Doce años: Chapter 14

Published Jan 14, 2013, 11:26:08 PM UTC | Last updated Jan 27, 2014, 11:10:39 PM | Total Chapters 16

Story Summary

Writen in spanish. SasuNaru. AU. Naruto es padre de Kyoko, y desde que su esposa Hinata murió se ha empeñado en criar a su hija de la mejor forma que puede, aun cuando Kyoko llega llorando de la escuela y acusa a un tal Kei Uchiha de hacer su vida miserable.

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Chapter 14: Chapter 14

Fandom: Naruto.

Calificación: mayores de 14 años.

Género: yaoi, drama, humor.

Declaración: el concepto y la idea original de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: besos entre dos hombres.

 

 

Doce años

Capítulo 14

-…-

por Hikari Shiroki

 

-…-

-…-

 

 

 

Kyoko fue la segunda persona en la habitación en reaccionar. Lo más rápido que pudo, se levantó de su silla y corrió a abrazar a la recién llegada gritando «tía Hanabi», «tía Hanabi», una y otra vez. La joven mujer le devolvió el abrazo en cuanto se separó de Naruto, una sonrisa completamente radiante en su rostro al apreciar a su sobrina en esa ocasión. Naruto seguía esta interacción con una gran sonrisa en sus labios, encantado con que ambas mujeres estuvieran reunidas una vez más.

 

Sasuke la recordaba ahora. Hanabi Hyuuga era la hermana menor de Hinata, la madre de Kyoko, y además la heredera del clan Hyuuga. Le tomó un tiempo reconciliar sus recuerdos de ella, como una niña pequeña, porque la última vez que la había visto solo tenía ocho años, con la mujer crecida que se encontraba con ellos en ese instante. Ahora que la tenía frente a él se daba clara cuenta que el tiempo había pasado.

 

Su figura delgada, grandes ojos claros en un rostro ovalado y un largo cabello lacio enmarcándolo, eran algo que harían que cualquier hombre girara la cabeza para verla andar si se la cruzaba en la calle. Por un segundo después, pensó irritado que Hinata tal vez también había crecido para ser como su hermana y ahora no le cabía dudas de por qué Naruto la había elegido en primer lugar.

 

—Es la hermana de Hinata, Hanabi —Sasuke salió inmediatamente de sus reflexiones para atender a la voz de Naruto, que se había dado cuenta de lo silencioso que de pronto se había puesto el Uchiha—. Hanabi, ¿recuerdas a Sasuke Uchiha?

 

El nombre llamó la atención de la tía de Kyoko en seguida. Esta se incorporó del abrazo de su sobrina en el piso y miró curiosamente de un lado al otro en la dirección donde estaban sentados los dos Uchiha. Luego de un segundo de indecisión se volvió hacia el que estaba parado.

 

—Po-por supuesto... Vaya, es una sorpresa encontrarte aquí, Sasuke.

 

Sasuke le devolvió el saludo con la cabeza, pero no dijo le dirigió una sola palabra, así que Naruto volvió a intervenir.

 

—Sasuke es un buen amigo mío... Eh, bueno, reciente, pero... es una persona cercana a mí ahora.

 

Minato parecía el más divertido con toda la situación. Caminó unos pasos y tomó el asiento que estaba libre al lado de Kei, haciendo que el pequeño se concentrara de pronto en su comida con más bríos que antes. Hanabi y Kyoko miraban con curiosidad a Naruto y Sasuke, pero como parecía que ninguno de los dos iba a explicar nada más, la mujer mayor decidió cambiar de tema.

 

—Ya veo —y seguidamente se volvió a su sobrina—. Kyoko, espera a ver todas las cosas que te compré en Inglaterra. ¡Hay cosas tan lindas que me muero por vértelas puestas!

 

Kyoko le respondió que estaba encantada y luego que su padre le hiciera un gesto para que regresara a su comida, le pidió que la esperara el poco tiempo que se tardaría en terminar de comer. Mientras tanto, Naruto se llevó a Hanabi a un lado para ofrecerle algo de beber.

 

—Es repentino que regresaras. Pensé que ibas a estar en Inglaterra un año más.

 

Hanabi se cruzó de brazos y depositó ambas manos en su cintura mientras ladeaba su cabeza. Naruto recordaba que Hinata hacía lo mismo cuando estaba buscando las palabras para explicarle algo y una sonrisa nostálgica se dibujó en su rostro ante el parecido.

 

—Aún no sé si me quedaré definitivamente. No he avisado a la casa Hyuuga que iba a regresar y solo traje algunas cosas en la maleta. El resto de mis cosas todavía están allá.

 

Naruto le alcanzó una taza de té.

 

—¿Entonces decidiste venir de improviso? ¿Cómo así?

 

Hanabi se puso un poco colorada.

 

—Los extrañaba, a ti y a Kyoko. Quería verlos aunque fuera solo por unos días.

 

Naruto sonrió. La pequeña Hanabi siempre había sido muy vergonzosa sobre sus emociones, aunque no tanto como su esposa Hinata.

 

—Sabes que siempre eres bienvenida —Hanabi iba a decir algo más, pero Naruto la interrumpió sin darse cuenta—. Neji vino el fin de semana pasado. Fuimos a almorzar al restaurante de Chouji —le comentó de pronto más animado—. Parece que tiene mucho trabajo, pero aun así se da un poco de tiempo para estar con nosotros. Creo que te lo había prometido, ¿verdad?

 

Hanabi se quedó en silencio por unos momentos y luego negó con la cabeza.

 

—No, seguramente quería pasar tiempo con ustedes. Él te considera uno de sus amigos más cercanos.

 

Naruto comenzó a rascarse la cabeza; un poco avergonzado de no haberlo tomado de esa forma desde el principio.

 

—¿Le pedirás que te lleve a casa? Estoy seguro que en unas horas estará libre del trabajo y podrá venir a...

 

—No —el tono apresurado de Hanabi al contestarle hizo que su cuñado estuviera intrigado después de escucharla—, prefiero que no sepan que he regresado, los de la casa Hyuuga.

 

—Pero... —Naruto iba a protestar, pero enseguida Hanabi levantó uno de sus delicados dedos y lo puso sobre sus labios.

 

—Es un secreto —le dijo en cuchicheo—. Si papá o Neji se enteran que he regresado a Japón por unos días, insistirían en que cumpla con una avalancha de compromisos aburridos a los que como heredera del clan tengo que asistir —Naruto comprendió, por el gesto de la pequeña mujer, que era algo muy tedioso—. Ya lo sabes, lo de siempre —su rostro se animó de pronto—. Prefiero quedarme aquí. Pasaré esta semana contigo y con Kyoko y, después, me iré, calladamente.

 

—¿Aquí? —Naruto no pudo evitar mostrar sorpresa al escucharla.

 

Hanabi pareció dudar por un momento.

 

—¿Los molesto?

 

—No, no, claro que no —quiso rectificarse inmediatamente. Su cuñada raras veces se tomaba esas libertades con ellos, no iba a ser justamente él quien la desanimara de ello—. Tenemos un cuarto libre de todas formas. Puedes quedarte el tiempo que quieras.

 

Hanabi casi dio un brinco de felicidad e inmediatamente se acercó al asiento de Kyoko a darle las buenas nuevas sobre su estadía con ellos. Kyoko estaba positivamente contenta. Sasuke, que se había vuelto a sentar para ocultar su impaciencia ante la conversación privada que habían estado sosteniendo Naruto y la otra mujer, se levantó para cederle el asiento y Hanabi lo tomó sin mucha protesta. Después de esto, aprovechó para acercarse al lado de Naruto.

 

—¿Hace eso con frecuencia? ¿Quedarse con ustedes?

 

Naruto negó inmediatamente.

 

—No, es la primera vez. Quiere estar de incógnito en Japón. Ya sabes, la familia Hyuuga no la deja tranquila —Sasuke miró a Naruto en silencio por un tiempo muy largo, tanto que el otro hombre comenzó a ponerse nervioso—. ¿Qué?

 

Después de unos segundos de indecisión más, el Uchiha le respondió.

 

—¿Quieres salir conmigo un momento? Quiero hablarte de algo en privado.

 

Naruto comenzó a ponerse nervioso nuevamente; aunque se daba cuenta que Sasuke estaba actuando muy serio en ese momento. Debía sentirse todavía inseguro por las cosas que habían pasado en la mañana y seguramente solo quería tener un momento a solas con él para conversar al respecto. Asintió después de pasar su mano por su propio rostro.

 

—Sasuke comprará helado para el postre —anunció después de volverse con este hacia la entrada de la cocina—. Ya venimos.

 

Kyoko lanzó un viva de satisfacción, mientras Kei levantaba una de sus cejas en interrogación; hubiera sido un gesto perfecto Uchiha si no hubiera sido porque Minato lo vio y se le tiró encima otra vez sonriendo y declarando lo «lindo» que era.

 

Kyoko y Hanabi rieron ante el susto que se había llevado el niño después de esto, y Kei comenzó a ponerse muy rojo otra vez.

 

Sasuke hubiera comenzado a sentir compasión por su sobrino si no hubiera sido porque estaba apurado en salir con Naruto. Sabía que salir a comprar el postre solo había sido la excusa que este había usado, pero de todas formas se subió a su auto y condujo hasta el estacionamiento del centro comercial más próximo. Cuando estuvo aparcado en un lugar más o menos solitario, detuvo a Naruto antes que pudiera bajar del auto.

 

—No me has dicho si estás de acuerdo —le dijo, su tono totalmente neutro.

 

El otro hombre pareció tomado por sorpresa y, por un momento, no supo de lo que Sasuke estaba hablando.

 

—¿Sobre qué?

 

Sasuke entrecerró sus ojos.

 

—Sobre mí y dejar a mi familia.

 

Una gran tensión comenzó a formarse en el cuerpo de Naruto enseguida y se tomó más tiempo del ordinario en pensar una buena respuesta.

 

—Te lo he dicho —le dijo al cabo, su voz parecía de pronto nerviosa—, la familia es importante. No deberías alejarte de la tuya solo por esto.

 

El rostro de Sasuke debía mostrarse irritado después de escuchar esto; si algo, le molestaba toda esa indecisión, pero Naruto no cambió lo que había dicho al verlo, simplemente bajó la mirada para evitar la suya.

 

—¿«Solo por esto»? —repitió un poco herido.

 

Ya habían pasado muchas cosas juntos como para trivializarlas de esa manera, en la estimación de Sasuke.

 

Naruto percibía su tensión, ya que tragó saliva antes de poder volver a contestarle.

 

—Mira, no sé definir esto todavía —le respondió después de lanzar un pesado suspiro—. No me parece que sea lo más razonable decidir cosas tan importantes en este momento, aún no sabemos con seguridad cómo quedaremos al final de todo.

 

Sasuke todavía veía a Naruto como un ángel, la respuesta a todas sus plegarias. Sabía que lo adoraba como nunca adoraría a nada más en ese mundo, pero en ese momento, sabiendo que era un ser celestial, sentía que tenía un enorme mazo que de pronto había comenzado a golpearlo y a romperlo desde el interior. La sensación no era nada agradable y Sasuke comenzó a moverse incómodamente en su asiento.

 

—Entonces, ¿qué quieres que haga? —le preguntó intentando no mostrarse tan decepcionado o herido a como se sentía.

 

Era la primera vez que le ocurría, y no sabía exactamente cómo actuar cuando alguien le asestaba un golpe tan certero.

 

Naruto no pareció notar esto. Se dio cuenta que el otro hombre ya no parecía tan amenazador como hacía un momento y respiró por un momento con tranquilidad; pasó una de sus manos por su cabello, aliviado.

 

—Nada, no hagas nada —le dijo con prisa, queriendo acabar esa conversación enseguida.

 

Por su parte, Sasuke pensó en lo que sería no hacer nada. Itachi metido en su cabeza por más de veinticuatro horas al día por siete días a la semana. Su padre llamándolo por teléfono para gritarle y hacer de su vida un infierno como ocho años antes. Y el peor tormento de todos, pensar que Naruto nunca correspondería a sus verdaderos sentimientos al final de todo eso. Todo en vano.

 

Había estado contento con que Naruto aceptara sus caricias, sus besos, sus palabras de amor sin pronunciar. Más que contento, podía decirse. Entendía que Naruto también las había experimentado, había estado ahí con él, lo sabía. Pero ahora parecía que nada había sido suficiente.

 

Después de lo que habían pasado ese día, todo lo anterior era algo tan pequeño en comparación a lo que realmente ansiaba, que Sasuke estuvo sobrecogido por un momento por la fuerza con que deseaba al otro hombre. Lo deseaba ahí con él, y el término de «para siempre» hacía eco en su cerebro, pero no era solo eso, era mucho más. Deseaba que Naruto le pidiera lo mismo, que el otro hombre lo deseara de la misma forma que él lo hacía; con toda el alma, el cuerpo y la mente. Después de todo eso, Naruto aún se rehusaba a darle lo único que en verdad le importaba.

 

—No puedo no hacer nada —concluyó con finalidad. Las cosas ya estaban en marcha. Su familia estaba enterada de sus intenciones y sabía que Itachi no desaprovecharía la oportunidad de encontrar en Naruto un punto débil en él, ahora que estaba enterado de sus relaciones.

 

—Sasuke…

 

Lo que fuera que Naruto iba a replicarle en ese momento, Sasuke no lo necesitaba. Lo que sí necesitaba era que su amante se diera cuenta de la posición en la que él se encontraba y, si tenía la suerte, finalmente descubriera una forma de aceptarlo como Sasuke deseaba.

 

—Tal vez para ti sea más sencillo quedarte en donde estás, pero para mí solo serían más problemas.

 

Naruto se quedó callado unos momentos, pensando las palabras de Sasuke. Después de haber pasado esos pocos momentos en presencia de su hermano, se podía hacer una idea de lo difícil que era la situación de Sasuke en su familia. Las cosas que había tenido que sufrir y lo mucho de elogiar que era el que hubiera crecido siguiendo con fiereza sus propios ideales.

 

Sabía que la pelea de esa mañana había sido algo terrible, pero tampoco le parecía que fuera irreconciliable. A Sasuke le podía parecer que no tendría otra opción que alejarse de aquellos que le hacían daño, pero a Naruto todavía le quedaba la esperanza de        que, al final del camino, lograran entenderse.

 

—Lo siento —su disculpa obtuvo la atención inmediata del Uchiha—. Sé que piensas que estoy siendo egoísta, pero en realidad...

 

—No creo que estés siendo egoísta —aclaró Sasuke interrumpiéndolo otra vez—. Pero sí creo que estás siendo cobarde al respecto.

 

Naruto hizo un gesto de impaciencia y entrecerró los ojos.

 

—¿Cobarde? —le preguntó como para cerciorarse de haberlo escuchado correctamente.

 

Él se estaba esforzando en ser comprensivo y solidarizarse con el Uchiha y a este ¿no se lo ocurría otra cosa que insultarlo?

 

Sasuke asintió una vez ante esta pregunta y Naruto comenzó a perder la paciencia.

 

—Acabo de decirle a mi padre que estoy contigo esta misma mañana —le recordó secamente, sin apartar la mirada de dos ojos negros que no parecían amedrentados por ella en lo más mínimo—. No veo mi cobardía en ningún lado.

 

Sasuke se pasó la mano por la cara, después de tomar una gran bocanada de aire. Debía contenerse. Lo sabía. Pero Naruto empezaba a ponerse testarudo y su ceguera lo estaba exasperando.

 

—No querías —le devolvió a su vez, su voz sonaba un poco herida aunque intentó ocultarla—. Tuviste que hacerlo cuando viste que no podías negarlo.

 

Naruto sabía que estaba enojado. ¿Sasuke se atrevía a reclamarle que no hubiera estado sonriendo como un tonto cuando le declaraba a su padre que había estado manoseándose con otro hombre por las pasadas noches? Un rubor furioso se posó en su rostro enseguida y como consecuencia de estos recuerdos. Obviamente, no había sido nada agradable tener que decírselo de esa forma; para colmo frente al hermano de Sasuke. Si lo había hecho había sido porque no encontró forma de poder negarlo y Naruto detestaba decir mentiras a las personas que amaba. Su reacción había sido normal, no algo que le pudiera sacar en cara. Había dicho la verdad. Le costaba todavía entenderse a sí mismo en esos pasados días y las sensaciones que el otro hombre le metía con cada contacto eran algo muy alejado de su comprensión aún. Pero lo había admitido. ¿Qué más quería que hiciera?

 

—Sasuke... —le dijo con una seriedad mortal—, no creo que tengas el derecho a pedirme más en este momento.

 

El otro hombre lo miró como si le hubiera caído un baldazo de agua fría desde el cielo. Naruto sostenía su mirada con la misma vivacidad con la que él sostenía la suya. Ambos estaban enfrascados en una batalla interna que estaba pareja en su intensidad. Sasuke debía admitir que en Naruto, quien hasta hacía unas semanas huía al verlo aparecer, era un gran mérito.

 

—Esto no va a acabar bien —fue Naruto el primero en apartar la mirada. Pero Sasuke fue quien estuvo más asustado al escuchar sus palabras.

 

¿Qué estaba haciendo? Solo estaba alejando a Naruto con sus exigencias. Después de todo, él había sido quien lo había buscado desde el principio y era él quien estaba contento con solo estar a su lado por el tiempo que le pudiera regalar. No podía arriesgarse a perder eso también. De ninguna manera.

 

Con un gesto algo tosco se inclinó hacia él y depositó ambas manos sobre los hombros de Naruto. Él se volvió a mirarlo inmediatamente y se mostró preocupado cuando se dio cuenta que el cuerpo de Sasuke había comenzado a temblar un poco. Sin embargo, su cabello cubría sus ojos, así que no podía ver la expresión que tenía para descubrir qué era lo que de pronto lo había puesto así.

 

—Tienes razón —y parecía que las palabras se atoraban en la garganta de Sasuke con tan solo pronunciarlas—. Olvida todo lo que te dije. Estamos donde estamos. Estoy bien con eso —su corazón comenzó a latir con una fuerza inhumana al decir esta mentira, pero Sasuke hubiera sido capaz de arrancárselo con tal de lograr que Naruto se quedara con él.

 

El otro hombre fue el más sorprendido por esta declaración. Entendía que, a su manera, intentaba disculparse, pero no sabía cómo, y lo más cercano a lo que podía llegar con una disculpa había sido darle la razón. Naruto todavía no comprendía qué era lo que lo había molestado tanto en un principio y ahora, con su enojo nuevamente en calma, se volvía a esforzar en comprenderlo una vez más.

 

De pronto, Sasuke levantó un poco su cabeza y notó que había dejado de temblar. El brillo de sus ojos negros se dejó ver a través de algunos mechones de sus cabellos negros como una luz fantasmagórica. Naruto lanzó un suspiro al verlos. Había estado tan tenso todo ese tiempo que había olvidado lo mucho que le gustaban los ojos de Sasuke cuando lo miraba de esa forma; como si él fuera lo más importante de ese mundo.

 

No sabía lo que había ocurrido en el interior del otro hombre, pero agradecía que ya hubiera pasado.

 

Sonrió, después de asentir, y Sasuke se inclinó sobre él para besarlo. Era pleno día, estaban sentados en el auto en un estacionamiento repleto de otros vehículos y personas, pero no le importó en lo más mínimo. Naruto mismo pareció no darle mucha importancia tampoco y Sasuke se sintió infinitamente más aliviado. No duró mucho, claro, solo lo suficiente para que le dijera que siempre lo amaría sin palabras y lo suficiente como para que Naruto se sintiera otra vez seguro de dónde estaba.

 

-...-

 

Minato estaba sentado al lado de Kei en el sofá de la sala, mientras su nieta y Hanabi revisaban los regalos que esta última le había traído de su viaje. Kyoko le había mostrado cada regalo a su abuelo y a Kei en un principio, pero como se dio cuenta que ninguno mostraba mayor interés en ellos, desistió de esa idea y se la pasó conversando con su tía Hanabi acerca de los otros obsequios.

 

Kei estaba muy callado mientras observaba a Kyoko interactuar con su tía y su abuelo. Trató de no comparar esa relación familiar con la suya porque no le parecía que nada productivo saldría de ello, así que se concentró en recordar lo bien que había comido ese día y en las posibilidades de hacerse de esa comida para los días siguientes. Naruto no parecía un mal sujeto, aunque debía admitir que debía estar algo confundido si estaba saliendo con su tío Sasuke.

 

No los había visto interactuar lo suficiente como para darse cuenta que su tío se comportaba diferente con el padre de Kyoko que con cualquier otra persona en el mundo. Así que seguía manteniendo la idea de que era una más de sus conquistas, y lo único que Kei esperaba era que acabaran en buenos términos para poder seguir teniendo acceso a la comida de Naruto.

 

—¿Qué tal la escuela, Kei? —la voz de Minato a su lado lo sacó de sus reflexiones.

 

Había olvidado que tenía al abuelo de Kyoko sentado a unos centímetros de distancia. A decir verdad, Minato no se le había separado en casi todo el tiempo desde que pusiera pie en la casa Uzumaki y aunque, en otra ocasión, tal atención le hubiera molestado, Kei no podía dejar de notar que lo que el abuelo de Kyoko le inspiraba en realidad era poco más que un tonto nerviosismo. Por culpa de esto, su rostro estaba adoptando la mala costumbre de ponerse colorado cuando lo encontraba mirándolo de improviso

 

Minato lo había notado, pero no se le ocurría otra cosa que comenzar a rascarse un lado de la cara y sonreír tontamente como respuesta.

 

—Soy el primero —no lo había dicho por jactancia, era lo que usualmente la gente esperaba que respondiera como heredero de los Uchiha, aunque eso a él no le importaba mucho tampoco. Era natural que fuera el mejor teniendo un apellido como el que tenía. Lo extraño hubiera sido ser un fracasado y tener ese apellido. O un renegado como su tío, se puso a reflexionar seguidamente.

 

—¿En serio? —Minato no parecía realmente impresionado por esto, pero igualmente le había devuelto una sonrisa. Esta no expresaba la alegría de momentos antes y Kei Uchiha se le quedó mirando tratando de averiguar qué era lo que sentía el escritor en ese momento— Tu padre debe estar orgulloso por eso.

 

Kei asintió levemente. Había algo que no terminaba de entender del comentario de Minato.

 

—¿Te gusta estudiar?

 

Kei se encogió de hombros. Pensó que en realidad nunca había tomado el estudio como cuestión de gusto o no. Simplemente eran cosas que tenía que hacer, y todo lo que hacía un Uchiha debía ser exitoso.

 

—Me es fácil.

 

Minato asintió mientras ponía una de sus manos sobre su quijada, reflexionando la respuesta del pequeño.

 

—Pero debe haber algo que te guste hacer... ¿Tienes algún pasatiempo?

 

Kei se distrajo un segundo con Kyoko, quien había comenzado a gritar emocionada por un sombrero —muy feo, pensó Kei— que su tía le había traído también. Después de observar su emoción, sonrió un poco, muy a su pesar.

 

—Suelo leer mucho... —dijo después de esto. Reflexionando y encontrando que lo único que hacía sin que nadie se lo mandara primero era leer.

 

No era que le agradara en extremo, pero era lo que usualmente hacía cuando estaba aburrido; así que se figuró que era a eso a lo que se refería el abuelo de Kyoko.

 

Minato pareció entusiasmado por esta respuesta.

 

—Yo también adoro leer. ¿Cuál es el último libro que has leído?

 

Hagakure de Yamamoto Tsunemoto.

 

Minato se quedó en silencio después de esto. Un momento muy largo en que no apartó su analítica mirada del niño y Kei se comenzó a sentir incómodo por el silencio.

 

Acto seguido, tomó a Kei por los hombros y lo puso de pie, mientras comenzaba a arrastrarlo hacia algún lugar del departamento.

 

—Los niños deben actuar como niños —le dijo muy lenta pero fuertemente. Kei no tenía idea si estaba molesto o qué se le había metido a la cabeza al adulto, pero estaba seguro que había sido algo que él había dicho—. Hay un tiempo para todo en esta vida y quizá llegue un momento en que tú y yo nos sentemos a hablar sobre la filosofía de Hagakure, pero con tus doce años en este momento, eso está lejos de ser apropiado para ti.

 

Kei asentía automáticamente a cada una de las ¿reprimendas? de Minato, un poco avergonzado por su cercanía otra vez, pero dándose cuenta que era una reprimenda muy diferente a la que hubiera recibido en toda su vida.

 

Su padre nunca le llamaba la atención por nada, cuando tenía que decirle algo que se acercaba a una recomendación sobre un cambio en su conducta, simplemente lo miraba a los ojos y le decía que «eso no era conveniente». Sasuke, la única otra persona que se había atrevido a hacer otro tanto por él, lo miraba con un aire de superioridad infinitamente insoportable y le daba a entender que «era despreciable por hacer eso». Realmente, el modo en que Minato lo manejaba, aunque hacía ponerse muy nervioso a Kei, era nueva y extraña para él. Sin embargo, no le provocaba temor como la de su padre, o ira como la de su tío. Si acaso, notaba que los latidos de su corazón sonaban más fuertemente en su pecho.

 

Finalmente, llegaron a una habitación donde no había más mobiliario que una cama, una mesa de noche y un librero repleto de libros a un lado. Tuvieron que saltar el equipaje que Hanabi había dejado en la entrada a medio abrir en su apuro de entregarle sus regalos a Kyoko, pero muy pronto estuvieron frente a una hilera larga de libros.

 

—Está bien. Usualmente yo ocupo esta habitación cuando me quedo a dormir y por eso traigo algunos de mis libros conmigo —le comenzó a explicar Minato, mientras ponía a Kei frente a la pequeña biblioteca—. Todos estos libros son interesantes y pueden ser leídos por públicos de todas las edades. Escoge el que quieras, te lo regalaré.

 

Kei asintió de prisa y pasó sus ojos por algunos de los libros, pero casi inmediatamente sus ojos se posaron sobre el lomo de uno que nunca había escuchado nombrar antes. Estiró su mano y lo sostuvo, leyendo la contraportada por un momento. Minato, a su lado, hizo un movimiento de improviso para arrebatárselo.

 

—Ah, ese... —Kei lo atajó a tiempo y le lanzó una mirada cuestionadora al notar sus intenciones— Bueno, tal vez no te interesen las historias de piratas. ¿Qué tal algo de samuráis? Estabas leyendo Hagakure, ¿no?

 

Kei vio el otro libro que Minato había puesto frente a él y recordó el título inmediatamente.

 

—Ya lo leí —el hombre adulto hizo otro movimiento nervioso y volvió a colocar el libro en el estante. Kei finalmente terminó de leer la sinopsis de la historia y leía el nombre del autor—. ¿Eres escritor? —le preguntó de pronto muy sorprendido. O para los estándares de lo que a un Uchiha le resultaría eso.

 

Minato comenzó a rascarse un lado de la cara otra vez. Kei se dio cuenta que lo hacía cuando estaba nervioso. Algo así como la manía que tenía Kyoko con enrollarse la parte final del cabello con su dedo índice.

 

—He escrito algunas historias… —le dijo vagamente y visiblemente incómodo ahora—, pero no quería que leyeras nada mío antes que leyeras otras cosas más interesantes.

 

Kei sujetó el libro firmemente entre sus dedos ahora.

 

—Quiero este, por favor.

 

No supo por qué lo dijo, solo supo que, al final, cuando recibió el rostro un poco encarnado de Minato de respuesta y su pequeña señal de asentimiento con la cabeza unos segundos después, sintió una enorme satisfacción naciendo en su interior.

 

Cuando regresaron a la sala, las chicas habían avanzado a la sección de zapatos y Kyoko se probaba unas botas largas y blancas en ese momento. Le preguntó su opinión a Minato, pero cuando recibió una mirada perdida de su abuelo se volvió a Kei para preguntarle. Lo llamó dos veces sin que este levantara la vista del libro que ocupaba su mirada antes de desistir de su intento.

 

Unos segundos después, se escuchó el sonido de la puerta abrirse y Naruto, seguido de Sasuke, entraron a la sala.

 

—¿Ya terminaron de almorzar?

 

Minato les hizo un gesto afirmativo mientras Kyoko le enseñaba sus botas nuevas a su padre. Sasuke estaba a un lado, muy silencioso. Kei lo vio por el rabillo del ojo, pero no le dijo nada en ese momento. Sin embargo, Sasuke se le acercó y le preguntó qué estaba leyendo.

 

—Es un libro sobre piratas —le respondió su sobrino, ya que no conocía por el momento nada más al respecto.

 

Sasuke parecía impresionado.

 

—¿Desde cuándo lees tú ese tipo de libros?

 

Minato intervino inmediatamente.

 

—¿No está bien? Está en la edad de leer ese tipo de libros.

 

Sasuke no dijo nada más, pero se quedó mirando la espalda de la cabeza de Kei desde detrás del sofá. En ese momento, Naruto le hizo un gesto para que lo ayudara en la cocina y Sasuke estuvo a punto de retirarse en silencio para seguirlo, hasta que Kei levantó la cabeza y comenzó a sonreír burlonamente.

 

—¿No se demoraron demasiado solo por un poco de helado?

 

Sasuke se le acercó nuevamente y poniendo su mano sobre su cabeza la hundió en el sofá.

 

—Ya te he dicho que dejes de pensar esas cosas —le siseó entre dientes.

 

Minato se giró a ver al pequeño un poco asombrado. De pronto, lo vio diferente, menos serio y más como un niño de su edad. Luego levantó la vista nuevamente hacia Sasuke, ¿se daría cuenta que solo ante él actuaba de esa forma?

 

Y como el Uchiha mayor comenzara a seguir a Naruto a la cocina nuevamente, Kei todavía agregó:

 

—Sí, sí, quiero el mío sin derretir, por favor.

 

Sasuke le lanzó una última mirada de amenaza desde la cocina y luego se perdió en su interior.

 

Kei estaba satisfecho, acababa de vengarse de haber sido dejado plantado en el dojo ese día. Sasuke siempre estaba actuando como si todo lo que hacía fuera una completa incógnita que nadie podría nunca sondear y, de vez en cuando, a Kei le gustaba recordarle que él no estaba tan ciego como el resto.

 

Minato lo volvió a sacar de estas reflexiones al atraerlo hacia su pecho y atraparlo con sus brazos en el sofá. Kei no pudo hacer más que levantar su cabeza para mirar atontado al hombre adulto, que portaba una gran sonrisa ahora.

 

—Eres un niño muy perspicaz para tu edad, ¿no es cierto?

 

Kei se daba cuenta que Minato se refería a la broma de Sasuke y Naruto, pero como no estaba seguro si él también estaba al corriente de la situación no supo qué responderle por unos segundos.

 

—Lo siento —fue la única salida que encontró para no comprometerse por el momento.

 

Minato le hizo un gesto con una mano para alejar la disculpa y luego de cerciorarse de que Kyoko y Hanabi siguieran enfrascadas en su sesión de modas, volvió a dirigirse a él en un tono más bajo.

 

—No te disculpes. Actúas como un niño de doce años debería actuar. Solo espero que no le digas nada de esto a Kyoko todavía —Kei le dio una ojeada a la niña aprensivamente antes de volver su mirada hacia Minato una vez más—. Creo que solo Naruto es el indicado para decírselo.

 

El pequeño Uchiha asintió y bajó la mirada avergonzado. Se daba cuenta que el abuelo de Kyoko estaba enterado de todo y ahora sentía que su rostro comenzaba a arder al recordar el doble sentido de sus palabras anteriores. Dios sabía que lo menos que deseaba era ser calificado de pervertido como su tío. Además, en el interior, empezaba a pesarle que el hombre mayor se desengañara de su buena conducta tan pronto.

 

Minato comenzó a acariciar su cabello un segundo después y Kei evitó su mirada inmediatamente. El color en sus mejillas debía hacerlo lucir como un crío y era por eso que el abuelo de Kyoko se tomaba tantas libertades con él. Era simplemente mortificante no poder tener sus emociones bajo control como siempre lo hacía.

 

El otro hombre estaba recordando una escena parecida que había tenido con Naruto muchos años atrás y no parecía notar para nada la incomodidad del pequeño entre sus brazos. En seguida, vio el libro abierto que Kei sostenía tensamente entre sus dedos y otra sonrisa volvió a adornar su rostro.

 

—Esa parte es la mitad de la historia. Empecé en la mitad para contar cosas interesantes desde el comienzo —le explicó con calma y su buen humor habitual. Kei se sintió más aliviado al escucharlo—. En los siguientes capítulos narro el principio y la última parte es el desenlace.

 

Kei fijó su atención en el libro otra vez y empezó a leer unos cuantos párrafos. Se sentía cómodo, recostado en el pecho de Minato, pero aun así estaba algo nervioso por su cercanía.

 

—¿Están buscando una piedra preciosa? —le preguntó mientras seguía leyendo, de pronto metido de lleno en la historia.

 

—Umm, es algo más como que buscan la respuesta a la vida —Kei comenzó a prestar más interés a su lectura a medida que Minato le hacía comentarios oportunos en algún párrafo.

 

Naruto apareció en un momento más con una bandeja llena de copas de helado. Sasuke traía otra con una carga similar. Le tomó menos de un segundo observar la situación en su sala en cambiar a modo de padre inmediatamente.

 

—Kyoko, ya fue suficiente, deja que tu tía descanse un poco. Recuerda que acaba de llegar de viaje —y luego de hacer que su hija comenzara a guardar sus cosas, se giró hacia Minato—. Papá, ya te he dicho que dejes al niño en paz. Lo estás asustando.

 

Kei se incorporó de un salto. Había estado tan relajado unos segundos antes que había olvidado por completo la posición tan extraña en la que se había quedado leyendo sobre Minato. Cuando miró nerviosamente a los lados se encontró con la mirada burlona de Sasuke fija en él, así que no pudo evitar sonrojarse irritado muy a su pesar.

 

El padre de Naruto todavía hizo algunos comentarios mientras reía sobre cómo le habían embargado los recuerdos de cuando Naruto era un pequeño al tener a Kei en sus brazos. Su hijo estaba seguro que el compañero de Kyoko se sentía mortificado por esto, por lo que agitó la cabeza y fue a sentarse entre ambos para impedir que su padre volviera a molestar a su pequeño invitado.

 

Sasuke estuvo parado unos momentos, indeciso sobre dónde sentarse, pero cuando Kyoko lo llamó a su lado no le quedó de otra que tomar asiento con ella y Hanabi en el otro sofá.

 

La niña no perdió el tiempo en comenzar a preguntarle qué tipo de entrenamiento le daba a Kei. Sasuke le comenzó a contar lo que hacían y como la pequeña no quedaba satisfecha con esto, le comenzó a contar un poco de las lecciones que él había recibido cuando era niño. Esto pareció robar la atención de Kyoko y al poco rato lo comenzó a atacar con preguntas al respecto. Hanabi los escuchaba y de vez en cuando se ponía una mano sobre la boca y agitaba la cabeza hacia los lados, comentando su desaprobación ante los ejercicios tan peligrosos que Sasuke le estaba dando de referencia a una niña pequeña. Kyoko no había cambiado nada.

 

Naruto y Kei, sin embargo, estaban muy callados observando a los tres del sillón frente a ellos. Naruto pensaba que Kyoko se veía muy a gusto entre Sasuke y Hanabi, como si tuviera un padre y una madre a su lado, y se preguntaba si el que él no formara parte de esa escena le debería molestar de alguna forma. Kei, por otro lado, miraba a su tío Sasuke hablando amenamente con una niña de su edad y le parecía que había algo muy equivocado en esa escena. Era obvio que lo único que Sasuke quería lograr con la atención que le daba a la niña Uzumaki era ganarse el favor de Naruto, pero a Kei se le hacía una bajeza usar ese tipo de estrategias.

 

—Ustedes dos —ambos voltearon a ver a Minato en cuanto lo escucharon hablar en un tono confidencial hacia ellos —, si siguen mirando de esa forma a Sasuke y a Kyoko se comenzaran a poner verdes de la envidia.

 

Naruto se sonrojó y lanzó una protesta diciendo que no tenía idea de lo que le decía y que no hablara tonterías tan repentinamente. Kei, por otro lado, se metió una cucharada grande de helado para simular su turbación y luego tomó una servilleta inmediatamente. Había olvidado que odiaba las cosas dulces.

 

Kyoko fue la primera en terminar su helado y preguntarle a su padre si había más, como Naruto hizo un gesto negativo con la cabeza de respuesta, Sasuke y Kei ofrecieron el suyo al mismo tiempo.

 

—Puedes tomar el mío —y luego se quedaron mirando con enojo.

 

Kyoko aceptó el de Sasuke porque estaba más cerca de ella y Kei se quedó mirando enfadado a su tío durante todo el tiempo —los dos odiaban las cosas dulces, pero no querían pasar por descorteses al dejarlas—, hasta que Minato terminó su copa y le preguntó a Kei si le daba la suya. El niño se sonrojó un poco, pero se la dio de muy buena gana. Naruto observaba con cuidado esta interacción, pero como no encontró nada inapropiado en ella, los dejó realizarla.

 

—Pensé que podríamos ir con Kyoko a la playa este fin de semana, Naruto. ¿Qué te parece?

 

Hanabi aprovechó un momento en que Sasuke y Kyoko habían dejado de hablar para llamar la atención de su sobrina otra vez. Kyoko estuvo encantada con la idea. Pero Naruto se quedó en silencio un largo rato antes de contestar. Había visto la cara de Sasuke al escuchar esto y aunque sabía que el Uchiha se estaba alarmando en vano, decidió que lo mejor sería no presionarlo tampoco. Se temía que su pequeña conversación en el auto no era el final de todo y quería evitar un nuevo enfrentamiento por el momento.

 

—¡Estupendo! ¡Podré usar el traje de baño nuevo que me trajiste!

 

Naruto cortó a Kyoko antes que pudiera entusiasmarse más con la idea.

 

—¿No tienes tarea este fin de semana, Kyoko?

 

La niña comenzó a recordar la tonta tarea de matemáticas que le habían dejado ese mismo día para la siguiente semana de clases. Le tomaría el sábado y el domingo poder terminarla. No tenía forma de acabarla antes. Lanzó un suspiro.

 

—Entonces, ¿qué tal el domingo? Podríamos ir en la mañana y almorzar fuera —intervino Hanabi inmediatamente.

 

Naruto lo pensó detenidamente. Si era el domingo, solo estarían fuera unas horas y Sasuke no podría quejarse de eso. Luego sacudió la cabeza, ¿desde cuándo dejaba que el enfado de Sasuke le impidiera hacer cosas con su familia?

 

—Solo si Kyoko termina sus deberes para entonces —su hija lanzó otro suspiro. Sería imposible y lo sabía.

 

Pero Minato, que siempre se ponía del lado de su nieta en tales circunstancias, había estado pensando en una solución y decidió intervenir en ese momento.

 

—¿Qué tal si Kei te ayuda un poco ahora? —el niño mencionado miró a Minato con los ojos muy abiertos por la sorpresa y sin hacer ningún esfuerzo por contenerla. ¿Cómo le había pasado eso por la cabeza al abuelo de Kyoko?— Es el primero de su clase, ¿no es cierto?

 

Kei sintió el impulso inmediato de corregir al escritor. Minato lo había malentendido.

 

—De la escuela —le aclaró.

 

El otro hombre lo miró y se contentó con solo reír en vista de que Naruto le impedía acercársele otra vez.

 

—¿En serio? Vaya... entonces serás de una gran ayuda para mi nieta.

 

Kei no parecía muy convencido con la idea, pero Kyoko no veía otra salida. Se tomó de la frente pensando un momento y luego llegó a una solución.

 

—Me ayudas hoy a cambio de mi almuerzo del lunes —le dijo con enorme desfachatez.

 

Naruto iba a protestar sobre ese tipo de negociaciones, pero Kei, que había estado esperando una oportunidad como esa desde el almuerzo, se le adelantó poniéndose de pie de un salto.

 

—Hecho. ¿Dónde están tus libros?

 

La niña se puso de pie también muy contenta y se llevó a Kei a su habitación, dejando a una silenciosa audiencia detrás.

 

Sasuke aprovechó este estupor general para adelantarse a Hanabi y cualquier otro plan que estuviera tratando de poner en práctica entre los tres. No podía permitir que la recién llegada mujer ocupara todo el fin de semana de Naruto.

 

—Si Hanabi se va a quedar con Kyoko mañana, ¿podríamos salir esa noche, Naruto?

 

El joven padre se atoró con la última cucharada de su copa de helado y comenzó a limpiarse con la servilleta que su padre le pasó inmediatamente.

 

—¿Es por esas citas que dice Kyoko que ahora tienes?

 

Sasuke volteó a mirar a Hanabi enfadado. La pequeña mujercita comenzaba a parecerle una molestia en la suela de su zapato y estaba a un paso de hacer algo para deshacerse de ella.

 

—No, no. Eso está en el pasado —se apresuró en aclarar Naruto. Le preocupaba que Sasuke siguiera escuchando de lo mismo una y otra vez, y tampoco quería que su cuñada se llevara una idea equivocada sobre él—. Solo salí una vez con alguien. No funcionó y pensé que Kyoko no estaba lista para eso de todas formas.

 

Hanabi asintió lentamente y luego miró un momento distraídamente a Sasuke.

 

—¿Y a dónde irán?

 

Sasuke la miró entrecerrando los ojos, irritado.

 

—Yo suelo ir a un bar con Kakashi y Obito —intervino Minato antes que Sasuke pudiera responder algo inadecuado. Había notado que en unos cuantos segundos Hanabi se había ganado su aversión, pero se figuraba, como su hijo, que solo se trataba de un malentendido provocado por sus celos.

 

—No lo sé... no me gusta beber —respondió Naruto rascándose la cabeza. Era verdad, siempre que bebía alcohol terminaba envuelto en más problemas de los que necesitaba.

 

—No tenemos que beber. Podríamos comer algo en mi departamento y... hablar.

 

Naruto comenzó a sonrojarse, así que se cubrió con la servilleta que aún tenía en sus manos. ¿El Uchiha podría ser más específico que eso?

 

Sin embargo, Hanabi no pareció notar nada.

 

—Eres el perfecto amigo para Naruto. Sabes que prefiere entretenerse en casa.

 

Minato y Naruto se la quedaron mirando con los ojos muy abiertos. Sasuke la vio solo unos segundos y luego asintió con la cabeza sin darle mayor atención. Claro que sabía cómo entretener a Naruto, especialmente cuando lograban quedarse completamente solos y tenía total libertad para comenzar a tocarlo. Realmente no podía esperar.

 

Hanabi estuvo satisfecha con esta respuesta corta. Sasuke era un Uchiha, no podía esperar más de él.

 

—No te preocupes por Kyoko, yo me haré cargo de ella mañana.

 

—Pero...

 

—Está bien, sabes que me gusta pasar el tiempo con mi sobrina —Hanabi sonrió por los otros tres y Naruto no tuvo más remedio que consentir. Pero le lanzó una furtiva mirada a Sasuke indicándole que ahora era él quien quería hablar con él.

 

—¿Me ayudas a llevar todo de vuelta a la cocina, Sasuke?

 

—Yo lo haré. No te preocupes —intervino Hanabi empezando a ponerse en pie. Naruto se incorporó inmediatamente antes que su cuñada pudiera tocar algo.

 

—No —luego bajó un poco su voz que se había descontrolado por un momento—, tú acabas de llegar de viaje, debes estar cansada. Por favor, deja que nos ocupemos de esto.

 

Hanabi asintió algo aturdida y se volvió a sentar. Sasuke se puso de pie y comenzó a ayudar a Naruto. Luego, ambos se levantaron y se dirigieron a la cocina otra vez. Minato miraba a Hanabi un poco nervioso.

 

—¿Y cómo estuvo tu viaje? —le preguntó para iniciar una conversación.

 

En la cocina, Naruto apenas había terminado de poner el contenido de las bandejas en el fregadero cuando se volvió hacia Sasuke con los brazos cruzados y una mirada seria en su rostro.

 

—¿Qué crees que estás haciendo? Mirando de esa forma a Hanabi.

 

Sasuke se puso a un lado de Naruto y abrió el grifo del agua. Luego comenzó a lavar las copas de helado.

 

—¿De qué forma?

 

Naruto juntó más sus cejas.

 

—No te hagas el tonto. Hanabi siempre ha sido un miembro de mi familia y siempre ha estado unida a nosotros. No es nada de lo que te estás imaginando.

 

Sasuke permaneció en silencio. No parecía para nada convencido de lo que le acababa de decir el otro hombre.

 

—Sasuke...

 

—Así es como tú lo ves —le dijo finalmente echándole una ojeada de precaución.

 

Naruto no supo qué responder por un segundo, pero luego volvió a irritarse.

 

—¿Y cómo lo ves tú?

 

Sasuke sacudió la cabeza.

 

—No importa. No miraré a esa mujer otra vez.

 

Naruto lanzó un suspiro cansado. Sasuke siempre lograba hacerlo notar un puñado de cosas en las cuales él nunca había reparado antes. Ni siquiera parecía hacerlo a propósito, era como si su sola presencia lo lograra. Pero en esta ocasión estaba seguro que con Hanabi podía estar en un cien por ciento seguro de que se equivocaba. Además, Hanabi se iba a casar con Neji, y él era su amigo.

 

—¿Qué quieres cenar mañana?

 

Naruto comenzó a sonrojarse otra vez al escuchar esa pregunta. Tomó un mantel para secar las copas que tenía al lado y le dio un pequeño golpe en el brazo a Sasuke.

 

—No tenías por qué proponerlo tan de repente en frente de todos.

 

—¿Hay algo de malo? ¿No somos «amigos»? —la sonrisa satisfecha de Sasuke no hizo nada para aliviar lo caliente que sentía de pronto Naruto el rostro.

 

—Ya no estoy muy seguro que sea tan buena idea.

 

Sasuke cerró el grifo de golpe.

 

—Naruto.

 

—Sabes que te golpearé si haces algo que yo no quiero, ¿verdad?

 

De pronto, el Uchiha comenzó a sonreír. Naruto no entendía cómo una amenaza tan directa lo podía poner tan feliz. ¿Quizá era masoquista?

 

—¿Como qué?

 

Naruto no entendió la pregunta.

 

—¿Qué es lo que no te gustaría que te hiciera? —Sasuke se había terminado de secar las manos con el mantel que Naruto sostenía contra su estómago y, acto seguido, se lo arrebató de las manos. Su cuerpo se movió hacia él un instante después y lo arrinconó contra la repisa de platos en la que habían estado guardando estos hasta hacía un momento—. Dime, Naruto, ¿alguna vez he hecho algo que no te guste?

 

—Sasuke... —con solo una mirada al rostro del Uchiha, Naruto supo que estaba en problemas— No es buena idea... —intentó explicarle tan excitado como alarmado— Kyoko y Hanabi están...

 

Sasuke no lo dejó terminar, cubrió sus labios con los suyos y elevó el cuerpo del otro hombre hasta sentarlo en el borde de la repisa detrás de ellos. Luego comenzó a recorrer con sus manos los costados del cuerpo de Naruto con enorme lentitud. Solo lo besaría un poco de esa forma para aliviar sus frustraciones, él sabía muy bien que no era el momento de extralimitarse. No estaba seguro si ese momento se presentaría al día siguiente en la noche, pero aun así estaba esperando que ese momento llegara pronto.

 

Naruto estaba tratando de quitarse a Sasuke de encima con fuerza al principio, no era la mejor de las ideas con todas las personas que estaban en su casa en ese momento. Pero a medida que los besos se volvían más tiernos y las caricias más leves, olvidó cuál era su preocupación inicial. Estaba seguro que Sasuke no trataría de forzarlo a hacer algo para lo que aún no estuviera preparado y la idea de pasar un tiempo con Sasuke a solas sin toda la presión a su alrededor sobre ser descubiertos lo entusiasmaba y aliviaba un poco.

 

—Oye.

 

Había comenzado a pasar uno de sus brazos sobre el cuello de Sasuke para atraerlo un poco más cuando una voz baja hizo que este terminara el contacto de improviso. Naruto siguió la mirada del Uchiha y se encontró con unos ojos muy parecidos a los que hasta hacía un momento tenía encima; solo que estos lo miraban desde la puerta del pasadizo.

 

Kei le hizo un gesto con su celular a Sasuke—que además de girar la cabeza no había hecho movimiento alguno para apartarse de Naruto—y siguió hablando como si la escena que acababa de observar fuera algo que estuviera acostumbrado a presenciar todos los días.

 

—Mi padre llamó. Quiere que regrese a casa.

 

Sasuke pareció turbado al escuchar esto.

 

—¿Le dijiste dónde estabas?

 

Kei negó con la cabeza. No era tonto y se daba cuenta que eso no sería conveniente.

 

—Solo que me quedé contigo después del entrenamiento.

 

Sasuke asintió y le indicó que recogiera sus cosas. Cuando Kei hubo salido de la cocina y quedaron nuevamente solos, se volvió hacia Naruto, puso ambas manos sobre sus caderas y lo depositó cuidadosamente sobre sus dos piernas en el piso otra vez. Luego se apartó con un último beso.

 

—Terminaremos esto mañana.

 

Naruto estaba demasiado pálido y petrificado para reaccionar. El pequeño Kei Uchiha... los había visto... ¡y Sasuke se comportaba como si nada hubiera ocurrido!

 

—¡Sa-Sasu...!

 

Sasuke le cubrió la boca con su mano antes que pudiera comenzar a gritar. Sabía que tardaría un poco en reaccionar y había tenido el suficiente tiempo como para meditar lo que le diría para calmarlo.

 

—Está bien, está bien. Kei sabía de lo nuestro desde el principio —y como Naruto soltara un gruñido de frustración y comenzara a tratar de liberarse, Sasuke continuó—. Recuerda, Hanabi y Kyoko están en la casa... No debes gritar.

 

Esto pareció calmar a Naruto y después de pasar de una expresión chocada a una de enojo, Sasuke determinó que ya era oportuno soltarlo.

 

—No creas que este es el fin de la discusión...

 

Sasuke metió sus dos manos a su bolsillo y sonrió un poco.

 

—Hablaremos todo lo que quieras; mañana.

 

Naruto estuvo a punto de lanzarle otra protesta, pero Kei, esta vez acompañado de Kyoko, comenzaron a dejarse escuchar en el pasadizo antes de entrar en la cocina. Sasuke sonrió, no había duda que su sobrino era un niño muy hábil. Este solo lo miró irritado cuando por fin estuvieron dentro, nada a gusto con tener que servirle de campana a su tío.

 

—Muchas gracias por todo, Kei. Con lo que logré avanzar hoy estoy segura que podré terminar todo para el sábado en la noche.

 

Kei sonrió de lado. Un brillo maligno en sus ojos de pronto.

 

—Espero que te diviertas en la playa con tu tía Hanabi y con tu papá.

 

Sasuke cambió de expresión inmediatamente. Retiraba todo lo bueno que había estado pensando sobre el pequeño monstruo otra vez.

 

—Despídete, nos vamos —le dijo Sasuke adelantándose y poniendo una de sus manos sobre la cabeza de Kyoko en señal de despedida antes de salir por la puerta de la cocina con dirección a la sala.

 

Kei se quedó parado sin moverse frente a Naruto. El padre de Kyoko lo miraba nerviosamente y cuando el niño comenzó a sonrojarse, Naruto lo hizo a su vez. Ese bastardo de Sasuke, ya se las pagaría al día siguiente cuando estuvieran a solas.

 

—Eh... eh.... Bueno, fue muy agradable tenerte aquí el día de hoy, Kei. Es-espero que nos visites otra vez.

 

El compañero de su hija asintió lentamente y volvieron a quedar en silencio. Kyoko había cogido una silla de la cocina y se había sentado observando muy interesada esta incómoda interacción.

 

—Eh —empezó de nuevo Naruto sin saber qué más decir—, gracias por ayudar a Kyoko.

 

Kei pareció tomar más color en su rostro a medida que pasaban los segundos y Kyoko comenzó a reírse entre dientes al notarlo. Naruto la miró sin comprender qué le causaba tanta gracia, pero antes que pudiera preguntarle qué tenía, Kei finalmente juntó el valor para hablarle otra vez.

 

—Gracias a usted... por la comida.

 

Naruto se quedó un momento con los ojos muy abiertos.

 

Kyoko comenzó a soltar su risa sin poder contenerse más. Kei la miró irritado y Naruto comprendió de pronto lo que el niño le estaba pidiendo sin pedírselo. Se sintió un poco tonto por estar pensando en cosas de adultos con un niño de la edad de su hija y soltó un suspiro aliviado.

 

—Quedó un poco. ¿Quieres llevarte algo?

 

Kei asintió inmediatamente poniéndose más rojo a medida que la risa de Kyoko volvía a aumentar de volumen. Naruto se dirigió a la estufa sin decir palabra e ignoró cuando Kyoko y Kei comenzaron a discutir a sus espaldas. Los niños eran niños, después de todo, y Kyoko parecía ser exactamente lo que el niño Uchiha necesitaba en esos momentos.

 

-...-

 

Sasuke y Kei estuvieron muy callados en el camino a casa, pero no era un silencio incómodo el que se había cernido sobre ellos, ya que parecían estar a gusto en él. El hombre mayor prendió la radio y comenzó a sonar a través de esta una canción estridente que Kei nunca había escuchado en su vida.

 

No le parecía que el ruido que salía de los parlantes fuera algo agradable, así que hizo un gesto de  molestia a medida que pasó el tiempo y no se acababa tal algarabío. Sasuke lo estaba observando de reojo y se dio cuenta al instante lo mal que era recibida una de sus bandas favoritas, por lo que procedió a bajarle el volumen y a llamar la atención de su sobrino con un ligero golpe en su cabeza.

 

—¿Qué tipo de música escuchas tú? ¿Siempre haces una expresión de fastidio cuando yo escucho algo?

 

Kei lo pensó unos momentos y luego respondió sinceramente.

 

—No escucho música.

 

Sasuke lo observó por el rabillo del ojo y recordó cuando era niño y su padre lo regañaba constantemente cuando traía a casa discos prestados por sus amigos de la escuela y, posteriormente, la universidad. Opinaba que no había ningún tipo de ganancia en escuchar ese tipo de estridencias y que más le valía invertir su tiempo en escuchar música étnica.

 

Sasuke se había rehusado a obedecerlo en eso y solo eso por muchos años y Fugaku finalmente se había dado por vencido al respecto. Un segundo después, volvió al presente y agitó su cuerpo al terminar de recordar esto.

 

—Abre la guantera —le indicó.

 

Kei hizo lo que se le ordenaba; una colección de discos se presentó ante él. Todos estaban ordenados y dispuestos sobre un estante para discos que no podía haber sido parte del diseño original de la camioneta negra de su tío.

 

Sasuke sacó sus ojos del camino un segundo aprovechando una luz roja para revisar el contenido de la guantera y luego los volvió al poco tráfico de esa hora.

 

—Coge el sexto desde la izquierda —Kei obedeció también. Era el nombre de una banda que nunca había escuchado antes—. Estás leyendo sobre piratas, ¿no es cierto? Eso es adecuado.

 

Kei no entendía muy bien qué pretendía su tío al decirle que lo tomara del compartimiento de CD, ¿acaso se lo estaba prestando? Sasuke no mostraba mayor interés en responderle, así que no le preguntó nada. Después de un momento, el diseño de la portada y los títulos de las canciones captaron toda su atención.

 

—Itachi y yo no estaremos en contacto por un tiempo.

 

Habían avanzado un buen trecho en silencio, así que al escucharlo hablarle nuevamente, Kei levantó su mirada inmediatamente.

 

—¿Se pelearon? —le preguntó sin poder contenerse. ¿A eso se debía que hubieran tenido que pasar toda la tarde en la cada Uzumaki?

 

Sasuke asintió irritadamente y Kei se dio cuenta que había comenzado a enojarse. Posó su mirada al frente para no molestar más a su tío.

 

—Así que no creo que tú y yo nos veamos mucho tampoco.

 

Kei sabía que eso era lo que siempre venía después de las discusiones entre su padre y Sasuke. Nunca le había molestado hasta ese momento porque le aliviaba que su tío dejara de ir a casa unos días. Sin embargo, ahora...

 

—¿No es lo de siempre? —preguntó, guardando todavía un poco de esperanzas de que las cosas no fueran a ponerse tan malas como en el pasado—, ¿pasan unas semanas enojados y vuelven a hablarse?

 

Sasuke hizo otro gesto irritado ante la pregunta de su sobrino, pero esta vez Kei insistía con la mirada clavada en él en una respuesta.

 

—Te lo estoy diciendo porque no es lo de siempre.

 

Kei no pudo replicar nada después de escuchar esto. De pronto se dio cuenta de la gravedad de la situación. Sasuke rara vez se molestaba en hablarle de sus peleas con su padre o de lo que discutían; solo se enteraba de ellas cuando daba la casualidad que estaba presente y su padre no se había molestado en hacerlo ir a su habitación. Si su tío se lo estaba diciendo él mismo, revelaba que el asunto era algo grave.

 

Seguidamente de esta emoción perpleja inicial comenzó a sentirse molesto. Era lo de siempre para él. Su padre o Sasuke hacían lo que se les venía en gana y nunca tomaban en cuenta lo que Kei pudiera opinar al respecto. El niño Uchiha se sintió muy irritado de pronto.

 

—¿Te irás ocho años otra vez? —le soltó con sarcasmo, sin poder contenerse.

 

Sasuke acababa de estacionarse frente a la casa de Itachi y la pregunta lo tomó por sorpresa. No tanto por el significado como por el tono que Kei había usado para formularla.

 

Su sobrino seguía mirando el parabrisas sin desviar la mirada, como si Sasuke no se hubiera detenido y siguieran andando.

 

—Oye.

 

El heredero Uchiha no hizo ningún gesto que delatara que lo había escuchado.

 

A Sasuke le pareció que de pronto se encontraba en el auto con un niño de doce años... Eso nunca había pasado antes.

 

—Si me necesitas para algo, tienes mi número —no sabía de dónde había salido eso y tan pronto como las palabras dejaron sus labios quiso devolverlas a su interior. Estas, sin embargo, lograron que Kei le devolviera la mirada a su tío. Sasuke se bajó del auto después de otro momento de indecisión—. Ya que estoy aquí, más me vale hablar con él.

 

Kei se bajó también y siguió al otro hombre con paso apresurado. Sasuke no parecía prestarle más atención ahora que había decidido hablar con su padre, y lo demostraba caminando a toda prisa hacia el elevador del estacionamiento, sin importarle si Kei lo seguía o no.

 

Su casa estaba más silenciosa de como la recordaba habitualmente. Apenas iban a dar las seis de la tarde, pero todo estaba ya muy oscuro adentro. Kei se quedó con Sasuke en la entrada examinando los rincones en la oscuridad hasta que este último extendió una mano y encendió la luz principal.

 

Aun así, solo después de dar unos pasos en el interior fue que vieron a Itachi sentado en el sofá de la sala. No se había movido al escucharlos entrar.

 

Kei lo saludó con su ceremonia habitual, pero ni aun así Itachi pareció reaccionar. Su mirada fija en la otra persona que lo acompañaba. Finalmente, Sasuke se adelantó hacia su hermano.

 

—Oye.

 

Itachi se incorporó un poco. Kei comenzó a ponerse un poco pálido al ver con mayor claridad el rostro de su padre. Estaba en verdad enojado.

 

—Kei, ve a tu cuarto.

 

El niño obedeció de prisa, lanzándole una última mirada a su tío Sasuke antes de cerrar la puerta de su habitación y apoyar una oreja contra la fría madera.

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