Doce años: Chapter 16

Published Jan 14, 2013, 11:26:08 PM UTC | Last updated Jan 27, 2014, 11:10:39 PM | Total Chapters 16

Story Summary

Writen in spanish. SasuNaru. AU. Naruto es padre de Kyoko, y desde que su esposa Hinata murió se ha empeñado en criar a su hija de la mejor forma que puede, aun cuando Kyoko llega llorando de la escuela y acusa a un tal Kei Uchiha de hacer su vida miserable.

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Chapter 16: Chapter 16

Fandom: Naruto.

Calificación: mayores de 14 años.

Género: yaoi, drama, humor.

Declaración: el concepto y la idea original de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: alerta yaoi en este capítulo, aunque no tan fuerte.

 

 

Doce años

Capítulo 16

-…-

por Hikari Shiroki

 

-…-

-…-

 

 

 

 

El día sábado empezó de forma tranquila, quizá el preludio a la tormenta, si Minato fuera quien lo recordara en uno de sus libros. Naruto se despertó temprano y se ocupó de inmediato en preparar el desayuno y limpiar la casa. No era que hubiera mucho por hacer, pero a él le gustaba acabar con las cosas sencillas primero y dejar las difíciles para después. Y se imaginaba, con la terrible imaginación de un hombre que está acostumbrado a presenciar desgracias, que ese día lo pondría a prueba en muchos aspectos.

 

Cuando estuvo todo listo y fue a levantarla para que tomara sus alimentos de la mañana, encontró a su hija Kyoko haciendo sus tareas con un empecinamiento y ferocidad que nunca había demostrado antes. Naruto le preguntó desde cuándo había estado levantada, y los ojos cansados de su hija fueron una buena respuesta.

 

—Hace cinco horas que intento terminar la tabla de ejercicios y solo he podido resolver tres problemas —le dijo dándose con la frente en la mesa de su escritorio—, ¿por qué soy tan tonta?

 

Naruto pasó uno de sus brazos por sus hombros y besó su cabeza con un poco de pesar. Odiaba la forma cómo Kyoko tenía que estresarse para poder seguir con el nivel del resto de sus compañeros en esa escuela de élite. Deseaba poder sacarla de ahí y mandarla a un lugar mucho más accesible para ella y para él, pero su padre le había dicho sabiamente que ni siquiera se lo mencionara. Kyoko se estaba esforzando mucho, ambos podían verlo, pedirle que desistiera por algo más fácil sería como sacarle en cara que no era lo suficientemente buena para esa escuela. Si ella no se los pedía, no debían hacerlo.

 

—No lo eres —le dijo un segundo después, consolándola—. Pero estás cansada. Si no tienes fuerzas ni para mantenerte despierta, mucho menos para lidiar con las matemáticas.

 

—Quiero ir a la playa con tía Hanabi —le dijo en un gemido—. No me ha visto hacer los cien metros en mucho tiempo. Quiero enseñarle que rompí mi récord personal.

 

Naruto sonrió ante estas sanas intenciones. Kyoko era muy competitiva, pero de una forma saludable al menos.

 

—Toma tu desayuno y después continúas, ¿de acuerdo? —le dijo después de echarle una ojeada a la tabla de ejercicios marcada que tenía su hija frente a sus cuadernos— Ya solo te faltan cinco. Los terminarás pronto.

 

Sabía que su hija necesitaba el aliento tanto como un buen desayuno, así que trató de animarla un poco más mientras lo tomaban.

 

Sin embargo, la puerta de la calle los interrumpió en medio de este un momento después y Naruto, intrigado por ver a tan madrugador visitante, salió a atenderla con rapidez.

 

El rostro aliviado de Hanabi Hyuuga apareció en cuanto abrió la puerta y después de una sonrisa de reconocimiento le dio un nuevo abrazo de saludo. El cerebro de Naruto no pudo dejar de recordar las advertencias de Sasuke y comenzó a preguntarse otra vez qué tan certero era el Uchiha en sus predicciones.

 

—Lo siento, no pude convencerla de venir un poco más tarde —le dijo Neji Hyuuga desde la entrada de la casa.

 

Se había quedado unos pasos atrás y miraba a ambos con su familiaridad habitual, ni un rastro de precaución o recelo en sus claros ojos grises. Naruto creía que de un momento a otro empezaría a sonrojarse ante una mirada tan franca, pero para su suerte, Hanabi lo dejó un segundo después y entró en la casa sin siquiera pedir permiso.

 

—¿Kyoko está desayunando? —preguntó sin esperar la respuesta y dirigiéndose a la cocina. Un segundo después escucharon las risas de ambas mujeres al encontrarse sobre la mesa de desayuno.

 

Naruto pudo finalmente recobrar su calma habitual e invitar a Neji a entrar a su casa.

 

—¿Tomaron desayuno? —preguntó ya pensando en lo que podía servirles a sus invitados— ¿Puedo invitarte una taza de café?

 

—Eso sería estupendo —admitió el primo de Hinata después de hacer un gesto de cansancio con su rostro.

 

Naruto se imaginaba que ocuparse de Hanabi en un momento tan tenso para ellos debía estar acabando rápidamente con las ya cansadas energías del otro hombre, pero le parecía que Neji estaba dando lo mejor de sí, por lo que decidió apoyarlo en lo posible.

 

Acabado el desayuno, que para buena suerte de los tres adultos se centró enteramente en Kyoko, las cosas parecían menos tensas que la noche anterior e incluso Neji logró entablar una conversación más o menos civilizada con Hanabi sobre los estudios de su sobrina.

 

—Tal vez deberíamos contratarle un tutor particular —sugirió Neji después de escuchar las quejas de su sobrina sobre lo poco que progresaba por su cuenta en ese curso—. Recuerdo que Hinata contrató uno para la secundaria inferior. Cuando estaba en segundo año.

 

Hanabi recordaba que a su hermana, como a su sobrina, se le daba mal los estudios de inglés y biología, pero nunca había tenido los problemas que Kyoko padecía para las matemáticas y mucho menos estando todavía en la escuela elemental.

 

—Tal vez —dudó un momento antes de volverse a Kyoko—. ¿Es más fácil para ti cuando alguien te ayuda?

 

Kyoko inclinó la cabeza un poco mortificada. No quería un tutor particular, no necesitaba que una persona extraña se enterara de lo tonta que se sentía muchas veces cuando no podía resolver algo que el resto de sus compañeros pasaba con naturalidad.

 

—No, me siento mejor cuando alguien me ayuda de vez en cuando, pero no creo que necesite un tutor a mi lado todo el tiempo —les dijo francamente.

 

Naruto se levantó en ese momento para recoger los platos y Hanabi lo imitó, mientras intentaban que Kyoko no se sintiera demasiado mortificada por esa sugerencia.

 

—En ese caso —le dijo Neji prosiguiendo con la conversación entre ambos—, podría echarte una mano ahora —le sugirió—. Recuerdo algo que te podría ayudar a aprender las fórmulas más rápidamente.

 

A Kyoko se le iluminaron los ojos. Era cierto que necesitaba ayuda, si se ponía a ser del todo franca consigo misma, pero creía que todavía no estaba lista para pedirla.

 

—Excelente, vamos a mi habitación —le pidió antes de levantarse y llevarse a su tío con ella de la mano.

 

Nuevamente quedaron a solas, se dio cuenta Naruto en el momento que el ruido de la puerta de la habitación de su hija se dejó escuchar desde el pasillo. Hanabi había estado lanzándole pequeñas miradas de soslayo durante todo el desayuno y su cuñado tan solo podía imaginarse a qué se debían.

 

Era casi seguro que deseaba continuar con la conversación de la noche anterior, pero no veía la forma de empezarla. Naruto se figuraba que si era lo que él temía, no sería conveniente tocarla estando Neji a unos metros de ellos.

 

—¿Cómo se encuentra tu madre? —optó por decir en cambio. Un cambio de tema le permitía romper el hielo inicial y a la vez mantenerse en terreno seguro hasta poner en orden sus propios pensamientos.

 

—Bien, supongo —respondió Hanabi inclinando su cabeza hacia un lado nuevamente—. No tuve mucho tiempo de hablar con ella. Mi padre estuvo discutiendo conmigo todo el tiempo que permanecí en casa.

 

—¿Hiashi? —se extrañó de todos modos su cuñado. No había escuchado que el padre de su esposa se mostrara irascible con Hanabi desde que Hinata había dejado la casa familiar. Naruto se imaginaba que el temor de perder a su segunda hija era lo que lo había  hecho ser más paciente y tolerante con la segunda.

 

Aunque nunca cambiara su disposición para lo concerniente a Hinata y su familia desde que la desheredó, Naruto entendía que el líder del clan Hyuuga ya no guardaba tanto rencor contra ellos y, por el contrario, trataba de mantenerse enterado de la vida de su nieta, lo más veladamente posible.

 

—Sí, está molesto porque le dije que regresaba a Londres en una semana.

 

Naruto entendía la insatisfacción de su padre ahora. Hanabi ya no era la joven que había dejado el clan hacía unos años para realizar ese viaje por su cuenta. Las responsabilidades que la esperaban a su regreso definitivo estaban comenzando a acumularse y Hiashi debía estar muy presionado en ese momento con la indecisión de su hija.

 

Todo se resumía al futuro matrimonio entre los dos primos. Cuando Neji y Hanabi se casaran, Hiashi podría retirarse y dejar el poder absoluto de sus asuntos a su yerno. Neji Hyuuga había demostrado en más de una ocasión ser un heredero capaz de enfrentar cualquier problema y todos los allegados y contactos del clan esperaban su ascenso con ansias, ya que entendían que junto con él una nueva etapa en la historia del clan emergería. Todos tenían grandes expectativas centradas en él.

 

—Neji me vio escabullirme temprano hoy y me siguió —continuó relatándole su cuñada con un poco de irritación, parecía estar llegando al límite de su paciencia en lo que correspondía a su primo y ni siquiera trataba de ocultarlo ya.

 

—Es extraño que Neji encuentre el suficiente tiempo libre como para pasar todo el día lejos del trabajo —le comentó Naruto mientras se ocupaba en limpiar su cocina después de haber acabado con el servicio—. Supongo que cualquier excusa es buena para pasarla con su novia.

 

Hanabi quedó en silencio al escuchar esto último, perdida en sus propias reflexiones, una pequeña mancha rosada comenzó a dejarse ver por sus mejillas. Naruto agradeció el silencio ya que le permitía observar a la hermana de su esposa sin ser notado por esta. Le parecía que Hanabi estaba insegura con respecto a algo y como de vez en cuando dirigía su mirada perdida hacia él, se sentía muy preocupado de que, en aquella ocasión, los celos de Sasuke demostraran tener fundamento. Después de todo, Hanabi era la hermana menor de su difunta esposa. Simplemente Naruto no veía correcto siquiera pensar en algo así.

 

Además, ahora tenía a Sasuke y aunque su relación con el Uchiha tampoco era de lo más correcta a los ojos de la sociedad, a Naruto le parecía menos complicada en ese momento que un lío como aquel con la hermana de Hinata.

 

Otro suspiro se ahogaba por salir de su garganta. Sasuke Uchiha y él en una relación era algo que nunca en toda su vida había pensado que sucedería. Sabía ahora que se sentía atraído hacía él. Ni siquiera había forma de medir la extraña atracción que había desarrollado en esas semanas con ese hombre, era algo inconmensurable.

 

Y no era práctico. No lo era para nada si tomaba en cuenta que él había estado casado, que tenía una hija muy pequeña todavía y que ahora era padre soltero. Lo único en lo que debería estar pensando en ese momento era en la mejor manera de ayudar a su hija con sus problemas de matemáticas.

 

Una imagen de Sasuke cogiéndolo de la nuca y besándolo como para dejarlo sin aliento pasó por su cabeza en ese instante. Si no se equivocaba, había sido en ese mismo lugar. Él lo había levantado y sentado sobre el fregadero y Naruto había sido tan desvergonzado que había aprisionado las caderas del otro hombre con sus dos piernas. Giró la cabeza sonrojada en ese instante y se alejó al otro extremo de la cocina. Si Hanabi lo veía así, no había duda que sabría que algo le ocurría.

 

El ruido de unas llaves al abrir el cerrojo de la puerta se dejó escuchar en ese instante y Minato Namikaze apareció ante ellos unos segundos después.

 

—Hola —saludó a Hanabi con un gesto placentero antes de recibir un beso en la mejilla y una sonrisa de bienvenida de su parte—, ¿estás muy madrugadora?

 

—Nada tan altruista —le respondió ella con un chasquido de su garganta que mostraba con soltura su impaciencia—, mi padre estuvo comiendo mis oídos desde que llegué anoche. Necesitaba un poco de paz.

 

Naruto no sabía si era que algo había pasado entre ellos que había hecho que, en algún momento, Hanabi perdiera todo tipo de inhibición con su padre. Lo único que sabía era que ella jamás se esforzaba por enmascarar sus verdaderos pensamientos con Minato. Se los soltaba sin más, como una niña pequeña que se vuelve caprichosa o engreída con su padre. Lo más raro de todo era que Minato aceptaba este cambio de actitud como si fuera algo natural.

 

—Oh, Hiashi anota otro punto a su favor en el ranking del padre del año —dijo Minato con ironía antes de acercarse y darle un abrazo a la joven que lo dejó acariciando su cabeza un segundo después—, ya, ya, pobre de ti.

 

—Papá… —le advirtió su hijo después de escucharlo. Minato era usualmente más cauto en ocultar su desdén por algunas personas, pero sabía que era imposible de contener cuando se trataba de Hiashi Hyuuga.

 

—Lo siento, se me salió —la sonrisa que portaba en ese momento no era de alguien que lo sentía en absoluto.

 

Por suerte para ambos, la única respuesta de Hanabi fue reír ante este intercambio. Si uno de esos días Hanabi se ofendía por la forma en que hablaban de su padre, Naruto en realidad lo sentiría mucho.

 

—¿Cómo vas con tus libros, Minato? —dijo de pronto la otra mujer cambiando de tema y aceptando la silla que le ofrecía Naruto antes de ofrecerle un poco de té a su padre.

 

—Oh, a decir verdad estoy de lo más contento ahora por eso —le soltó Minato sin poder ocultar una sonrisa de satisfacción en su rostro por más tiempo—. Estuve estancado desde principios de año, pero justo ayer me llegó la inspiración de golpe y he acabado de escribir cincuenta páginas.

 

Incluso Naruto se sintió impresionado por las noticias, pero fue Hanabi quien no pudo ocultar su admiración.

 

—Increíble —le dijo con alegría—, ¿crees que estará listo para este año?

 

—Eso espero, lo había tenido en espera por tanto tiempo —le contestó después de que un ligero rubor subiera a sus mejillas—. El lunes le daré la noticia a Kakashi, seguro y querrá revisar lo que he avanzado.

 

—Seguramente dará día libre en la editorial con tal de leerlo sin interrupciones —agregó Naruto desde la esquina de la cocina en que todavía se mantenía ocupado—, o los mandará a festejar en su nombre por el milagro.

 

Hanabi se rió con ganas por esta llamada de atención, pero Minato parecía demasiado contento como para molestarse por la insinuación.

 

—Te lo debo todo a ti, Naruto —le dijo con un gesto de saludo con la taza de té en su mano—, si no fuera por las escenas inspiradoras que vi ayer por la mañana seguro que seguiría estancado en donde me había quedado —y como viera que su hijo ponía la cara pálida después de escucharlo, agregó con una risa mal disimulada—. Ah, lo que es ser joven y vivir tantas emociones.

 

Por supuesto, Hanabi no entendía de qué iba esta conversación, así que por suerte para Naruto, además de un gesto de incomprensión en su rostro, no pareció demasiado curiosa como para preguntar algo al respecto.

 

—Necesito ir de compras para el almuerzo —Naruto dijo en un tono demasiado serio como para tener la mente solo en el supermercado.

 

—Oh, te acompañaré —se ofreció de inmediato su cuñada mientras se ponía de pie y salía a avisarle a Kyoko y a Neji que partirían.

 

—¿Tenías que decirlo frente a ella? —le increpó su hijo en cuanto estuvieron solos.

 

Minato solo rió un poco y luego se levantó con pesadez cogiendo el pequeño maletín con el que había llegado.

 

—Será mejor que continúe escribiendo mientras me quede inspiración —le dijo con su tono cordial habitual—. No te importa que use el cuarto de invitados, ¿verdad?

 

Naruto sabía que lo tendría encerrado en ese cuarto tipeando en su computadora por al menos una semana, así que lanzó un suspiro de resignación antes de acceder a su petición con un movimiento de su cabeza.

 

Después de que su padre se perdiera tras la puerta de la cocina, Naruto decidió comenzar a hacer una lista de comestibles que necesitaría para esa semana. Tendría que alimentar a una niña en crecimiento y a un escritor testarudo por todos esos días, lo mejor sería estar preparado.

 

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Cuando regresaron a la casa, una hora después, encontraron a un muy nervioso Neji entreteniendo a unas visitas inesperadas.

 

Sakura prácticamente lo asaltó en la puerta antes de que terminara de entrar, diciéndole que, como Naruto le había prometido, estaba ahí para que le contara lo que no había podido decirle el día anterior. Naruto no sabía de qué hablaba su amiga, así que Ino le tiró un codazo nada discreto y esta le recordó acerca de las circunstancias en las que había dejado la oficina el día anterior.

 

Neji había tenido que atender a las visitas de Naruto mientras él estaba ausente, en vista de que Kyoko aún estaba ocupada con sus deberes y Minato estaba escribiendo —y una bomba nuclear explotaría antes que Neji interrumpiera al escritor cuando estaba escribiendo—, así que mostró un rostro tremendamente aliviado cuando vio entrar a Naruto y a Hanabi con los brazos repletos de las compras del supermercado. De inmediato se acercó a ellos y fue a ayudar a Hanabi, quien lo siguió un momento después, sabiamente apartándose del bullicio en el que las dos mujeres habían atrapado a Naruto.

 

Shikamaru y Kiba estaban sentados en sus puestos habituales en la mesa de la cocina y aunque Shikamaru lucía como siempre, Kiba parecía estar tremendamente nervioso e incómodo, además que evitaba la mirada de Naruto cuando la posaba sobre la suya.

 

El padre de Kyoko logró liberarse un poco de las dos mujeres en su camino para poner las bolsas, que aún tenía sosteniendo en sus dos brazos, encima de la repisa de los reposteros. Neji se las quitó apenas las hubo dejado en su destino para proceder a ayudar a Hanabi a guardar las cosas en sus respectivos lugares.

 

—Bueno, papá tuvo un problema con Sasuke... un malentendido,... y tuve que ir a resolverlo por ellos, eso fue todo. Ya está todo bien otra vez.

 

Cuando Naruto terminó su abreviada explicación, ocupándose alrededor de la cocina como mejor podía, Kiba miró a Ino que a la vez miró a Shikamaru que a la vez miró a Sakura. Todos habían tomado asiento y se habían quedado en silencio cuando Naruto había comenzado su corto relato. Permanecieron así aun después de que Naruto les hubiera presentado sus excusas.

 

El dueño de la casa no se dio cuenta de este intercambio al principio, nerviosamente preparando un poco de té para ofrecer a sus invitados. Sin embargo, Neji y Hanabi notaron el silencio mortal alrededor de la mesa y fueron a acompañar al resto.

 

—Sakura, ¿dijiste que iba a venir Sai? —comentó Neji tratando de romper el silencio. La mujer volteó a mirarlo y asintió enseguida.

 

—Sí, tiene que traer a Yuki cuando acaben su paseo.

 

Neji asintió gravemente y luego Shikamaru retomó la palabra.

 

—Mientras tanto, podríamos saludar a Minato si eso ayuda —fue como una petición y Naruto se volteó a observar con detenimiento por primera vez a su grupo de amigos, quienes repentinamente hablaban como si fuera en un código que él no reconocía.

 

Sin embargo, Neji se opuso tajantemente.

 

—No, Minato está ocupado, no veo la necesidad de molestarlo solo por eso —y se cruzó de brazos como para hacer notoria su completa oposición con la idea. Shikamaru lanzó un suspiro y se comenzó a rascar la cabeza.

 

—Qué problemático.

 

Hanabi aún no entendía la situación así que se paró entre Ino y Sakura mientras las interrogaba con la mirada. Cuando Naruto vio que Ino se extendía para contarle algo al oído a Hanabi se dio cuenta que algo muy extraño estaba pasando.

 

—Bueno, ¿qué es? —se adelantó mirando de uno en uno a todos los integrantes de la mesa que parecían un poco nerviosos ahora—. Están ocultándome algo, ¿no es cierto?

 

—¿Nosotros? —se escandalizó Kiba— Eres tú el que... —pero fue prontamente interrumpido por un golpe de Shikamaru a su pierna.

 

—Esperaremos a que llegue Sai porque de lo contrario tendríamos que volver a explicar todo y es muy problemático —respondió Shikamaru por su amigo.

 

Naruto levantó una ceja, entonces realmente había algo. Iba a protestar y demandar una respuesta clara cuando un pequeño gemido de Hanabi llamó su atención junto con la del resto.

 

—¡Pero él vendrá esta noche!

 

Todos en la mesa voltearon a mirarla y Neji se cubrió los ojos con una mano, exasperado. Un segundo después se comenzaron a lanzar preguntas de cinco voces a la vez y se formó el caos general. Naruto no entendía nada de lo que estaban diciendo sus amigos y aunque se esforzaba por adentrarse en la conversación era sacado de ella por el resto con decisión. Luego sonó el timbre de la puerta y Naruto no tuvo otro remedio que ir a atenderla él mismo.

 

La primera que lo saludó con una sonrisa deslumbrante fue la pequeña Yuki, al parecer demasiado a gusto entre los fuertes brazos de su padre y nada dispuesta a ocultar su buena disposición. A pesar de sus problemas anteriores, Naruto no pudo dejar de sonreírle también al verla tan feliz. Yuki siempre le había parecido una niña muy linda, casi tanto como su propia hija, pero era demasiado bella cuando estaba feliz.

 

Sai, quien parecía un poco cansado por alguna razón, también lo saludó con una sonrisa sincera antes de poner pie dentro de la casa a una indicación de su amigo. Sin embargo, al escuchar los gritos en el interior de la cocina, consideró la posibilidad de salir otra vez antes que el batallón que sabía estaba dentro notara su llegada, pero Naruto lo detuvo.

 

—¿Tú sabes a qué se debe todo este caos en mi cocina?

 

Sai no era del tipo de personas que solía mentir, pero tenía a su pequeña hija entre sus brazos y no le apetecía conversar sobre eso frente a ella, así que decidió que lo mejor era evadir la pregunta por ese momento.

 

Asintió.

 

—¿Crees que Kyoko pueda cuidar de Yuki unos momentos?

 

Naruto dudó un instante, pero luego accedió y le pidió a Sai que lo siguiera mientras se dirigían al cuarto de su hija. Kyoko aún estaba luchando contra las matemáticas sobre su escritorio cuando su padre la llamó. Al ver a los recién llegados, se levantó y saludó a Sai con un fuerte abrazo.

 

—Cómo has crecido —le dijo el padre de Yuki mientras le devolvía el abrazo—. No veo cómo podría llevarte en brazos como hice la última vez que estuve en Japón.

 

Kyoko se rió ante la ocurrencia de verse alzada como cuando tenía la edad de Yuki, y demostró su fuerza levantando ella misma a su pequeña amiga, después de recibirla de los brazos de su padre.

 

—Yuki es tan liviana —le dijo haciéndole un mimo en su cabeza que fue recibido por una risita de la pequeña—, seguramente a ella la podrás levantar aunque cumpla veinte años.

 

Sai pareció muy complacido por esta idea y asintió en acuerdo.

 

—¿Qué tal si te tomas un descanso y juegas con Yuki hasta el almuerzo? —le propuso Naruto al ver lo fatigada que todavía lucía su hija.

 

Kyoko pareció comprender que su padre estaba preocupado por ella, así que accedió para complacerlo.

 

—Está bien. De todas formas, tío Neji me ayudó a resolver dos ejercicios más, solo me quedan tres.

 

—Muy bien —le dijo Naruto después de depositar un beso en su cabeza y salir seguido de Sai de la habitación de su hija.

 

Cuando entraron en la cocina nuevamente, el silencio se había formado otra vez. Naruto sentía que todos los ojos estaban fijos en él y en Sai, y por un momento se sintió como su amigo al entrar y querer irse inmediatamente. Sin decirles nada, fue a buscarle otra copa para el té, mientras le pedía que tomara asiento.

 

Sai contempló sus posibilidades un momento. Todos y cada uno de los integrantes de la mesa lo observaban con cara de pocos amigos, así que terminó por decidirse por el lado de Sakura, ya que era a la que estaba acostumbrado a ver con esa cara de todas formas.

 

Ino empezó la conversación por todos.

 

—Hanabi dice que saldrás esta noche Naruto. Qué inusual en ti, ¿no?

 

Naruto comenzó a tensarse mientras se acercaba a la mesa. No le gustaba para nada el rumbo que estaba tomando la conversación.

 

—S-sí, iré con Sasuke a comer algo...

 

Kiba hizo un gesto imperceptible de incomodidad y giró su cabeza cuando Shikamaru volvió a patearlo debajo de la mesa.

 

—¿Sasuke otra vez? Todavía me pregunto, ¿cómo se hicieron amigos ustedes dos? —preguntó esta vez Sakura, su voz firme como una roca.

 

Naruto se había levantado nuevamente con cualquier excusa y se encontraba limpiando por segunda vez ese día su cocina. Hanabi se dio cuenta y lo iba a hacer evidente para el resto, pero Neji la detuvo con una advertencia en su mirada.

 

—So-solo nos conocimos cuando pasó lo de Kyoko, ya te lo conté...

 

—No es alguien de fiar... —todos se quedaron mirando a Neji cuando decidió intervenir después que el último diálogo de su cuñado hubiera sido dicho hacía un buen rato—. He escuchado algunas cosas de él que no son nada agradables.

 

Naruto guardó silencio.

 

—¿Como qué? —preguntó Kiba ahora interesado.

 

Neji le lanzó una mirada a Hanabi indeciso por un segundo antes de comenzar a hablar otra vez.

 

—Como que no trabaja en nada, se dedica a gastar el dinero de su familia a una velocidad escandalosa, sale con todo tipo de mujeres que recoge en diferentes lugares y luego... bueno, no es alguien que se haga responsable por las cosas que hace. Muchas familias respetables van a reclamarle a su hermano en medidas de tiempo regulares también.

 

Hanabi sonrió un poco burlonamente al término de este relato.

 

—Es increíble que alguien así haya estado comprometido con mi hermana en algún momento —soltó en forma mordaz—. Da qué pensar sobre aquellos que elige mi padre para casarse en la familia, ¿no es verdad?

 

Neji y el resto se la quedaron mirando sorprendidos por su osadía y confundidos por lo que implicaba. El Hyuuga no se atrevió a decir nada más después de esto,  pero entrecerró sus ojos, molesto. Sakura observó que Naruto seguía ocupado detrás de ella como si no hubiera escuchado nada y comenzó a exasperarse también.

 

—Naruto, deja de hacer eso —pero su compañero de trabajo no le respondió ni se movió de su lugar. Estaba completamente seguro de a dónde se dirigía esa conversación y no tenía el valor de voltear en ese momento.

 

Escuchó un ruido a su espalda y luego de unos segundos vio a Sai parado al lado suyo.

 

—¿Quieres que te ayude? —Naruto tenía el rostro muy rojo y los ojos muy abiertos cuando levantó la cara para ver a su amigo. Solo le sonrió como respuesta, pero Sai no regresó a su asiento con los demás.

 

—No deberían hablar mal de Sasuke Uchiha —comenzó a decir Sai a las personas en la espalda de Naruto—. No lo conozco, pero si Naruto cree en él no puede ser una mala persona.

 

Los integrantes de la mesa se quedaron en silencio nuevamente. Luego Kiba volvió a dirigirse a su amigo.

 

—Naruto... —pero no supo cómo continuar, miró a Shikamaru para pedir ayuda, pero él solo se encogió de hombros.

 

Ino se levantó después. Se dirigió hacia Naruto y le dio un golpe en la espalda, asustándolo.

 

—No seas tonto. Por supuesto que creemos que es fabuloso que salgas con alguien otra vez —le soltó sin ninguna delicadeza—. Eso es lo que nos estaba preocupando en primer lugar, ¿no es cierto?

 

El resto no respondió. Luego Ino, molesta, insistió.

 

—Sakura, ¿no era de eso de lo que estabas preocupada en primer lugar?

 

Sakura evitó su mirada y después Shikamaru lanzó un suspiro.

 

—Es muy problemático, pero tienes razón.

 

—¿Qué? —exclamó Kiba sin poder evitarlo.

 

—Eso es todo lo que me preocupaba a mí en realidad —volvió a repetir Shikamaru—. Naruto parecía tener problemas para volver a comenzar una relación después de la muerte de Hinata, pero si ha empezado a aceptarlo por su cuenta, ahora puedo estar más tranquilo.

 

Kiba levantó una ceja, escéptico. Por alguna extraña razón no creía que Shikamaru fuera capaz de preocuparse por nada.

 

—No creo que Kyoko acepté esto sencillamente —intervino Hanabi—. Después de todo, hizo todo un espectáculo cuando Naruto comenzó a salir con mujeres otra vez.

 

Naruto comenzó a sonrojarse otra vez y Sai le preguntó:

 

—¿Cómo se lleva con tu Uchiha?

 

Naruto trató de balbucear una respuesta, pero las palabras no dejaban su boca.

 

—Yo diría que muy bien. Pero en realidad no es importante cómo se lleven ahora porque cuando ella se enteré de su verdadera relación, todo cambiará.

 

Naruto y el resto voltearon a ver al recién llegado. Minato observaba a su hijo y su grupo de amigos con una sonrisa tranquila en sus labios.

 

—¿Estabas enterado? —le preguntó asombrada Hanabi y Neji se puso inmediatamente de pie para disculparse por el ruido que seguramente lo había interrumpido. Minato no le dio importancia y le aseguró que no era nada.

 

—Decía que lo más importante es que Naruto sea quien le dé la noticia. Después de todo, es su padre.

 

Naruto bajó la mirada y se dirigió al lavadero para limpiar sus manos.

 

—Lo están tomando muy seriamente. Aún no sé si es tan serio como todos creen —finalmente pudo decir. Un poco aliviado que la parte de la confesión ya hubiera pasado y que ahora todos estaban enterados y, al parecer, apoyándolo.

 

—¿No es serio? —intervino inmediatamente Kiba— ¡Estás hablando de salir con otro hombre! De eso no hay vuelta atrás, ¿sabes?

 

Naruto comenzó a sonrojarse otra vez mortificado. Tampoco se esperaba un apoyo al cien por ciento, pero de todas formas se sentía decepcionado. Kiba era su mejor amigo, o eso creía.

 

Pero para su suerte fue Sakura la que lo rescató en esta ocasión.

 

—Estás diciéndolo como si caminara hacia su muerte o algo peor. Naruto tiene derecho a gustar de lo que le gusta. No hay nada que hacer al respecto.

 

Naruto iba a protestar, pero cuando vio que Minato se comenzaba a poner encarnado ante esta ardiente defensa, también decidió quedarse callado por el momento. No podía mantener esta conversación con su padre en la habitación.

 

—¿Olvidas que Naruto tiene una hija... con tu amiga Hinata? —le preguntó Shikamaru totalmente aburrido de la conversación.

 

—Es por eso que no me entra en la cabeza todavía que Naruto esté saliendo con ese tal Sasuke Uchiha. No tiene sentido.

 

—Supéralo —le dijo Ino cruzándose de brazos y mirándolo irritada.

 

—Por mucho que sea entretenido ver cómo los granajes del cerebro de Kiba se mueven poco a poco para entender la situación, debo volver al punto principal de esta velada —Kiba le lanzó una mirada llena de enojo a Sakura, pero no volvió a abrir la boca para protestar—. Naruto, ¿no pensabas confiar en nosotros sobre este asunto?

 

El interpelado volvió a tener los ojos de toda la reunión puestos sobre él, tragó saliva y trató de no atorarse con sus palabras esta vez.

 

—Y-ya les dije. No es nada tan serio como lo hacen ver... aún no estoy muy seguro de muchas cosas. No sé.... no sé si quería comentárselos cuando aún sigo tan inseguro sobre todo.

 

Minato lanzó un suspiro.

 

—Con mayor razón deberías confiar en alguien en un momento así. Si te sientes tan confundido.

 

Naruto apartó la mirada otra vez. Sabía que su padre tenía razón. Después de todo, había cosas que no podía comentarle a él porque, a final de cuentas, era su padre. Shikamaru, Sai, incluso Neji, hubieran sido una fuente de consejo en los momentos que sentía que todo su mundo se ponía de cabeza. Pero tampoco sentía que podía hablar de eso tranquilamente con otros de sus amigos. Le aterraba pensar que lo miraran con desdén o como fuera que Kiba lo estaba tomando.

 

Sus amigas mujeres tampoco eran una buena alternativa. Sakura haría el escándalo que acababa de hacer; Ino lo apoyaría pero después le haría tales preguntas personales que lo dejarían con la clara sensación de querer haberse quedado callado, y Hanabi... bueno, hasta hacía un momento estaba por darle la razón a Sasuke sobre sus celos.

 

Su silencio no era para nada alentador y en ese momento las personas en la cocina intercambiaron miradas perdidas y heridas. Luego Sai volvió a hablar.

 

—No es ninguna sorpresa. Naruto es del tipo de personas que cree que puede resolver todo por su cuenta.

 

Él levantó la vista unos segundos hacia su amigo, pero enseguida volvió a bajarla cuando su padre habló.

 

—No es muy alentador, ya que Sasuke no parece ser del tipo de personas que se comunica con facilidad tampoco.

 

Neji le preguntó inmediatamente a Minato.

 

—¿Lo conoces?

 

Minato asintió con levedad y volvió su mirada a su hijo.

 

—Yo también he escuchado cosas muy desagradables de ese Uchiha... pero Naruto las conoce y aun así confía en él. Tal vez estemos equivocados...

 

Naruto sintió que otra vez le subía el color a las mejillas y trató de cubrirlo caminando hacia los reposteros y buscando algo en el interior.

 

—¿Quieres té, papá?

 

Minato sonrió.

 

—Sí, está bien.

 

El resto del grupo observaba el movimiento nervioso de Naruto con mucha curiosidad y con sonrisas veladas en sus rostros. Se miraban los unos a los otros y finalmente pensaban que la situación no podía ser tan mala. Incluso Kiba miraba al resto con un gesto resignado.

 

Hanabi levantó su vista hacia el reloj de la cocina y vio la hora, las 12 y 30.

 

—¿A qué hora dijo Sasuke que vendría por ti?

 

Naruto derramó un poco del té que estaba sirviendo sobre la cocina y tuvo que ir a buscar un trapo para limpiar el desastre que había hecho.

 

—A... a las siete u ocho...

 

De pronto el ruido de las sillas se comenzó a escuchar desordenadamente por la cocina. Naruto volteó a tiempo de ver a sus amigos levantando sus cosas y volviendo a poner los asientos en su lugar.

 

Sakura se le acercó primero.

 

—Entonces ya es hora de retirarnos. Nos lo contarás todo mañana cuando vengamos a tomar el té.

 

—¿Qué? Pero...

 

—Una cita es una cita —lo interrumpió Sakura—. Francamente, Naruto, ¿creías que podrías tener una cita sin discutirla después con nosotros? —luego le sonrió y le dio un beso en la mejilla antes de jalar a Sai y encaminarse a buscar a su pequeña hija.

 

Ino y Shikamaru se despidieron de él de igual forma. Ino haciéndole prometer todos los detalles de la velada y Shikamaru disculpándose por las molestias causadas. Kiba, finalmente se paró frente a él alrededor de cinco segundos en silencio, y luego sonrojándose —lo que causó que Naruto se sonrojara a la vez— le dio un golpe en el hombro y le dijo que lo vería al día siguiente, como tenían por costumbre.

 

Cuando solo quedaron los Hyuuga y su padre en la cocina, Minato se le acercó, le quitó la taza con el té que aún tenía entre las manos y le dijo que tenía que volver a sus escritos. Neji también comentó que lo mejor sería que comenzaran a hacer el almuerzo y Hanabi salió a ver si Kyoko necesitaba más ayuda.

 

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Fue una tarde extraña para Naruto después de eso, y aún no se terminaba de acostumbrar a que sus amigos de toda la vida supieran que estaba saliendo con Sasuke Uchiha cuando tocaron a la puerta y se encontró con la razón de sus problemas.

 

Lo primero que Sasuke hizo fue acercarse y tomarlo de la cintura mientras con sus brazos apretaba todo su cuerpo contra el suyo. Naruto trató de liberarse sin hacer demasiado ruido y cuando Sasuke finalmente lo soltó, le regaló una de las sonrisas que solo parecía reservar para su ángel.

 

Naruto lanzó un suspiro cansado para luego proceder a mirar gravemente a Sasuke.

 

—No hagas eso cuando Kyoko esté en la casa.

 

Sasuke pareció confundido por esto, recordando la noche anterior en la cocina, pero asintió de todas formas.

 

—¿Estás listo?

 

Naruto hizo un gesto de incomodidad y le pidió que esperara un momento. Se adelantó al interior de la casa, seguramente para avisarle a Minato que saldría y a despedirse de Kyoko y luego estuvo nuevamente con Sasuke metiendo un manojo de llaves en el bolsillo de su pantalón.

 

Sasuke se hizo a un lado mientras Naruto salía con él y cerraba la puerta. Notó que estaba silencioso, como si tuviera algo que lo estuviera molestando en el interior, y se preguntaba si sería mejor preguntarle directamente si le sucedía algo o solo dejar que siguiera en silencio mientras llegaban a su departamento.

 

Caminaron de esta forma al auto y una vez dentro Sasuke le preguntó si quería salir a comer antes a algún lado. Naruto estuvo perdido unos momentos sin saber qué contestar, pero luego meneó la cabeza en negación. Lo mejor sería evitar lugares públicos.

 

Sasuke aceptó su decisión sin replicarle nada y se puso en marcha, el silencio rondando a ambos durante todo el trayecto.

 

Cuando llegaron al edificio de departamento de Sasuke, Naruto se quedó mirándolo desde la ventana del auto un buen rato antes de hablar por primera vez desde que hubieran salido hacia allí.

 

—¿Esta es tu casa?

 

El edificio era impresionante. No tanto como el penthouse en el que vivía Itachi, obviamente, pero lo suficiente como para dejar con la boca abierta a cualquiera. Sasuke sonrió un poco al escuchar su asombro.

 

—Lo era.

 

Naruto volteó a mirarlo intrigado y Sasuke continuó.

 

—Me mudaré mañana.

 

Naruto asintió a su vez unos segundos.

 

—¿Te mudarás? ¿A dónde?

 

Sasuke se encogió de hombros y volvió a poner en marcha el auto otra vez, metiéndolo en la cochera del edificio después de hacerle una seña al guardia que finalmente les había dado el visto bueno para entrar.

 

—No lo sé todavía. Un amigo mío, Suigetsu, está preparando el lugar. Te daré la dirección en cuanto la tenga.

 

Naruto asintió otra vez y se quedó un poco preocupado.

 

—Es cerca, supongo.

 

—Es en Konoha. No sé exactamente dónde.

 

Naruto pareció aliviado por esto y bajó del auto después que Sasuke bajara primero. Esperó a que Sasuke llegara a su lado para caminar otra vez, en esta ocasión al elevador.

 

—¿Por qué te mudas?

 

Sasuke metió las manos en los bolsillos de su pantalón mientras indicaba con su mirada las paredes del elevador.

 

—Todo esto. Es del clan Uchiha. No puedo seguir viviendo aquí, ahora que me he emancipado de ellos.

 

—¿Qué?, ¿hiciste qué? —Naruto comenzó a alarmarse— Sasuke, te dije que no lo hicieras por mí, yo...

 

—Naruto, aunque tú seas la persona que me hizo darme cuenta que no podía seguir actuando de esta forma, no eres el responsable de que haya decidido dejar a mi familia —Sasuke no miraba a Naruto, pero tenía una sonrisa burlona en su rostro—. Simplemente era algo que sabía que tendría que hacer tarde o temprano. La decisión fue mía.

 

Naruto se quedó perplejo al escuchar esto.

 

—No todas las familias son como la tuya —concluyó Sasuke posando sus ojos de lleno en los azules de su compañero. Las puertas del elevador se abrieron como terminando su discusión y Sasuke le hizo un gesto para que se adentrara. A Naruto no le quedó de otra que obedecer con unos pasos al frente.

 

El departamento de Sasuke no era tan grande como el de su hermano mayor, pero era igual de lujoso y equipado. Además que seguía siendo tan grande como para meter dos departamentos de Naruto adentro.

 

Una vez dentro, miró con detenimiento todos los aspectos de la estancia sin darse mucha cuenta que lo hacía o que Sasuke seguía divertido sus pesquisas.

 

—Podemos pedir algo de comer o puedo preparar algo. ¿Qué prefieres?

 

Naruto aún estaba entretenido mirando el interior de la cocina de Sasuke cuando este le hizo la pregunta, por lo que le respondió que no se molestara en preparar nada. Sasuke asintió y tomó el teléfono pensando que como era su última noche allí, más le valía aprovechar las comodidades Uchiha por una última vez.

 

Terminó de hablar justo en el momento en que Naruto cerraba aterrado una de las puertas que examinaba con curiosidad. La de su dormitorio, Sasuke notó, y comenzó a reír ante su expresión.

 

—Oye, no estarás nervioso, ¿o sí?

 

Naruto se comenzó a sonrojar desde la nuca hasta la frente y negó precipitadamente con la cabeza.

 

—Por supuesto que no. Tonto.

 

—Ven, ven conmigo —lo llamó antes de acercarse a él y tomarlo de la mano para guiarlo hacia uno de los sofás. Luego encendió la televisión para tener un sonido de fondo. Una vez que se acomodaron se inclinó hacia él—. Estuve hablando con Suigetsu y Karin, son dos de mis amigos de la universidad. Decidimos invertir, por ahora, en una disquera.

 

Naruto pareció un momento confundido. Luego acercó su rostro hacia el de Sasuke como si no creyera lo que le estaba diciendo.

 

—¿Hablas en serio?

 

Sasuke sonrió y lo besó una vez en los labios de forma fugaz.

 

—Muy en serio. Tenemos la compañía perfecta en mente, el equipo de asesoramiento y el plan de mercado listo. No será difícil —Naruto lo observaba en silencio mientras Sasuke hablaba acariciando con su mano uno de los lados de rostro—. Otro amigo, Juugo, está en Estados Unidos. Él hará los contactos con artistas del medio por ese lado.

 

Naruto aún seguía aturdido por planes tan astronómicos, pero Sasuke había dejado de hablar y lo miraba como si esperara una respuesta.

 

—Lo-lo dices como si fuera algo tan fácil...

 

El otro hombre volvió a sonreír y a besarlo. Podía acostumbrarse rápidamente a esto. Tenerlo todo para él y besarlo cada que se le antojara. Sí que podría acostumbrarse.

 

—Tendré que trabajar un poco duro por un tiempo, pero creo que podré asegurar todo en un par de meses.

 

—¿Un par de meses? —Naruto posó sus manos en el pecho de Sasuke empujándolo un poco para apartarlo y descubrir por su expresión si le estaba tomando el pelo—. Eso es imposible, Sasuke.

 

Este se inclinó incluso más sobre él, haciendo que resbalara su espalda hacia el asiento del sofá.

 

—No lo es —Sasuke volvió a besarlo, esta vez por un poco más de tiempo antes de volver a hablar—. Tengo un buen equipo conmigo.

 

Naruto sentía el peso de Sasuke sobre el suyo. Sus besos cada vez más prolongados sobre sus labios y, por un momento, toda la preocupación que se había posado sobre sus hombros esa tarde se desvaneció.

 

—Cambiaré de auto y de teléfono también. Iré a darte mi nueva información en cuanto la tenga —Naruto asintió mientras Sasuke volvía a besarlo, una serie de pequeños besos sobre sus labios que lo dejaron poco satisfecho—. Estaré ocupado por un tiempo, pero tú puedes llamarme en el momento que quieras.

 

Naruto se sonrojó ante esta aseveración y Sasuke se inclinó otra vez. Su lengua abriendo la boca del otro hombre una vez que estuvo estrechando sus labios. Así era exactamente como había estado ansiando tener a Naruto por mucho tiempo, sus manos aferradas a él, atrayéndolo, y el calor de su cuerpo bajo el suyo haciéndolo perderse en el tiempo.

 

Parecía que apenas y habían comenzado sus cariñosas actividades en el sofá cuando el teléfono de la casa sonó para interrumpirlos. Sasuke dejó de besar a Naruto a regañadientas y se incorporó para contestarlo. Naruto aprovechó este momento para volver a sentarse otra vez como era debido y acomodar un poco sus ropas que las manos diestras de Sasuke habían logrado aflojar en algunos lugares sin que él se diera cuenta siquiera.

 

—Llegó la comida —le avisó él desde la entrada del elevador, mientras esperaba que llegara a su piso—. El repartidor la está subiendo.

 

Naruto asintió una vez y se dirigió a la cocina. Sasuke lo observaba divertido. Su ángel actuaba como si fuera de lo más natural caminar alrededor de su casa aunque era la primera vez que ponía pie en ese lugar y se preguntaba si siempre actuaba así con todas las personas que conocía. Pero luego agitó la cabeza negando tal posibilidad. Eso no podía ser, lo que ocurría era que sabía que estaba con Sasuke y sentía la suficiente confianza como para hacerlo. Lo más gracioso era que ni siquiera parecía darse cuenta él mismo.

 

El sonido de las puertas del elevador abriéndose lo volvió a la realidad y Sasuke se encontró al repartidor de comida habitual alcanzándole su pedido con amabilidad. Después de desdoblar unos cuantos billetes de su bolsillo y dárselos al hombre esperando, recogió la comida y se dirigió a la cocina. Naruto había puesto algunos platos encima de su mesa y había acercado dos sillas, pero aún estaba abriendo y cerrando cajones buscando algo. Sasuke posó la comida sobre la mesa.

 

—¿Qué buscas?

 

—Tus cubiertos...

 

Sasuke se acercó y lo tomó de la mano. Luego lo dirigió al cajón con los utensilios para comer.

 

—Te enseñaría el lugar del resto de cosas, pero no vale la pena. Me mudaré mañana.

 

Naruto asintió ruborizándose un poco y tomó los cubiertos que estaba buscando.

 

—Está bien. ¿Necesitas que te ayude con la mudanza de mañana?

 

Sasuke se había sentado y había comenzado a repartir la comida en los platos, pero se volvió otra vez a ver a Naruto al escuchar esto.

 

—Está bien por mí, pero ¿no ibas a llevar a Kyoko a la playa mañana?

 

Naruto se acababa de sentar y se quedó paralizado por un segundo. Lo había olvidado por completo. Su hija se encontraba en esos momentos batallando con sus deberes para poder salir a divertirse ese fin de semana y él lo había olvidado del todo. Miró el rostro de Sasuke con sorpresa al comprobar que el hombre no parecía particularmente impresionado por este descubrimiento. ¿Es que era tan natural que un padre se olvidara que tenía una hija de un momento al otro? Por un instante, lo único que había tenido en la cabeza había sido al Uchiha y ahora que se daba cuenta comenzó a asustarse por tal noción.

 

—Es verdad... no puedo verte mañana.

 

Sasuke asintió una vez en silencio. Le parecía que Naruto había sufrido un ataque cardiaco en esos breves segundos, pero no sabía cómo preguntarle si estaba bien sin hacerlo alterarse más.

 

—Te llamaré en la noche —intentó cambiar de tema—. Para darte mi dirección y esas cosas.

 

Pero Naruto no hizo ningún gesto que delatara que lo estaba escuchando. Sasuke puso la comida frente a él y le indicó que comiera. Naruto obedeció maquinalmente y Sasuke comenzó a repasar en su cabeza si algo que había dicho había molestado a Naruto hasta ese extremo, pero no pudo hallar nada. Al final de sus reflexiones decidió que no debería estarse con miramientos que no había tenido en el pasado.

 

—¿Hay algo que te moleste? —le preguntó directamente.

 

Esto pareció llamar la atención de Naruto, quien contempló a Sasuke por unos segundos antes de agitar su cabeza en negativa.

 

—No es nada. No te preocupes.

 

Sasuke se puso de pie y regresó con unas copas llenas de vino. Naruto titubeó antes de aceptar la que le ofrecía. Sin embargo, luego de beber un trago, algo de su disposición inicial pareció regresar y, para evitar el silencio, comenzó a preguntarle más detalles sobre el nuevo negocio de Sasuke.

 

Este le comentó que en realidad todo había empezado hacía más de diez años, en un proyecto para la universidad a la que asistía con sus compañeros de equipo. Habían hecho un estudio de mercado sobre las empresas de música nacionales y habían terminado con un plan de mercado que hasta el momento las empresas más reconocidas del país y el extranjero se peleaban por comprar. Sasuke nunca le había dado la atención que se merecía, pero ahora se iba a valer de él en primer lugar para hacerse de un nombre conocido fuera del apellido Uchiha. Tenía otros proyectos en mente que tendría que discutir con su equipo también, pero por ahora empezarían con el que ya tenían terminado.

 

Naruto estaba impresionado por lo fácil y plausible que Sasuke hacía ver el mundo de los negocios y le mostraba su admiración de vez en cuando con algún comentario, aunque Sasuke parecía no notarlo o lo descartaba en cuanto la veía venir.

 

Cuando terminaron de cenar, volvieron al sofá de la sala para seguir conversando. Pero aunque Naruto seguía interesado en conocer un poco más de las ideas de Sasuke, este tenía otras cosas en la cabeza. Como averiguar cuánto tiempo podían aguantar sin respirar una vez que estaban enfrascados en una batalla de besos.

 

Naruto comenzaba a sentirse acorralado en el sofá, con Sasuke encima de él y su cuerpo frotándose peligrosamente sobre el suyo, así que apoyó sus dos brazos sobre el pecho de este y empujó con lentitud. Cuando tuvo el suficiente espacio para respirar otra vez, se detuvo.

 

—Sasuke...

 

Su enamorado lo miraba con la expresión de un niño al que le acababan de sacar un dulce que tenía en la boca, no estaba muy entusiasmado con el ser apartado.

 

—¿Qué ocurre?

 

Naruto trató de calmar su respiración lo suficiente como para hacerse entender.

 

—Necesitamos parar un rato.

 

Sasuke parecía completamente aterrado por esta idea.

 

—¿Por qué?

 

Naruto hizo un gesto irritado ante esta pregunta. El otro hombre no se daba cuenta de lo que lo hacía sentir con cada beso que le daba.

 

—Porque... —y se sonrojó—, porque... no quiero causar un accidente en tu sofá.

 

Sasuke se quedó unos segundos en silencio comprendiendo y luego comenzó a sonreír un poco.

 

—No me importaría...

 

Naruto se puso más rojo aún.

 

—Pero a mí sí. Tienes que quitarte de encima —y comenzó a empujarlo otra vez, pero Sasuke no se dejó mover ni un milímetro en esta ocasión.

 

—¿Qué tan cerca estás? —y comenzó a reír un poco cuando Naruto volvió a sonrojarse más aun.

 

—No es tu maldito proble-, ah... ¿qué demonios haces?

 

Sasuke había aprovechado la oportunidad para descender una de sus manos a la pierna de Naruto y separándola un poco de la otra obtener acceso para acomodarse entre ellas, haciendo chocar su erección contra la suya en el proceso.

 

Este lanzó un gemido apenas audible cuando Sasuke comenzó a frotarse otra vez contra él. Iba a protestar contra tal asalto, pero el Uchiha volvió a besarlo antes que pudiera hacerlo. En su cabeza, Naruto sabía que si no detenía eso en ese momento, no podría detenerse definitivamente hasta el final. Pero su cuerpo había decidido que no quería obedecer a su cabeza por el momento y lo único que Naruto podía hacer era aferrarse al cuello de Sasuke mientras su cerebro le repetía una y otra vez que debía detenerse.

 

Sasuke movió una de sus manos otra vez y comenzó a desabrochar el pantalón de Naruto. Logró desabotonarlo y comenzar a bajar el cierre antes que el otro hombre lograra liberarse de su beso e intentara apartarlo otra vez.

 

—¿Qué crees... que estás haciendo?

 

Sasuke sonrió un poco, el rostro rojo y lujurioso de Naruto no podía ser nada más que un regalo del cielo.

 

—Te ayudo a aliviarte.

 

Naruto lo volvió a empujar antes que Sasuke reclamara sus labios en una segunda ocasión.

 

—Puedo ayudarme yo solo. Muchas gracias.

 

Sasuke parecía entretenido por la nueva idea.

 

—¿En serio? Entonces hazlo.

 

Si era posible, Naruto se tornó aun más rojo.

 

—Tengo que usar el baño...

 

—¿Qué? De ninguna manera.

 

—Sasuke... —Naruto le lanzó una mirada que pretendía ser amenazante, pero que en su estado actual no pasó de estar cerca de una expresión adolorida. Lo cual no lo ayudaba en lo más mínimo a los ojos de Sasuke.

 

Sus manos comenzaron a terminar su tarea con los pantalones de Naruto y pronto tubo su miembro entre sus dedos, haciéndolo lanzar un gemido muy audible en cuanto Sasuke comenzó a acariciarlo.

 

—Sasuke,... no... espera...

 

El sonido de su voz mezclada con sus jadeos fue más de lo que Sasuke pudo aguantar sin que la sangre se le terminara de subir definitivamente a la cabeza. Lo besó a continuación sin detener su mano.

 

—¿No me digas que no se siente bien?

 

Naruto cerró los ojos sin ser capaz de contenerse.

 

—Sí... pero...

 

Sasuke volvió a capturar sus labios. Su mano libre acariciando el cabello de Naruto como si lo estuviera consolando. Unos segundos después, la boca del otro hombre se apartó de la suya nuevamente en busca de aire. Sasuke lo observaba bajo él, con los ojos muy apretados, sus brazos colgando de su cuello y gimiendo entre bocanadas de aire. No podía existir una visión semejante en este mundo. Sin darse cuenta de lo que hacía, comenzó a lamer la parte inferior del labio de Naruto mientras su otra mano seguía realizando su labor con mayor rapidez.

 

Naruto estaba muy cerca del clímax y trató de explicárselo a Sasuke, pero tenía serios problemas para hacer salir su voz de entre los labios apretados contra él, la agitación de su aliento y el estremecimiento de su cuerpo. Sasuke se había dado cuenta y solo aceleró más la fricción contra el miembro entre sus dedos.

 

A los pocos segundos, Naruto arqueó su espalda y una lluvia blanca descendió sobre su abdomen. Su tórax aún se agitaba por su arduo trabajo llenándolo del oxígeno del que había sido privado instantes antes, pero poco a poco comenzó a volver a su ritmo anterior. Sasuke se quedó observando cómo Naruto volvía a tomar conciencia de las cosas a su alrededor con una lentitud que solo podía ser la de un recién nacido. Empezó con un suspiro, casi contento, saliendo de entre sus labios encarnados y húmedos, que hizo que Sasuke lamiera los suyos. Luego prosiguió con la apertura de sus maravillosos ojos azules apareciendo por entre la comisura de sus pestañas. Y terminó con un tinte rosa en sus mejillas una vez que su vista se fijara en los ojos negros encima de los suyos, adorándolo.

 

Naruto se inclinó un poco y besó los labios de Sasuke. Una sola vez y se retiró rápidamente, casi tímido. Sasuke volvió a tragar saliva ante esta iniciativa.

 

—¿Te sientes mejor? —le preguntó en un susurro, tratando de distraerse un poco del único pensamiento que ahora asaltaba su cerebro. Lo tenía debajo de él, accesible para todo lo que quisiera hacerle. ¿Por qué no?

 

Naruto volvió a sonrojarse después de escucharlo, pero asintió. Sasuke se inclinó para besarlo otra vez y se contuvo. Aún estaba lejos de estar satisfecho con la intimidad que había logrado con su adoración, pero por el momento le bastaba. Lo que menos quería era que su ángel saliera huyendo después de su primera experiencia con un hombre. Ya llegarían a eso. Sasuke esperaba que más pronto de lo que estaba planeando.

 

—Ahora sí... necesito usar el baño.

 

Sasuke rió, se incorporó lentamente y ayudó a Naruto a levantarse con él. Justo antes de soltarlo le dio un último beso y cuando su ángel se perdió tras la puerta del lavabo tuvo tiempo de revisar su propio aspecto. No estaba tan desaliñado como esperaba encontrarse. Su camisa apenas un poco fuera de lugar por el cuello, su cabello más levantado que de costumbre, aunque eso solía pasar cuando estaba caminando en la calle.

 

Revisó su pantalón también y fuera del bulto entre sus piernas que empezaba a calmarse, no parecía haber nada fuera de lugar. Finalmente se sentó en el sofá otra vez y volvió su vista hacia la pantalla de televisión, luego tomó el control remoto de la mesa y cambió al canal de noticias.

 

Naruto se demoró dentro de su baño lo que se tardó el periodista en la televisión en hacer la nota de dos accidentes, uno aéreo y otro de carretera, y una nota sobre un político envuelto en un escándalo en la Dieta japonesa —lo cual ayudó a Sasuke a despejar su problema anterior con el pantalón—.

 

Cuando Naruto alcanzó otra vez a Sasuke en el sofá estaba examinando el reloj de su pulsera. Las diez. Se sentó con pesadez al lado de Sasuke nuevamente, pensando que tal vez podría quedarse un par de horas más sin sentirse tan culpable. Pero al primer intento de su amante de continuar con sus actividades anteriores, lo detuvo antes que tuviera oportunidad de ponerse encima de él.

 

—Creí que mañana tenías que levantarte temprano —le recordó con seriedad y una sonrisa condescendiente en su rostro.

 

Sasuke se acomodó otra vez en el respaldar del sofá después de verla. Ya no pasaría nada más esa noche, pero estaba contento con lo obtenido hasta entonces. Al menos por ese día.

 

—Me da igual a la hora que me acueste, usualmente solo necesito cuatro horas de descanso por la noche.

 

Naruto levantó una de sus cejas rubias, Sasuke comenzó a sonreír otra vez al verlo.

 

—Realmente los Uchiha son diferentes al resto de los hombres, ¿verdad?

 

—No sé del resto, pero yo siempre he sido así.

 

Naruto terminó por lanzar un suspiro que tenía atorado en la garganta desde hacía un rato.

 

—Sobre tu mudanza.

 

—¿Sí?

 

—Quiero ir a ver el lugar. Una vez que tengas la dirección, ven a recogerme.

 

Sasuke abrió un poco más los ojos al escuchar esto, pero asintió inmediatamente con la cabeza.

 

—¿Y eso? —preguntó enseguida con curiosidad.

 

Naruto se encogió de hombros y volvió la vista hacia el televisor frente al sofá.

 

—Quiero ver cómo vivirás ahora que no tendrás el apoyo de los Uchiha.

 

Sasuke meditó esta respuesta por un momento y su sonrisa poco a poco comenzó a dejar su rostro.

 

—Sabes que solo es un lugar temporal, ¿verdad? —Naruto giró su rostro al de Sasuke—. Me mudaré en unos meses más otra vez.

 

—¿Por qué?

 

—El lugar es de Suigetsu, ya te hablé de él, solo me lo está prestando. No puedo quedarme ahí para siempre. Además… —Sasuke volvió a fijar su vista en la televisión—, querremos un lugar más grande... cuando vivamos juntos.

 

Naruto sintió de pronto una sensación de vértigo que se apoderaba de él con celeridad. Sasuke parecía distorsionado desde la enorme distancia desde la que lo veía ahora. ¿Vivir juntos?, ¿hablaba en serio? Lo miró un momento y al ver cómo le devolvía una mirada serena y sincera finalmente lo creyó. ¡Hablaba en serio! ¿Cuándo había sucedido eso?, ¿en qué momento Sasuke había interpretado que la relación clandestina que llevaban finalizaría con ellos viviendo juntos? Ciertamente tal idea jamás había cruzado la mente de Naruto. Acababa de pasar toda la tarde tratando de no salir huyendo de su propia cocina cuando sus amigos lo enfrentaron al respecto. Aún no acababa de acostumbrarse a la idea de que su padre lo supiera y ciertamente estaba horrorizado por la sola idea de que este hablara con él al respecto. Y ni siquiera tenía el valor de confesárselo a Kyoko.

 

Kyoko.

 

Naruto comenzó a palidecer y Sasuke puso una mano en su hombro preguntándole si estaba bien, pero su amante no lo escuchaba. Kyoko apenas era una niña. Naruto no podía aparecer de pronto y decirle que ahora vivirían con otro hombre y que no, no es un amigo, ¡es tu nueva mamá!

 

—¡Naruto!

 

Los ojos azules del joven padre poco a poco se posaron sobre el rostro de Sasuke frente a él. Y con un movimiento brusco se puso en pie.

 

—¿Estás loco? ¡No podemos vivir juntos!

 

Sasuke se puso de pie también aunque más lentamente.

 

—Naruto, no te estoy diciendo que vivamos juntos mañana...

 

—No puede ser, Sasuke —lo interrumpió de inmediato sin muchas ganas de escuchar algo más—. Tengo una familia y no puedo aparecer de buenas a primeras y decirles que nos mudaremos con un hombre extraño —no entendía cómo se le había metido tal idea en la cabeza, pero de seguro que era su deber sacarlo de su error antes que fuera demasiado tarde—. ¿Qué clase de padre sería?

 

—Tu padre ya lo sabe. No veo el problema con decírselo a Kyoko,... Kei tiene su edad y él...

 

—¡Kei no es Kyoko! —Sasuke no parecía comprender este detalle demasiado importante en todo su descabellado plan— Conozco a mi propia hija y te puedo decir con exactitud lo que diría si se llega a enterar —un escalofrío recorrió su espalda al pensar en la posibilidad de que ella se enterara—. ¡Eso no va a pasar!

 

Sasuke se cruzó de brazos. De nuevo, no le gustaba el rumbo por el que iba la discusión y no entendía por qué Naruto se rehusaba a planear tan testarudamente su futuro juntos. ¿Es que acaso creía que no tendrían un futuro juntos? Porque Sasuke ya lo había visto, y no era algo que fuera a dejar escapar por nada del mundo.

 

—¿No piensas decírselo nunca? —le preguntó un poco más serio. Lo primero que tenía que hacer era hacerle comprender este detalle importante al alterado hombre.

 

Naruto pareció ser tomado por sorpresa después de escuchar esta pregunta. Bajó la mirada y habló con voz apenas audible cuando le respondió.

 

—No lo sé.

 

Sasuke levantó una de sus cejas peligrosamente.

 

—¿Nunca?

 

—No lo sé —repitió Naruto con el mismo tono de antes.

 

Sasuke tomó una bocanada de aire en sus pulmones. No podía ni comenzar a explicarle todo lo equivocado que estaba en ese instante. Kyoko se terminaría enterando de una forma u otra. Si seguían juntos de aquí a un mes, o de aquí a diez años, sería lo mismo. ¿Es que acaso era algo que creía que podría ocultar para siempre? Su propio padre no tardó más de un día en averiguarlo todo.

 

—Naruto...

 

—Es tarde. Será mejor que regrese a casa —lo interrumpió él casi inmediatamente. Le dio una mirada que parecía apenada por terminar la conversación de forma tan abrupta, antes de caminar hacia la puerta con decisión. Sasuke sabía que Naruto no había traído auto, así que no tuvo más remedio que salir tras él unos segundos después.

 

El camino de regreso fue aun más silencioso que el anterior. Naruto estaba firmemente recostado sobre su lado del auto mirando a la calle por la ventana. Sasuke conducía sin mucha prisa, pero demasiado callado y serio como para ser abordado con facilidad. Aunque Naruto no estaba demasiado entusiasmado con seguir la conversación tampoco.

 

Cuando Sasuke se estacionó en el edificio de Naruto finalmente, ambos contuvieron el aliento mientras Sasuke apagaba el motor del auto. Pasaron unos segundos sin que ninguno de los dos dijera nada todavía. El silencio que presagiaba la tormenta, pensó Sasuke muy a su pesar.

 

Ahora estaban en terreno neutral, pensó el Uchiha armándose de valor por dentro. Ya no podría rehusarse a seguir con su discusión.

 

—Naruto...

 

Sasuke se giró hacia su ángel y lo llamó con suavidad. Le pareció que despertaba de un gran sueño al escucharlo, sin embargo, cuando clavó sus ojos azules en los suyos volvía a lucir cansado y preocupado.

 

—Sasuke...

 

Naruto tenía miles de cosas en la cabeza en ese momento y aunque hubiera deseado no seguir con esa conversación por esa noche, sabía que Sasuke no podría quedarse tranquilo con eso. Lo sabía porque no se le hacía correcto a él mismo, pero no veía otra forma de salir de esa situación sin lastimarlo demasiado.

 

—Lo que tu quieres... —y se detuvo. No había forma de comenzar a decir algo así.

 

Sabía que Sasuke era, en el fondo, un buen hombre, pero lo que hacía la mayor parte del tiempo era muy descuidado. Él y sus decisiones no debían de ninguna forma envolverse con el ritmo de vida temerario que llevaba el Uchiha. Desgraciadamente, él tenía que ser la persona ecuánime en todo aquello. Y de alguna u otra forma, sabía que fallaría miserablemente en serlo.

 

Sasuke lo observaba. Sus dos manos apoyadas nuevamente en el volante y su cuerpo curvado sobre ellas.

 

—No te estoy pidiendo nada... ahora.

 

Naruto lo miró irritado. Ahí empezaba nuevamente con sus exigencias.

 

—¿Pero lo harás en el futuro?

 

Parecía enojado, irritado, cansado. Sasuke jamás lo había visto actuar de esa forma antes y comenzó a pensar muy bien sus palabras antes de decirlas.

 

—Naruto, sabes lo que siento por ti. No estoy tratando de hacer las cosas apresuradas ni tratando de acorralarte... —Naruto soltó un resoplido al escuchar esto. No podía creérselo, era tan simple como eso—, pero debes saber que, en el futuro, espero ser parte de lo que planeas.

 

—No lo entiendes. No puedo ofrecerte nada y no creo que lo haga nunca —Sasuke hablaba con tanta facilidad de dejar a su propia familia, tirar todo por la borda, porque quizá era algo que él podía hacer con esa facilidad. Naruto no lo hubiera considerado ni por un segundo. Ahí radicaba la diferencia irremediable entre ambos—. Siempre tendré a Kyoko, siempre tendré a mi padre, siempre tendré a mi familia. No puedo dejarlos de lado por ti y mucho menos imponerte en su vida solamente porque tú crees que lo quieres, yo...

 

—Yo no «creo» querer nada —lo interrumpió Sasuke inmediatamente, su genio comenzaba a salir a flote y él se esforzaba en mantenerlo a raya el mayor tiempo posible, pero le había dolido lo que Naruto insinuaba. ¿Acaso creía que tenía que darle lecciones sobre sus propios sentimientos?—, «sé» lo que quiero. Eres tú el que parece que no sabe lo que realmente quiere.

 

Naruto comenzó a desabrocharse el cinturón de seguridad con rabia. Quería  terminar la discusión antes de escuchar algo más que lo hiciera decir algo de lo que después se tuviera que arrepentir.

 

—No sabes nada de mí. No puedes decirme de pronto que no sé lo que quiero y esperar que yo...

 

Sasuke lo detuvo cogiéndolo del brazo antes que Naruto pudiera bajar del auto. Su voz era muy fría cuando le dijo:

 

—Quiero que te des cuenta.

 

—Suéltame, Sasuke, este no es el momento para estar discutiendo esto...

 

—Entonces, ¿cuándo? —la voz elevada de Sasuke hizo que por un momento Naruto olvidara su propio enojo y mirara asustado al otro hombre—. Naruto, ¿cuándo quieres hablar de esto? ¿Cuando hayan pasado más de dos, tres, cinco, diez años y yo siga estando en el mismo lugar en el que me dejas ahora, afuera?

 

Naruto comenzó a cerrar y abrir los ojos de prisa.

 

—¿Qué...?

 

—Quiero saber cómo van a ser las cosas de aquí en adelante.

 

Naruto comenzó a menear la cabeza.

 

—No lo sé.

 

—¿Es que sabes algo?

 

Naruto comenzó a sentir que algo muy fino comenzaba a atravesar su pecho de lado a lado.

 

—Sé que no quiero tener esta conversación en este momento.

 

No era que se rehusara a conversarlo, era que se negaba tajantemente a acceder. Y parecía que nada que pudiera decirle Sasuke en ese momento lo haría cambiar de opinión. Estaban justamente donde habían comenzado y no habían avanzado siquiera un paso. Sasuke tuvo una fuerte conmoción al darse cuenta de esto.

 

Sus dedos de pronto dejaron de apretarlo y Naruto se vio libre de la mano de Sasuke en su brazo un instante después. Pero ni siquiera lo notaron. Ahora no parecían ser capaces de notar nada más que lo sofocante que se había hecho de pronto el aire a su alrededor.

 

—No puedo seguir yendo en círculos.

 

Fue Sasuke quien lo dijo. Y, por un momento, Naruto se quedó confundido tratando de decidir si el que lo había dicho primero había sido él.

 

—Tal vez no deberíamos.

 

Esta vez sí había sido él, y las palabras quemaban en su garganta después de decirlas. Si era lo correcto, lo único que parecía la solución más lógica ahora que no veían posibilidad de acuerdo, ¿por qué le dolía tanto?

 

Sasuke no dijo nada. Su rostro se volvió impasible y aunque sus ojos seguían fijos en los de Naruto, no transmitían nada más que la espera. Naruto fue atrapado en ellos un segundo más antes de volver a tomar valor y salir del auto.

 

Apenas puso un pie en el escalón de su edificio de departamentos, escuchó el motor del auto de Sasuke encenderse y un instante después el sonido que hacía al alejarse. No volvió la cabeza ni una vez mientras se adentraba a su casa.

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