Doce años: Chapter 8

Published Jan 14, 2013, 11:26:08 PM UTC | Last updated Jan 27, 2014, 11:10:39 PM | Total Chapters 16

Story Summary

Writen in spanish. SasuNaru. AU. Naruto es padre de Kyoko, y desde que su esposa Hinata murió se ha empeñado en criar a su hija de la mejor forma que puede, aun cuando Kyoko llega llorando de la escuela y acusa a un tal Kei Uchiha de hacer su vida miserable.

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Chapter 8: Chapter 8

Fandom: Naruto.
Calificación: mayores de 14 años.
Género: yaoi, drama, humor.
Declaración: el concepto y la idea original de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: todo tranquilo.

 

Doce años

Capítulo 8

por Hikari Shiroki

 

 

Kei llegó esa mañana a la escuela en el mercedes negro de su padre. Itachi le había estado sonsacando veladamente y como sin darle mucha importancia sobre su nueva y recién descubierta relación con su tío, ya que quería conocer los pensamientos de su hijo al respecto y averiguar si su hermano estaba planeando algo detrás de tan repentino acercamiento. Su primogénito le había contado entusiasmado que empezarían a entrenar en el dojo de la familia esa misma tarde, por lo que, al ver su emoción, Itachi se guardó las demás preguntas que había preparado y la recomendación de alerta que le parecía prudente ofrecerle, decidiendo que debería estudiar el asunto más a fondo antes de ponerse suspicaz con su hermano. Finalmente arribaron a la entrada del colegio y Kei bajó del auto; después de responder a su señal de despedida con un gesto de la mano, Itachi lo dejó para irse a trabajar. Su hijo no notó nada anormal en su conversación anterior, tenía su cabeza más entretenida en otro tipo de cosas.

Pero en cuanto dio el primer paso para encaminarse a la escuela su vista se cruzó con la figura de Kyoko Uzumaki parada muy mal escondida a un lado de las puertas de entrada. Kei Uchiha arqueó una de sus delgadas cejas admirando la situación; usualmente, la niña Uzumaki estaba sentada en su pupitre cuando él arribaba a la escuela y aunque no se había molestado en averiguar qué tipo de transporte utilizaba para llegar a la escuela, estaba seguro que su puntualidad habitual era de agradecer a una fuerza ajena a la voluntad de la atolondrada muchacha. Algo había fuera de lugar, era como si esperara a alguien.

Kei se fue acercando sin ser notado, así que cuando vio a uno de sus compañeros de clase aproximarse a Kyoko con un paquete en las manos pudo escuchar la conversación sin que ninguno de los dos notara su presencia.

—¡Muchas gracias! —le dijo la niña después de examinar discretamente el interior del envoltorio— Es una suerte que tu familia trabaje con todos estos aparatos.

—Sí, no hay problema. Pero, Uzumaki, ¿de verdad vas a faltar a clases? —preguntó el niño bastante preocupado, según notó Kei por el rostro que llevaba— ¿No te meterás en problemas? Aún tienes el uniforme puesto.

—No hay problema, regresaré a casa a cambiarme de ropa, ya que mi plan no se llevará a cabo hasta la tarde —le explicó Kyoko luciendo bastante tranquila.

—Entonces, ¿por qué tienes que faltar hoy? —insistió su compañero. En verdad no parecía estar de acuerdo con lo que fuera que Uzumaki tramaba, pero tampoco parecía tener el suficiente coraje como para detenerla.

—Tengo que prepararme antes de eso —dijo finalmente Kyoko mirando hacia todos lados de pronto—. No puedo llegar a la ciudad de improviso. Bueno, me tengo que ir —exclamó seguidamente, segura que nadie le estaba prestando atención en ese momento y era su oportunidad de escabullirse—. Te devolveré tus cosas mañana. Adiós.

El muchacho estuvo un tiempo parado despidiendo a su compañera con la mano hasta que vio que se perdía de vista, se giró sobre sus talones y pretendió encaminarse en la escuela nuevamente cuando se topó con la mirada siniestra de uno de sus compañeros. Kei Uchiha estaba parado justo frente a él mirándolo muy fijamente. El muchacho comenzó a temblar.

—Bu-buenos días, U-uchiha.

Los ojos de Kei se estiraron más. El otro muchacho ahogó un grito de terror.

—¿Qué están planeando? —prosiguió la voz calmada de Kei una vez que obtuvo la reacción que esperaba.

—¡No, nada! ¡No es nada de la escuela!

Kei se cruzó de brazos, haciéndole entender que no estaba conforme con la respuesta.

—Wah, eh... Kyoko me pidió unos transmisores y sensores de voz. ¡No sé nada más!

—¿Transmisores?

—Tiene que usarlos en la oficina de su padre o algo así... quería saber el radio de alcance —le explicó con un hilo de voz—. No vendrá hoy a la escuela.

Kei se quedó mirando unos minutos la calle por la que había desaparecido Kyoko, olvidando por completo al aterrado muchacho frente a él. Luego de ello, se volvió y comenzó a caminar nuevamente hacia el interior de la escuela —para gran alivio de su compañero que por fin pudo volver a respirar—. ¿La oficina de Naruto? ¿Qué querría escuchar la niña Uzumaki en la oficina de su padre que fuera tan importante como para faltar a clases y arriesgarse a un posible castigo cuando Naruto se enterara?

Un ruido frente a él lo sacó de sus pensamientos y lo hizo dar una ojeada a su alrededor. De un momento a otro se había visto rodeado de su habitual grupo de chicas sin notarlo siquiera. Finalmente decidió, un poco avergonzado, que no le debía importar lo que Kyoko estuviera planeando, en cuanto no lo involucrara a él.

Cuando finalmente pudo esquivarlas y se adentró en su sección, notó que los estudiantes en los pasillos lo miraban al pasar, pero cuando él levantaba la vista para confrontarlos la apartaban inmediatamente. Kei estuvo confundido por tal comportamiento, hasta que al llegar a su clase sus compinches habituales no se acercaron tampoco a reportarse a él y a darle los buenos días como era habitual. Kei se irritó ante tal actitud y miró a uno de ellos, el más cercano, ordenándole con los ojos que le diera una explicación. El pobre muchacho se le acercó un poco temeroso y le explicó que aún corrían sobre la escuela los rumores del audio que Kyoko había puesto a la hora del almuerzo la semana anterior y que todos estaban nerviosos por lo que el heredero Uchiha haría ahora. Kei casi enrolla sus ojos al escucharlo, eso había sido hacía años, no podía creer que todavía estuvieran hablando sobre ello.

Cansado, lo despidió sin darle una respuesta sobre lo que iban a hacer y tomó su asiento habitual. En realidad le estaba dedicando demasiados pensamientos a la niña Uzumaki, se dijo mentalmente. Eso tenía que parar.

-…-

Mientras tanto, Naruto y Minato no tenían idea de los planes de Kyoko ni de que había vuelto a casa completamente sola después que el par hubo salido a trabajar. Kyoko había planeado todo el día muy bien; suponía que aún tendría tiempo de regresar a casa para cambiarse el uniforme de la escuela y luego salir apresurada a tomar el tren que la llevara a las cercanías del trabajo de su padre.

Lo primero que tenía que hacer era averiguar, sin ser vista, a dónde irían a almorzar su padre y la otra mujer, de ahí que debía primero visitar a su compañero de la escuela, quien le consiguió los implementos de espionaje que necesitaba. Seguidamente tenía que averiguar los puntos débiles de esa persona para, en la primera oportunidad, traerla abajo. Eso no presentaría ningún reto para ella que estaba acostumbrada a enfrentarse con el mismísimo Kei Uchiha, alguien que era considerado por muchos como perfecto. Si había podido meter más de una vez en apuros a alguien como él, estaba segura que la tipa con la que su padre se encontraría para almorzar no tendría ninguna posibilidad de salir bien parada de tal encuentro.

Kyoko no sentía ningún remordimiento por lo que planeaba hacer, pensaba mientras terminaba de cambiarse de ropa, que no era nada personal contra alguien que nunca había conocido, era tan solo que no podía permitir que alguien ajeno a su familia de pronto quisiera alejar a su padre de su lado. Luego de convencerse una vez más de que hacía lo correcto, tomó las cosas que ya había preparado en un bolso que tenía bajo la cama y salió después de asegurarse que ninguno de sus vecinos la viera.

-…-

En la escuela, el maestro preguntó por Kyoko al comprobar que estaba ausente. El muchacho que se había encontrado con ella en la entrada de la escuela levantó tímidamente una mano.

—Su familia y ella tuvieron que salir a un viaje repentino... no volverá hasta en dos semanas.

El profesor y todos los alumnos quedaron sorprendidos ante esa novedad y luego comenzaron a cuchichear.

—¿Dos semanas? ¿Un viaje? Su padre no informó a la dirección al respecto. ¿Estás seguro?

El muchacho comenzó a titubear pero siguió adelante con su declaración anterior.

—Fue algo repentino. Por el trabajo de su padre...

El profesor levantó una ceja de incredulidad y le dijo que tomara asiento. Luego comentó que tendría que llamar al trabajo del padre de Kyoko para confirmar tal viaje. El muchacho se puso muy pálido y Kei enrollo sus ojos sin que nadie lo viera.

¿Dos semanas? Kei no podía creer que Kyoko pretendía faltar a clases por dos semanas para seguir los pasos de su padre. Sería descubierta mucho antes que eso. Estaba seguro que el profesor llamaría a Naruto para preguntárselo y entonces estaría perdida. ¿Qué sería lo que la tenía tan empecinada en vigilar a Naruto...?

De pronto una imagen de su tío Sasuke pasó por su cabeza y un frío helado comenzó a subirle por la espalda. No podía ser que el idiota de su tío hubiera intentado algo con la niña presente, ¿verdad? Era simplemente algo tan descuidado, estúpido y arrogante que ningún ser humano, y mucho menos Sasuke Uchiha se atrevería a...

Kei levantó inmediatamente la mano.

—Profesor, yo también escuché que el padre de Naruto sería enviado de viaje, aunque no estoy seguro de que dos semanas fuera el tiempo correcto.

El profesor que ya había comenzado la lección se detuvo, y los demás alumnos se quedaron perplejos ante esta declaración. Kei se había puesto de pie y comenzaba a arreglar sus cuadernos en su maleta.

—Iré a casa, no me siento bien —y antes que el profesor pudiera decirle algo agregó—, llamaré a mi chofer para que me lleve.

El Uchiha salió del salón rodeado de un completo silencio. Inmediatamente sacó su celular del pantalón pero no llamó a su chofer, todavía.

—Hola, soy yo. Necesito información sobre Naruto Uzumaki: trabajo, horario y dirección. Rápido.

-…-

Sasuke estaba sentado sobre sus pantorrillas frente a su madre en la casa principal de la familia. Mikoto había sorprendido a su hijo menor cuando arreglaba la disponibilidad del dojo en el conjunto residencial y acomodaba un horario para utilizarlo a las tres de esa tarde, así que al ser descubierto no pudo rehusarse a tomar el té con ella.

El clan Uchiha tenía innumerables propiedades en la ciudad, el país y el extranjero. Controlaban principalmente las fuerzas armadas nacionales y tenían poder sobre la mayoría de negocios en la ciudad. Itachi se encargaba de la sección del servicio de inteligencia del país, pero no solo se dedicaba a eso, dirigía tres empresas directamente y otras más a través de encargados. Era el perfecto líder del clan y uno de los más admirados en generaciones. Fugaku estaba orgulloso de su hijo mayor. No pasaba un día sin que se ufanara de él con alguien y todos le dieran la razón.

Sasuke, por otro lado, y en comparación con su hermano, era un vago.

Había acabado sus estudios con honores y se había destacado en todos ellos, como correspondía a todo Uchiha, pero nunca se había acercado a los logros que había adquirido su hermano mayor. Itachi era un genio reconocido, Sasuke simplemente trataba de seguirle el paso. Pero cuando cumplió los veinticuatro años algo cambió en él. Nadie nunca supo qué fue lo que había ocurrido, Sasuke nunca se dio el trabajo de explicar sus acciones a persona alguna. Recién salido de la universidad y con el diploma de graduado en la mano Sasuke dejó todo lo que tenía a un lado y decidió vivir solo. Ninguna protesta, tentación o amenaza fueron capaces de hacerlo cambiar de idea, estuvo desvinculado de la casa principal Uchiha por más de tres años antes que los ruegos de su madre y el enojo de su padre fueran los suficientes para que Itachi tomara la responsabilidad de hacerse cargo de él.

Fue a buscarlo, habló —o intentó hacerlo— y le pidió que lo ayudara a criar a Kei, que estaba a cargo de sirvientas y su madre hasta ese momento. Nadie supo nunca tampoco por qué amenaza o soborno Sasuke aceptó la propuesta de su hermano. Tampoco se molestó en dar explicaciones al respecto. Poco a poco fue aceptando el dinero de la casa Uchiha nuevamente y comenzó a usarlo para una serie de frivolidades que eran el escándalo de todo el clan. Fugaku estaba furioso y mostraba su enojo en cada ocasión que tenía a Sasuke en frente. Su hijo, por su lado, disfrutaba del enojo de su padre. Itachi no decía nada, prefería que Sasuke estuviera molestando a que no estuviera en lo absoluto. Se encargaba de aplacar la molestia de su padre cuando era demasiada y de vez en cuando llamaba la atención sobre algunas de sus acciones a Sasuke.

Mikoto, la madre de Itachi y Sasuke, simplemente se alegraba que Sasuke hubiera vuelto y nunca tenía una palabra de reproche hacia su hijo. Aunque tampoco hablaba a su favor cuando Fugaku se quejaba de él.

El clan Uchiha poseía, además, un distrito completo de la ciudad. Era conocido normalmente como el distrito Uchiha y todos sus habitantes pertenecían al clan. La mansión principal se encontraba en la cima de todas las demás casas, como prueba fiel que era el hogar de seres excepcionales que ni siquiera los miembros del mismo clan alcanzarían algún día. Lo gracioso de la situación era que ninguno de los tres herederos directos del clan vivía en ella.

Sasuke tenía un departamento en el centro de la ciudad que también era costeado por el clan. Itachi vivía en un penthouse en la zona más exclusiva de la ciudad con su hijo Kei y desde que Sasuke aceptara la tarea de ayudarlo con su hijo, Itachi no ponía pie en la mansión principal más que en ocasiones muy especiales, tales como el cumpleaños de su madre y navidad. Lo cual equivalía a que veía a su madre, que casi nunca dejaba el lugar, dos veces al año, y lo mismo ocurría con Kei y Sasuke.

Era por eso que, al sorprender a Sasuke en el dojo familiar después que una de sus sirvientas le anunciara su llegada, Mikoto corrió a alcanzar a su hijo antes que se fuera después de inspeccionar la condición del lugar y lo obligó a quedarse con ella por unos minutos al menos.

Estuvo muy contenta cuando Sasuke le explicó que pensaba utilizar el dojo junto con Kei a partir de ese día y que por lo tanto las visitas de su hijo y nieto aumentarían.

Sentados sobre el tatami de la habitación principal de su madre, envueltos en el silencio de la enorme mansión, Mikoto se daba cuenta de cuánto había extrañado a su hijo en esos años.

—¿Cómo te está yendo? ¿Hay algo más que necesites, Sasuke?

Sasuke miró a su madre con gentileza. No guardaba ningún resentimiento contra ella a pesar de recordar algunos momentos tensos entre ellos, pero no podía sentir pena por la soledad en que vivía, ya que era ella misma la responsable de haberla elegido. Sabía muy bien que su madre era una mujer excepcionalmente gentil con ellos, su padre, su hermano y su nieto, pero que ese rostro cambiaba severamente al encontrarse con alguien ajeno y era muy capaz de mostrarse terrible con aquellos que la desagradaban.

—No, madre. Todo está bien.

El silencio volvió a reinar, se podía escuchar la caída del bambú contra la roca en el estanque artificial del jardín.

—¿No te quedas a almorzar conmigo? Puedes esperar a que Kei llegue aquí...

Sasuke miró pesadamente su reloj. Aún era muy temprano y la idea de quedarse encerrado en esa casa por más horas de las necesarias lo incomodaba. Demasiados malos recuerdos ligados a ese lugar lo habían hecho un sitio insoportable para los hermanos Uchiha y su sobrino.

—No, prefiero regresar cuando sea la hora. Comeré algo afuera.

Mikoto hizo un gesto de infinita tristeza pero asintió con la cabeza. Sasuke se sintió un poco culpable al notarlo, pero no se rectificó. No quería correr el riesgo de encontrarse con su padre si se quedaba más de lo necesario. Después de la noche con Naruto no se sentía con ánimos de aguantar los reproches del viejo.

—¿Cómo...? —Mikoto dudó un momento y su hijo la miró, ella bajó la mirada— Tu rostro, ¿te diste un golpe?

Sasuke se tocó la quijada. Ya no le dolía el golpe que había recibido de Naruto dos días antes y casi no se notaba, pero Mikoto tenía una forma única de distinguir las heridas que sus hijos les quisieran ocultar.

—No fue nada. Caí y me golpee.

—¿Caíste?

—Tropecé.

Mikoto hizo un gesto de confusión ante la respuesta de Sasuke, pero este no volvió a responder. Tomó un poco de té mientras desviaba la mirada. Su madre no tenía por qué saber lo que había pasado con el joven padre a quien estaba pretendiendo ahora. Por un momento una sonrisa maliciosa cruzó su rostro, pensando en cómo reaccionaría su reservada madre ante tal noticia.

—Estás cambiado —Sasuke volvió a ver a su madre inmediatamente—. Hay algo que es diferente, es casi como si estuvieras contento.

Sasuke no pudo evitar sonreír otra vez. ¿Acaso su madre lo había notado? Eso quería decir que en verdad estaba sintiendo algo real por Naruto. Tenía que ser eso.

—Me alegro —Mikoto sonrió, ambas manos en su regazo y mirando tiernamente a su hijo—. Parece que has encontrado algo que realmente te hace feliz. Espero, que lo mantengas, lo que sea que esto es.

Sasuke bajó la mirada y no le respondió sino que le preguntó algo más.

—¿Papá vendrá pronto a casa?

—No, salió a Kioto temprano esta mañana, llegará en la noche. ¿Necesitabas hablar con él?

—No. Solo que... —Mikoto se sorprendió por las siguientes palabras de su hijo, pero sonrió y aceptó alegremente cuando terminó de decirlas—, me quedaré a comer contigo. Después de todo.

-…-

Kyoko había logrado introducirse en la oficina de su padre sin ser vista. Aprovechó cuando Naruto fue llamado por el editor principal para revisar unos documentos y el que Sakura estuviera en el baño para depositar uno de los minúsculos transmisores bajo el escritorio de su padre antes de salir a toda prisa. Probó a encenderlo y cuando comprobó que todo andaba bien se metió en un gabinete del siguiente piso a buen resguardo y comenzó a escuchar. Sakura le decía algo sobre su cita con una mujer llamada Sora y que trabajaba en la sección de administración, así que se quedó escuchando hasta que se enteró del lugar y la hora. Luego salió inmediatamente al piso de administración.

Estaba en el primer piso y como esas oficinas estaban cerca a la entrada de la calle, la seguridad era más estricta que en los pisos superiores. Estuvo un momento perdida sobre cómo introducir el micrófono en esa oficina sin ser vista hasta que llegó un mensajero a la mesa de recepción y declaró que tenía unos recibos para la señorita Ichikawa de administración. Kyoko tropezó accidentalmente con una señorita que apareció para recogerlos y como todo el contenido se desparramó por el suelo, la niña Uzumaki comenzó a ayudarla a recogerlo mientras se disculpaba por su torpeza; justo antes que la mujer tuviera tiempo de preguntarle qué hacía ahí, Kyoko había desaparecido. Sin embargo, el pequeño transmisor estuvo en posición y activado dentro de un fólder que leía Ichikawa Sora para entonces.

-…-

Dando unos brincos de felicidad cuando encendió el transmisor y pudo escuchar todo lo que le interesaba, Kyoko salió del edificio y se sentó discretamente en la acera opuesta mientras se ponía un par de audífonos sobre sus orejas y escuchaba con atención todas las palabras de la mujer a la que espiaba. Mientras estaba entretenida en esto, sacó de su bolso un gran mapa que tenía todas las rutas de los trenes que salían de ahí y calculaba el tiempo para llegar al restaurante en el que comería su padre.

—¿Qué crees que estás haciendo?

La voz que escuchó de pronto a sus espaldas la hizo soltar un grito que todos los transeúntes que pasaban no tardaron en notar. Ambos niños miraron hacia todos lados asustados y vieron a algunas personas que se habían detenido a observarlos. La pequeña niña tomó al muchacho de la manga de su saco escolar y lo jaló hacia una calleja vacía mientras esas personas los perdían de vista.

—¡¡No hagas eso!! Por poco logras que me descubran —le gritó irritada observando hacia la calle para cerciorarse de no haber sido seguida por nadie más, después miró a su compañero Kei Uchiha que todavía tenía el uniforme escolar—. ¡¡¿Cómo se te ocurre salir con el uniforme a la calle?!! ¡Alguien te puede ver y reportarte a la escuela!

Kei miró su uniforme un momento aturdido y luego fijó sus ojos en la niña Uzumaki.

—Tú también has faltado a clases.

—Yo tenía que hacer cosas más importantes el día de hoy. No es de tu incumbencia, vete.

Kei no se inmutó, miró a la pequeña frente a él con aire de superioridad.

—¿Cosas más importantes? ¿Como espiar a tu padre o irte de viaje por dos semanas?

Kyoko se quedó perpleja al escuchar esto.

—¿Cómo sabes que...?

—Señor Kei —los interrumpió una voz a sus espaldas. El chofer de Kei se había acercado rápidamente al ver que el hijo de su jefe estaba siendo llevado hacia un lugar oculto por otra persona.

—Ah, Yoichi, no te preocupes. Te llamaré cuando te necesite.

Yoichi hizo un gesto de asentimiento con la cabeza y se retiró inmediatamente.

Kyoko lanzó un hondo suspiro.

—¿Cuántas personas más saben que estás aquí?

Kei volvió su atención a la Uzumaki.

—Solo Yoichi y el profesor. Dije que estaba enfermo.

Kyoko lo miró confundida y finalmente lo suficientemente extrañada como para admitir que el niño Uchiha estaba allí con ella.

—¿Qué haces aquí?

Kei se quedó en silencio contemplándola. No sabía si en verdad Kyoko estaba siguiendo a Naruto por el asunto de su tío. Al menos la niña no le había dicho nada al respecto aún y no era común que se guardara sus opiniones cuando era algo que pedía reclamarle al Uchiha. ¿Qué hacer?

—Pasaba camino a casa, y te vi parada ahí.

Kyoko lo miró con un enorme signo de interrogación formándose encima de su cabeza. Luego agitó la cabeza.

—¿Y cómo sabes lo de mi padre?

—Te escuché hablar hoy en la entrada de la escuela.

Kyoko lo miró más confundida todavía, pero justo en ese momento comenzó a escuchar ruido de voces en sus audífonos y le hizo un gesto al Uchiha para que se callara.

«—¿Qué irán a almorzar?» —la voz de una mujer preguntó riendo divertida. Otra voz le contestó—. «Iremos a ese restaurante que está cerca de la estación central. Ya sabes, el que hace comida típica, ramen y esas cosas. Escuché que a Naruto le gustaban.» «—Ohh» —contestó la otra voz—, «¿pensé que tú las detestabas? Sí que te estás esforzando por Uzumaki» —risas.

—¿Uzumaki? —Kyoko elevó sus ojos molestos hacia Kei. No agradecía interrupciones en ese momento tan crucial.

—Silencio, no me dejas escuchar —le chitó. Kei se quedó quieto.

«—... y con todo lo difícil que es que acepte una cita. Debes gustarle.»

«—No es eso, Sakura me estaba diciendo que Naruto estaba preocupado por su hija Kyoko y la falta de una figura materna estable en su vida.»

«—No, imposible. ¿Crees que quiera algo serio contigo?»

Un silencio momentáneo. Kyoko apretó los dientes.

«—No lo sé, pero no quiero desaprovechar esta oportunidad.»

«—Pero tiene una hija muy mayor, escuché que tiene doce años. Es una edad difícil.»

«—Sí, es la peor de todas. Tengo una sobrina de esa edad que es simplemente detestable.»

«—Ahora recuerdo que a ti no te gustan los niños. ¿Estás segura que es buena idea salir con Uzumaki?»

Unas pequeñas risas después.

«—No hay problema. Además la niña no me preocupa en lo más mínimo —sonó un teléfono y la otra mujer se despidió mientras la mujer de administración contestaba.»

Kyoko se quedó muy callada después de oír esto. Bajó las manos a ambos extremos de su cuerpo y agachó la cabeza. Kei la observaba preocupado ahora. Su fino oído había sido capaz de discernir la mayoría de las palabras que la otra niña con seguridad había escuchado y ahora entendía un poco mejor qué era lo que la cosa Uzumaki estaba haciendo ahí.

Kyoko no se movió por un tiempo relativamente largo, así que se le acercó y depositó una de sus manos sobre el hombro de su compañera.

—Oye, ¿estás bien?

Kyoko volvió sus ojos hasta el Uchiha y de pronto se echó a llorar. Kei no sabía qué había hecho ahora para hacer llorar a la niña Uzumaki, tal vez venir tras ella no había sido buena idea después de todo.

—¡Es injusto! Todos los demás siempre tienen una mamá que los espera en casa cuando llegan de la escuela. ¡Yo nunca quise una, tengo a mi papá y a mi abuelo y no necesito a nadie más! Es injusto, nunca le pedí a nadie que fuera mi madre. Y ahora una completa extraña lo rechaza sin conocerme siquiera. ¡No es justo!

Kei se quedó mirando con los ojos muy abiertos mientras Kyoko le decía todo esto entre lágrimas. No tenía idea de qué hacer o decir así que solo se quedó parado mirándola espantado. Era la segunda vez que veía llorar a Kyoko y le parecía que la primera ocasión, con golpe incluido y todo, había sido mucho mejor que la segunda.

—¡Papá es un tonto! —gritó Kyoko mientras se hundía en sus dos pies y caía sentada en el suelo con sus dos manos cubriendo su cara. Por un momento Kei miró a su alrededor asustado, esperando que alguien los hubiera escuchado y entrara a la calleja a ver qué había pasado. Pero nadie apareció, Kyoko seguía llorando en el piso y Kei no tuvo mejor idea que sentarse en silencio a su lado, esperando que se calmara.

Cuando Kyoko lloró todo lo que podía y no le quedó ni una lágrima más, comenzó a secarse los ojos humedecidos, molesta por su debilidad. Y cuando se dio cuenta que Uchiha seguía a su lado desvió la mirada irritada, no le gustaba que otras personas la vieran de esa forma.

—¿Por qué sigues aquí?

Kei no le respondió, desvió su mirada a la vez y se sintió incómodo.

—¿Estás enfermo de verdad? —la pregunta lo desconcertó así que volvió su mirada hacia Kyoko. Esta lo observaba con sus enormes ojos azules fijos en su respuesta. Kei negó inmediatamente con la cabeza—. ¿No deberías ir a casa?

Kei se demoró un momento antes de responderle.

—¿Qué harás tú?

Kyoko volvió su mirada hacia el transmisor que conectaba los audífonos de sus oídos.

—Tengo que averiguar un par de cosas más antes de ir al restaurante donde papá se encontrará con esa mujer —no sabía por qué se lo contaba al Uchiha, simplemente tenía ganas de conversar con alguien.

Kei procesó su respuesta por unos segundos.

—¿Cómo llegarás a ese lugar?

—Tomaré el tren.

—¿Tú sola? —Kei se preocupó. Su familia, después de todo, no tenía ningún conocimiento sobre el transporte público de la zona o cómo usarlo. Y los rumores de la estación de trenes siendo la ruta más próxima a la entrada al infierno habían llegado a los oídos de Kei desde que era muy pequeño.

Kyoko asintió gravemente y Kei se puso pálido.

—Si quieres puedo llevarte —Kei estuvo a punto de morderse la lengua cuando terminó de decir esto. «¿Qué?»

Kyoko lo observó con suspicacia analizando su propuesta, pero negó con la cabeza al poco rato.

—No, gracias. No quiero que nadie se entere de a dónde me dirijo.

—Yoichi no dirá nada si se lo ordeno —Kei parecía muy convencido de sus palabras. Kyoko lo miró admirada por una vez en su vida. Kei ahora quería morderse la lengua a propósito para evitar decir nada más. De todas las cosas tontas que...

—Está bien. Gracias —Kei la miró asombrado y asintió a su vez. Wow, la cosa Uzumaki podía dar las gracias. Algo de la educación que impartían en la escuela por fin debía haberse quedado grabada en su cabeza.

—Pero necesito averiguar más sobre esta mujer primero —le dijo Kyoko poniéndose decididamente los audífonos sobre las orejas nuevamente.

Kei sacó su celular.

—¿Qué datos tienes sobre ella y qué quieres saber?

-…-

Sasuke miró preocupado su reloj de pulsera. Eran las tres y cuarto de la tarde y Kei no había aparecido por el dojo aún, su madre lo había dejado solo después del almuerzo para atender a unos asuntos de la casa y Sasuke se había quedado solo desde ese momento. Caminando sin rumbo por los pasillos de la enorme mansión con una expresión de molestia en su rostro. Genial, el pequeño monstruo que siempre llegaba a tiempo y puntualmente a cada uno de sus compromisos habituales se atrevía a hacerlo esperar a él. Era más de lo que podía aguantar de cualquiera.

Sacó el teléfono del bolsillo de su pantalón y marcó el número de Kei. La línea quedó en silencio varios segundos antes de que la voz de una mujer le informara que el número que había marcado no se encontraba disponible por el momento. Una nube de preocupación cruzó su frente. Desde cuándo Kei Uchiha apagaba su celular, el niño vivía prácticamente pendiente del sonido del aparato esperando una llamada improvista de su padre, aunque Itachi nunca las hacía. Ahora, preocupado, Sasuke marcó el número de Yoichi, el chofer de Kei, para comprobar que todo estuviera bien.

—Señor Uchiha, buenas tardes —se escuchó la voz afectada del hombre. Sasuke no pudo escuchar tráfico en el fondo, aunque sí el bullicio de la calle.

—¿Fuiste a recoger a Kei al colegio? —la respuesta afirmativa llegó inmediatamente— ¿Está contigo? —el hombre se demoró en contestar y Sasuke respiró hondo tratando de controlar la irritación formándose en su estómago— ¿Y bien?

La respuesta fue inmediata esta vez.

—Me dijo que lo esperara un momento en las cercanías de la plaza central. Está acompañando a una señorita en unas pesquisas.

Si Sasuke hubiera sido cualquier persona normal, en ese momento, y como respuesta, hubiera lanzado una enorme exclamación de sorpresa al escuchar lo que el chofer de Kei Uchiha decía que estaba haciendo el heredero del clan. Pero Sasuke era también un Uchiha, y además uno que se consideraba muy por encima de la mayoría de los demás. Por ello que se quedó callado, reprimiendo cualquier sonido que pudiera delatar su sorpresa. Antes de lanzar una acertada y medida pregunta.

—¿Qué?

-...-

Unos minutos después, Sasuke Uchiha se encontraba parado de brazos cruzados mirando a su sobrino agachado de espaldas a él en la compañía de una niña que en ese momento no pudo identificar. Parecían muy entretenidos en conseguir que las personas en el interior del restaurante en el cual estaban apostados no se dieran cuenta de su presencia, a la vez que trataban de no perderse momento de lo que ocurría en el interior. De todas las cosas indignas que un Uchiha podía hacer, y Sasuke las conocía, siendo que había protagonizado algunas de las peores él mismo, esta era una de las peores de las que había sido testigo.

—Kei Uchiha, ¿qué crees que estás haciendo ahí?

Su voz baja e irritada hizo que ambos niños saltaran espantados inmediatamente y se volvieran aterrados a ver a la figura siniestra detrás de ellos.

—¡¿Tío Sasuke?! ¿Qué haces aquí?

Por un momento, «tío Sasuke» no contestó a la pregunta alarmada de su sobrino. Se había quedado intrigado al ver que la niña al lado, envuelta en gafas oscuras y una playera con capucha cubriendo su cabello, no era otra sino Kyoko Uzumaki, la hija de Naruto.

—Kyo... —Sasuke no pudo completar el nombre, dos pares de manos lo jalaron contra el piso en ese momento y seguidamente cubrieron su boca. Sasuke hubiera podido defenderse si es que no hubiera estado tan chocado por la anterior revelación.

—¡Silencio, papá puede escucharte! —le dijo Kyoko en un susurro. ¿Naruto estaba ahí?

Las tres personas ahora entre los arbustos bajo la ventana dirigieron sus miradas hacia el interior del restaurante. En una mesa al lado de la ventana, Naruto seguía su conversación con una mujer de cabello negro entretenidamente. Sasuke sintió que su corazón se detenía.

—Parece que no escuchó nada —suspiró Kyoko aliviada y luego se volvió a ver al Uchiha mayor que miraba la escena frente a él con los ojos muy abiertos—. ¿Qué haces aquí?

Sasuke se volvió a verla y después volteó hacia Kei.

—¿Desde cuándo apagas tu celular?

Kei lo miró sorprendido.

—¿Qué quieres decir? Lo apago todo el tiempo. Cuando estoy en clases o en alguna reunión importante con papá.

Sasuke lo miró entrecerrando los ojos.

—¿No estás en clase ahora o sí? Y dudo que esta sea una reunión del clan.

Kei recordó que había apagado su celular después de pedir los datos de Sora Ichikawa a su equipo de inteligencia para que su padre no sospechara que había salido de clases en caso lo llamara de improviso, y después había olvidado encenderlo otra vez. Rayos.

—Lo olvidé apagado...

Sasuke elevó una de sus cejas.

—¿Olvidaste tu entrenamiento de hoy también?

 

Kei se puso pálido. Demonios. ¿Qué le estaba pasando? Él nunca olvidaba sus compromisos. Especialmente el del entrenamiento con su tío, había estado pensando en él todo el fin de semana.

—¡Ah, por fin les llevan el postre! —anunció Kyoko que había estado observando atentamente el interior del restaurante sin prestar la menor atención a los problemas de los Uchiha.

Kei y Sasuke se volvieron hacia la ventana al instante.

-…-

—Lamento lo del ramen... en realidad no soporto el picante —la mujer frente a Naruto se disculpó inclinando la cabeza apenada. El hombre frente a ella le hizo un gesto con la mano quitándole importancia al asunto.

—No, está bien. Solo es una camisa que ya estaba algo vieja. Me compraré otra igual este fin de semana.

Lo que había ocurrido era que la mujer había probado el primer bocado del plato de ramen que la mesera les había servido y enseguida había cogido precipitadamente el vaso de agua que tenía al lado para buscar alivio a su sofocación y distraídamente había volcado el contenido de su plato lleno de ramen sobre Naruto, siendo su camisa la que había pagado el precio del desafortunado incidente. Naruto tomó nota mental de no ponerse sus prendas favoritas para sus citas en el futuro.

Kyoko había reído tan fuerte a este punto que Naruto había volteado intrigado al escuchar un ruido al otro lado de la ventana, pero como no viera o escuchara nada nuevamente había vuelto sus ojos al interior para intentar salvar su camisa con el agua que la mesera le estaba ofreciendo. Kei había agarrado a Kyoko y le había tapado la boca cuando vio que iban a ser descubiertos. No se dio cuenta que casi la ahogaba entre sus dedos y solo un golpe de Kyoko en su cabeza cuando se había comenzado a poner azul le hizo soltarla sus buenos cinco minutos después.

Gracias a la ayuda de Kei, habían averiguado que la mujer, Sora Ichikawa, era alérgica a todas las cosas picantes y sus enormes labios hinchados y el color rojo que comenzaba a asomarse por todo su cuello tocando su quijada eran una clara prueba que el servicio de inteligencia Uchiha una vez más estaba en lo correcto.

—Espero que los dango te sienten mejor. ¿Te gustan los dulces? —le preguntó Naruto aún preocupado por su compañera de almuerzo que cada vez se ponía más roja.

—Oh, sí. Está bien. No me desagradan.

—A Kyoko, mi hija, la vuelven loca. Si por ella fuera estaría comiendo cosas dulces todo el tiempo —Naruto comenzó a sonreír recordando un día en que Kyoko se había acabado medio frasco de mermelada de fresas y la había tenido que llevar al hospital con un terrible dolor de estómago.

—Ya veo —por alguna razón, la mujer sentada frente a él no compartía su mismo interés por los gustos culinarios de su hija. Algo completamente extraño para Naruto.

—Bueno, por favor, pruébalos. Te aseguro que son deliciosos.

La mujer le sonrió incómodamente y acercó la primera bola dulce a su boca, estaba bañada en una cubierta de color caramelo que siempre acompañaba a todos los dango. La incauta no sospechaba nada. Kyoko comenzó a sonreír de oreja a oreja al verla meterse el primer mordisco a la boca. Sasuke vio esta expresión y por un momento la niña le recordó a un pequeño zorro. Pero no tuvo tiempo de admirarla más de un segundo, porque un grito en el interior del restaurante lo hizo volverse inmediatamente hacia la mesa de Naruto. Donde todo un desastre nuclear había comenzado.

La mujer había pedido a gritos agua y como la que le alcanzaran no era la suficiente para calmar las quemaduras de tercer grado que seguramente eran lo que en ese momento atoraban su garganta sin dejarla respirar, había salido corriendo al interior del establecimiento y desaparecido tras la puerta del baño de damas. Tumbando a tres meseras con bandejas y todo en el proceso. Mientras tanto, Naruto se había quedado parado pasmado ante la actitud extraña de la mujer. ¿Qué le habría podido suceder ahora?

Kyoko reía tan fuerte que Sasuke tuvo que cubrirle la boca para callarla. Pero tuvo la suficiente precisión para no dejarla ahogándose como Kei había hecho hacía unos momentos. Kei miraba a su tío con nuevos ojos de admiración ante esta destreza.

Cuando la mujer por fin salió del baño, media hora después, con la blusa completamente mojada y la cara muy, muy roja. Naruto estaba asustado. Recordó las advertencias de Kiba sobre tener que esconderla en las noches para no asustarse de ella y de pronto tuvieron mucho sentido.

La mujer solo se quedó lo suficiente para recoger su cartera y darle una leve excusa sobre una visita al hospital antes de salir casi corriendo del lugar. Naruto no tuvo tiempo de ofrecerse a llevarla antes que la mujer ya estuviera a un kilómetro de distancia del establecimiento.

Afuera, Kyoko y Kei chocaron palmas frente a un atónito Sasuke que miraba la figura de la mujer corriendo como si estuviera compitiendo en una carrera de cien metros.

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