a los treinta, pensó con molestia.

 

-...-

 

Kakashi y Minato ya iban por el plato fuerte cuando Obito Uchiha hizo su aparición. Venía de saco y corbata, pero con el cabello tan alborotado como siempre y una sonrisa juvenil en su rostro siempre contento.

 

Les soltó una disculpa enorme sobre lo tarde que se le había hecho debido a un repentino pedido de embarque que había llegado a su empresa justo cuando estaba saliendo, y cómo él había tenido que quedarse a solucionar la situación. Minato y Kakashi intercambiaron miradas incrédulas. Estaban acostumbrados a escuchar las ridículas excusas de su amigo sobre sus tardanzas. Lo único que había cambiado de ellas, a lo largo de los años, habían sido las repentinas situaciones que impedían que llegara a tiempo.

 

—Es extraño que me inviten a almorzar así —les dijo una vez que estuvo instalado en su silla y hubiera ordenado su almuerzo al mesero—. Me estaba preguntando si habían recordado que hoy era mi cumpleaños y habían decidido que este año lo pasarían conmigo.

 

Minato se quedó con los ojos muy abiertos al escuchar esta sorpresiva información. Luego ojeó nerviosamente a Kakashi quien miraba a su otro amigo con un rostro neutral. Obito comenzó a reír un segundo después.

 

—¡Debiste ver la cara que pusiste Minato! Creías que habías olvidado mi cumpleaños, ¿no es así? Ja, ja, ja.

 

Solo entonces Minato se dio cuenta que Obito le estaba tomando el pelo y adoptó la misma cara de Kakashi. El otro hombre seguía riendo muy divertido ante la ingenuidad del escritor y no ocultaba para nada su buen humor.

 

—No has cambiado para nada, hombre.

 

Minato comenzó a perder la paciencia con el Uchiha.

 

—Sí, sí. Veo que tú tampoco —le dijo en un tono de advertencia sobre su poco humor.

 

—Está bien, está bien —finalmente dijo Obito levantando las manos y señalando que ya no le gastaría más bromas. Aunque pasó un buen rato antes de que dejara de reír por la última—. ¿Cómo están las cosas por tu lado?

 

Minato le comenzó a contar sobre su trabajo, Naruto y Kyoko, que era lo que normalmente hacía cuando alguien se lo preguntaba. Kakashi seguía comiendo lentamente, observando a los dos amigos poniéndose al corriente de sus asuntos. Cuando parecieron quedar satisfechos con la información intercambiada se decidió a intervenir.

 

—En realidad, Minato preguntó repentinamente por ti. Creo que quiere consultarte algo.

 

Esto llamó la atención de Obito.

 

—Ah, sí. ¿Qué es Minato?

 

Minato le dio un pequeño golpe en la pierna a Kakashi por abrir la boca antes de tiempo y poner en evidencia sus intenciones. Quería hacer sus preguntas sin llamar demasiado la atención sobre ellas y ahora no podría hacerlo. Se imaginaba que Kakashi también tenía curiosidad por ellas y era por eso que le había contado sus verdaderas intenciones a su otro amigo tan abiertamente.

 

—No es nada importante. Quería saber si conocías a un sujeto de la casa Uchiha.

 

Obito ladeó su cabeza a un lado y se puso a reflexionar.

 

—Umm, si es un pariente cercano a mi rama de la familia, tal vez sí. Pero si es uno del otro extremo lo más probable es que no lo conozca y nunca escuchara de él.

 

—Sasuke Uchiha.

 

Kakashi y Obito dejaron de comer inmediatamente.

 

Minato sabía que había cavado su propia tumba al examinar las reacciones que el nombre había traído a las caras de sus amigos, pero no podía retractarse ahora. Además, se dijo, estaba entre amigos, estaba seguro que la información compartida no saldría de ahí.

 

—No es alguien que sea muy difícil de pasar por alto, ¿no es así? —Kakashi fue el primero en romper el silencio, dándole pie a Obito para que contestara.

 

—Es el hijo de Fugaku Uchiha, el hermano de Itachi Uchiha, el actual jefe del clan —Minato se imaginaba que la familia del compañero de Kyoko sería ese tipo de personas y por un momento estuvo perdido sobre qué más preguntar. Pero Obito no había terminado—. Pertenecen a la aristocracia del clan, si se le puede llamar así. Todos poseen cerebros de genio de los cuales siempre se habla. Son los que le dan al nombre Uchiha el poder que posee.

 

Kakashi asintió ante las palabras de su amigo.

 

—Además es heredero directo del clan —agregó el editor—. Posee más dinero y poder que toda la Dieta japonesa junta.

 

—Aunque siempre se escuchan cosas muy entretenidas sobre ese Uchiha en particular —Obito comenzó a reír—. No me malentiendan, es un genio como su hermano. Ganó todos los premios y logros que su hermano obtuvo mientras estudiaba y todo, pero... —Obito pareció tensarse por lo siguiente que iba a decir y Minato observó intrigado cómo su amigo daba una inquieta mirada alrededor como para asegurarse que nadie los estuviera escuchando antes de continuar— desde hace más de siete años que no se dedica a otra cosa que gastar el dinero del clan, meterse en líos con los escándalos que protagoniza y no trabajar en nada más que levantarse todo los días de la cama —Kakashi asentía gravemente a cada de estas escandalosas declaraciones. Minato comenzó a sentirse verdaderamente preocupado desde ese momento—. Escuché que le gusta pelear también. Itachi lo tiene que sacar de la cárcel a cada momento cuando ha estado muy ebrio y comienza a atacar a alguien sin razón aparente.

 

Minato escuchó esto y se quedó muy pensativo. Esa no parecía ser la descripción de una persona que fuera amigo de su hijo. Sasuke era muy callado, Minato creía que se debía a que en el fondo era algo tímido, pero no se le había cruzado por la cabeza que en realidad solo era un buscapleitos. Algo no terminaba de encajar del todo en ese asunto.

 

Al parecer, Kakashi también lo sentía porque esta vez fue él mismo quien interrogó a Obito.

 

—Eh, ¿en serio? Ese tipo de problemas con la policía no han salido aún a la superficie —y ante el encogimiento de hombros de su amigo comenzó a reflexionar—. Deben comprar muy bien los tabloides cada vez que eso pasa para evitar que se cuele la información.

 

—Es lo de siempre —les explicó Obito—, los Uchiha tienden a manipular las cosas a su favor. Nunca saldrá nada a la luz que ellos no quieran que salga.

 

Minato arqueó ambas cejas al escuchar esto. Él vivía en el mismo país que sus dos amigos, pero raramente había escuchado otra cosa de los Uchiha que no fueran cosas buenas. Esta nueva faceta oscura de la familia lo comenzó a intrigar cada vez más.

 

—No era tan malo cuando el viejo Fugaku aún estaba en el poder —continuó diciendo Obito, bastante a gusto con hablar asuntos de su propia familia con sus amigos—, pero desde que su hijo Itachi lo asumiera y se hiciera cargo directamente de las fuerzas armadas del país... Bueno, las cosas han cambiado drásticamente.

 

—Tanto poder, tanto dinero —comenzó a enumerar Kakashi—. No me extraña que sea tan corrupto.

 

Obito lanzó un silbido de desaprobación.

 

—Supongo que hará cosas que la mayoría de nosotros nunca conoceremos, pero en realidad no es un mal muchacho, el tal Itachi. He conversado con él unas cuantas veces y no es tan terrible como la gente lo describe.

 

—Se ve bastante joven para tener tanto poder —intervino finalmente Minato recordando su encuentro con el Uchiha mayor y la sensación extraña que la presencia del otro hombre le había hecho sentir en ese momento. Mezcla de fuerza y poder en unos ojos bastante aguzados e inteligentes. No era alguien con quien Minato hubiera querido enfrentarse de buen grado—. Pero tienes razón, no parece ser una mala persona tampoco.

 

Obito le lanzó una mirada a Kakashi que significaba, «¿me estoy perdiendo de algo?», y Kakashi le respondió con otra que significaba, «no tengo idea».

 

—Eh, Minato, ¿hay algo que estés olvidando contarnos?

 

Minato salió de sus reflexiones al escuchar la pregunta de Obito solo para verse frente a frente con los rostros intrigados de sus dos amigos. Rápidamente comenzó a sonreír para aligerar la tensión de la conversación.

 

—No, no es nada. La otra vez lo conocí. Fue a casa de Naruto.

 

Esto solo logró que las miradas se volvieran mucho más cercanas y muy pronto el escritor estuvo revelando cosas que no había creído tener que contarles a sus dos amigos. Minato les explicó las circunstancias en que había conocido al jefe de los Uchiha, y también sus primeras impresiones acerca de Sasuke, y terminó confesándoles sus dudas acerca de la amistad con su hijo.

 

Kakashi y Obito permanecieron en silencio por un largo rato después de escuchar la historia de Minato.

 

—Es raro. Nunca había escuchado que Sasuke se tomara tantas molestias con otras personas —Minato miraba fijamente a Obito ahora—. Aunque... es un misterio.

 

—¿A qué te refieres? —Minato preguntó al instante sin apartar sus ojos de él.

 

Kakashi fue quien respondió a esa pregunta.

 

—Sasuke Uchiha, declarado genio desde los ocho años de edad, se gradúa en la universidad de Tokio con honores —y siendo el primero de su clase de cien en la mejor universidad del país no es poca cosa—. Todos los medios y público en general esperan que siga los pasos de su familia, se convierta en otro de los grandes empresarios de la época y afiance aun más el nombre Uchiha en el resto del mundo y, sin embargo...

 

Obito completó por él.

 

—… decide que no quiere trabajar para su familia ni ser mantenido por ella. Pierde contacto con los Uchiha por más de siete años hasta que su hermano logra traerlo de vuela y solo para aceptar la ayuda económica familiar con la clara intención de mortificar a Fugaku. Todo el mundo sabe que su padre no pierde oportunidad de reñirlo en cuanto lo ve. Sasuke parece disfrutar de la situación.

 

Minato se quedó callado un momento.

 

—¿Tal vez no apreciaba que su familia decidiera su futuro por él?

 

—Muy simple. Tiene el potencial para emprender cualquier proyecto que desee y no lo usa tampoco.

 

Obito asintió ante el comentario de Kakashi.

 

—Es verdad. Además siendo un genio como el que es podría hacerse de dinero por su cuenta si lo deseara. Es solo que no lo desea.

 

Minato pareció confundido por esto.

 

—Es extraño.

 

—Yo digo que hay algo oculto ahí —comenzó a decir Obito entre murmullos—. Algo que ocurrió entre la graduación y su huida de casa... No lo sé, todo lo que envuelve al muchacho es un misterio. No estoy seguro que sus propios padres o hermano sepan qué es lo que planea Sasuke Uchiha.

 

Minato estaba a punto de preguntar algo más, pero Obito lo volvió a interrumpir.

 

—Tal vez el pequeño Naruto lo regrese al buen camino. Después de todo, teniendo un amigo como él para seguir su ejemplo, cualquiera se sentiría influenciado.

 

Kakashi sonrió.

 

—Yo no me preocuparía tanto por las razones por las que se acercó a Naruto. Después de todo, Sasuke es un misterio en todo lo que hace. No hay explicación para sus acciones y él nunca las da.

 

Minato no se sentía tranquilo al escuchar esto.

 

—Además, Naruto no es tan pequeño como ustedes dos lo ven. Sabe cuidarse solo —Kakashi se cubría el rostro con un vaso de agua que había acercado a sus labios, por lo que los otros dos no pudieron ver la expresión que tenía en el rostro al decir esto.

 

Minato le respondió con una sonrisa afectada y finalmente asintió. Pero aún había algo que le molestaba de toda esa situación y no podía dejar de pensar que se estaba perdiendo de algo muy importante.

 

-...-

 

Kei llegó a casa y se encontró con su tío sentado en el sofá leyendo un libro. Caminó hacia la cocina para buscarse algo de comer, pero cuando vio el refrigerador y examinó su contenido no vio nada que le abriera el apetito. Como había comido algo muy bueno en el almuerzo de ese día, decidió que con eso había tenido suficiente para sostenerlo hasta la cena, así que se volvió sobre sus pasos sin tomar nada.

 

Estaba pasando por la sala rumbo a su habitación cuando la voz de su tío lo detuvo.

 

—¿No has comido nada?

 

Kei se volvió y le dijo con un tono indiferente.

 

—Comí en la escuela.

 

Sasuke levantó una de sus cejas dudando de las palabras de su sobrino, pero como este no titubeara no le preguntó más al respecto.

 

—¿Vamos a ir a entrenar hoy? —le preguntó seguidamente, obteniendo una reacción inmediata de su sobrino.

 

Kei no se había dado cuenta, pero Sasuke estaba de muy buen humor.

 

Por un momento se quedó paralizado pensando a qué se podría deber ese cambio de actitud y luego recordó la conversación en el almuerzo con Kyoko.

 

Se sacó inmediatamente la mochila que tenía colgada en su hombro y se sentó en el sofá frente a su tío.

 

—Sí, pero antes quiero saber si lo que escuché es verdad.

 

Sasuke dejó su libro a un lado.

 

—¿Qué escuchaste?

 

—Kyoko me dijo que llevaste a su padre a casa anoche, ¿es verdad?

 

Sasuke levantó una de sus cejas un poco divertido. ¿Era «Kyoko» ahora?

 

—Es verdad —le respondió Sasuke mientras volvía a su libro.

 

—No me dirás que ustedes dos...

 

Sasuke comenzó a sentir una minúscula comezón en un extremo de su pulcra frente. Realmente no quería pensar en lo que su sobrino de doce años se imaginaba que él y otro hombre andaban haciendo por la noche. Toda perversión tenía un límite, y la suya acababa en cuanto el rostro de alguno de los miembros de su familia salía a escena.

 

—No tengo por qué decirte nada, Kei. Son cosas entre adultos y no quiero que andes por ahí imaginando nada sobre mí.

 

Kei comenzó a ponerse muy rojo de pronto. Sasuke le dio una ojeada rápida y una sonrisa divertida comenzó a formarse en sus labios.

 

—¡No me imagino nada, viejo pervertido! Solo me preocupa lo que piensas hacerle al padre de Kyoko.

 

Sasuke levantó una ceja más divertido que antes. Pensándolo bien, eran tan pocos los momentos que tenía para divertirse a costa del estirado de su sobrino que no era una ocasión para desperdiciar.

 

—¿Pienso «hacerle»?

 

Kei se levantó como movido por un resorte.

 

—¡Basta! ¡Tendré que ir a vomitar antes de salir para el dojo!

 

Sasuke comenzó a reír. Kei lo miró con los ojos abiertos de par en par. Era la primera vez que lo veía reír de esa forma. Realmente estaba de MUY buen humor.

 

—Ve a cambiarte. No tenemos tiempo.

 

Kei obedeció de prisa. Decidió que lo más adecuado para su paz mental sería no volver a hablar con su tío al respecto.

 

-...-

 

Naruto había llegado a casa solo para encontrar a su hija cortando patatas en la cocina. Ya había comprado pasta para hacer unos tallarines al pesto para la cena de ese noche, pero cuando Kyoko le explicó que estaba filmando sus destrezas con su nuevo celular Naruto suspiró resignado, por enésima vez ese día, y decidió cambiar de menú para contentar a su hija.

 

El padre de Kyoko había estado reflexionando acerca de todo lo que había pasado la noche anterior. Aún no se sentía seguro de haber tomado la decisión correcta dejando que Sasuke tuviera esperanzas con él, pero en ese momento no había podido hacer otra cosa.

 

Sentía un conflicto acrecentándose en sus sentimientos. Sabía que la razón por la que le había dado luz verde a Sasuke en esa ocasión había sido porque él lo amaba. Naruto podía verlo en sus ojos y casi sobre todo su cuerpo cuando se dio cuenta de la posición a la que habían llegado. Al igual que con Hinata, Naruto no había podido hacer otra cosa que responderle. Lo sentía casi como un deber, el responder a otras personas que se acercaban a él buscando su afecto.

 

Naruto sentía que las personas a su alrededor siempre habían entrado en su vida de una manera muy simple. Cuando era muy niño y no tenía amigos, Hinata había entrado en su vida como el cariño de una madre que cuida de su pequeño hijo. Naruto la había adorado igual que a una. Luego habían crecido y aunque él no había creído que sus sentimientos por ella hubieran cambiado mucho, se daba cuenta que los de Hinata sí lo habían hecho. Naruto estaba dispuesto a sentirlos de igual forma. No dudó ni por un momento que podría llegar a corresponderle de la misma forma e intensidad que su tímida amiga le demostraba, y por eso se comportaba como si los sintiera. Y hasta ese momento habría jurado que los sentía.

 

Cuando por fin consiguió amigos verdaderos fue por razones parecidas. Ambas partes buscaban una persona en la cual confiar y ser honestos consigo mismos. Naruto les había devuelto este tipo de afecto sin mayor preocupación, siempre tendrían su fidelidad y confianza.

 

Minato y Kyoko eran diferentes. Ellos eran suyos. Como si no importara qué tan diferentes sus rumbos se tornarán en el futuro, siempre estaba seguro que se pertenecían mutuamente y por eso no sentía que era su deber o tenía que quererlos. Lo hacía porque en verdad los quería.

 

Pero eso era ser injusto con todas las demás personas que mostraban afecto por Naruto y muchas veces se preocupaba por este asunto.

 

Sasuke había venido a volcar su pequeño mundo de interacciones personales de un solo golpe. Con Hinata habían sido años de confianza y de cariño mutuo lo que eventualmente habían degenerado en amor. Sin embargo, con Sasuke había ocurrido una transformación casi inmediata. El Uchiha había llegado a su vida sin pedir permiso y se había acomodado en donde mejor le había parecido sin ningún tipo de remordimiento por los problemas que eso le causaba a Naruto. Había insistido en quererlo aun cuando él le había golpeado, gritado y amenazado más de una vez. Finalmente, Naruto había probado un poco de los sentimientos verdaderos que parecía desbordar el Uchiha y se había quedado petrificado. Cómo era posible que hubiera sucedido algo tan ilógico en intenso en tan poco tiempo. Él mismo no le encontraba una explicación lógica.

 

Sasuke era un hombre atractivo. Sakura se lo había confirmado esa misma mañana —lo cual tenía a Naruto algo molesto aún, el descaro de su amiga no conocía límites—, pero antes de eso a él nunca le habían interesado los hombres aunque fueran muy atractivos. Debía haber otra cosa además de su apariencia que había hecho que Naruto reaccionara como lo hizo aquella noche.

 

Recordaba que los ojos de Sasuke lo habían casi hipnotizado cuando se diera cuenta que lo veían con una mirada llena de amor. Aunque también recordaba que tenía fiebre y podía haber reaccionado así como consecuencia de alguna especie de delirio momentáneo. Después de todo, Sasuke había tenido que ayudarlo a subir las escaleras y llegar a casa. Él había estado muy débil para andar solo después de sus pequeñas actividades en el auto.

 

Naruto volvió a sonrojarse y cuando Kyoko le preguntó preocupada si le había vuelto la fiebre, se apresuró a cambiar el tema de conversación.

 

No podía ser que él se enamorara de otra persona solo porque esta le demostrara amor primero, ¿verdad? Era totalmente tonto y pueril. Y, sin embargo, eso era lo que había pasado la primera vez con Hinata, estaba seguro de eso. Pero si era así, ¿cómo no se había enamorado de alguien más en todo ese tiempo? Seguramente había habido alguien más que le demostrara amor de esa forma.

 

Pero cuando comenzó a recorrer en su mente las miradas de las mujeres en el trabajo que le invitaban a tomar un café; las mujeres en la calle que lo ojeaban y se sonrojaban cuando las miraba de vuelta; la última cita que había tenido con la muchacha de administración; no encontró nada. Ninguna de ellas tenía la mirada con la que Sasuke lo veía.

 

Naruto observaba a Kyoko escribiendo en su cuaderno en la sala. Las piernas sobre el mueble y ambas manos cruzadas sobre ellas, sin decir nada. Kyoko parecía muy concentrada en lo que hacía, seguramente una tarea de la escuela en la que siempre parecía estar muy ocupada. A veces, a Naruto le preocupaba que la presión de una escuela tan prestigiosa no fuera demasiada para Kyoko, pero nunca la había escuchado quejarse o desesperarse por alguna materia que no entendía, así que nunca se lo había preguntado. Además, sus notas, aunque no las mejores, estaban por encima del nivel de las que él conseguía cuando era estudiante, así que él estaba contento con ellas.

 

El teléfono en la cocina lo sacó de sus reflexiones. Kyoko y él levantaron la vista al mismo tiempo y luego de hacerle una seña para que siguiera en lo que hacía y darle un beso en la frente a su pequeña hija, Naruto se dirigió a la cocina a contestar.

 

—Bueno.

 

—Hola, Naruto.

 

Naruto se giró hacia el reloj de su cocina: las cinco en punto de la tarde.

 

—Hola.

 

—¿Puedo ir a verte?

 

Cuando Naruto volvió de la cocina, Kyoko notó que llevaba el rostro más encarnado que antes, así que no se dejó convencer esta vez, se puso de pie y tocó la frente de su padre. Cuando comprobó que en realidad no tenía fiebre volvió a tomar asiento más tranquila.

 

—¿Quién era?

 

Naruto estaba oculto tras uno de sus brazos puestos sobre su cara cuando le contestó. Kyoko no se dio cuenta de nada.

 

—Invité a un amigo a cenar con nosotros...

 

Esto llamó la atención de Kyoko.

 

—¿Qué amigo?

 

Naruto trató de responder lo más normalmente que pudo.

 

—Sasuke Uchiha.

 

Kyoko ladeó la cabeza antes de contestar.

 

—Oh, ¿para agradecerle por lo de anoche?

 

Por un momento, la inocente pregunta de su hija pareció acalorar más al ya acalorado padre.

 

—Eh... sí, eso.

 

Kyoko se dio por contenta con esa respuesta y volvió a su tarea sin decir más. Su padre parecía haber tomado interés por el tío de Kei y ella estaba segura que eso era señal que, después de todo, Sasuke Uchiha no era alguien tan malo. Se lo diría a Kei al día siguiente.

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