Doce años: Chapter 4

Published Jan 14, 2013, 11:26:08 PM UTC | Last updated Jan 27, 2014, 11:10:39 PM | Total Chapters 16

Story Summary

Writen in spanish. SasuNaru. AU. Naruto es padre de Kyoko, y desde que su esposa Hinata murió se ha empeñado en criar a su hija de la mejor forma que puede, aun cuando Kyoko llega llorando de la escuela y acusa a un tal Kei Uchiha de hacer su vida miserable.

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Chapter 4: Chapter 4

Fandom: Naruto.

Calificación: mayores de 14 años.

Género: yaoi, drama, humor.

Declaración: el concepto y la idea original de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: todavía a salvo, pero habrá escenas yaoi por el medio y en el final.

 

 

Doce años

Capítulo 4

 

por Hikari Shiroki

 

 

Naruto pensaba que ver a su hija llorando unos días antes había sido lo peor que había tenido que presenciar en toda su vida adulta. Pero estaba equivocado. Ver el rostro de su hija tremendamente pálido cuando cerró la puerta al ver a Kei Uchiha había sido lo peor. Y peor había sido que con su impresión se había olvidado de su propio padre afuera. Naruto se sentía tremendamente dejado de lado y comenzó a ponerse pálido a su vez. Luego cometió el error de mirar a su alrededor perdidamente y encontrarse con dos pares de ojos negros clavados en su espalda y se dio cuenta que no podía haber nada peor. Kyoko lo había dejado encerrado, sin más defensa que sus cansados puños para defenderse contra un asesino serial y un pequeño delincuente en potencia...

 

—¡¡¡KYOKO!!! ¡¡¡ABRE LA PUERTA INMEDIATAMENTE!!! ¡¡¡¡KYOKO!!!!

 

Los gritos que lanzaba Naruto dejaron un poco aturdidos al par Uchiha, así que por un momento no dijeron nada mientras el asustado padre arremetía contra la puerta con fuerza y trataba desesperadamente de entrar a casa. Insospechadamente para él, Kyoko había ido a encerrarse en su habitación en cuanto había entrado a la casa, y se había cubierto los oídos y la cara con su almohada, todavía demasiado conmocionada como para notar que había dejado a su padre fuera.

 

Kei estaba cansado, no podía encontrar otra palabra para describir lo que sentía en esos momentos. Se había tomado todo el trabajo de llegar hasta la casa de Kyoko, ehr, la cosa Uzumaki, y no había podido siquiera empezar a disculparse como había planeado, torturándose, todo el camino en la limusina. Miró a su tío Sasuke buscando un poco de apoyo moral, seguramente en un momento como ese el otro hombre no estaría molesto con él, como habitualmente estaba, se daría cuenta de todo el esfuerzo, en vano, que estaba haciendo al llegar hasta ahí y encontrarse con una puerta cerrada en sus narices.

 

Pero Sasuke estaba muy lejos de pensar siquiera que otro ser humano respiraba a su lado. Naruto, su delicado ángel particular, estaba parado frente a él, y con solo la dicha de verlo ya se encontraba flotando entre nubes. Pero algo andaba mal, el rostro dolido y angustiado de Naruto —Sasuke no veía miedo en sus gritos y ademanes— pedían ayuda, y Sasuke sentía que era su deber auxiliar, proteger y abrazar a su adorado en sus momentos de angustia.

 

Con paso decidido se acercó a Naruto y se puso directamente a sus espaldas. Naruto lo sintió, más que lo vio venir, y se dio la vuelta inmediatamente, apoyando su espalda hasta casi traspasar la puerta detrás suyo, por fin había llegado el momento de su muerte. Maldita la hora en que tuvo la idea de llegar a la casa Uchiha. Todos sus problemas habían empezado en ese momento.

 

—¿No tienes una llave? —parecía lo más lógico por preguntar en un momento como ese. Pero Naruto agitó su cabeza inmediatamente negando tal posibilidad. Sasuke metió las manos en sus bolsillos mientras pensaba en lo que podía hacer, cuando sus dedos chocaron contra un cuerpo duro. Su mano comenzó a tantear dicho objeto y seguidamente lo sacó de su bolsillo, cuando lo vio recordó que había guardado el destornillador con el que pensaba desencajar la puerta de Kei más temprano ese día y se había olvidado de él. Con una sonrisa triunfante lo puso frente a él enseñándoselo a Naruto.

 

El otro hombre inmediatamente se hizo a un lado para proteger su vida; estaba seguro que el Uchiha usaría el nuevo utensilio sustraído de sus bolsillos como un tipo de arma para asesinarlo, después de todo, qué persona normal anda con un destornillador en el bolsillo de su pantalón.

 

Sasuke observó curiosamente a Naruto por un momento, pero como se había movido de la puerta se figuró que le estaba dando permiso para abrirla así que hacia ella se dirigió. No tardó mucho en hacerlo, la cerradura no era nada complicada y con un solo empujón en el lugar adecuado le bastó para que un ligero «clic» anunciara la apertura de la entrada.

 

Como Naruto aún no se atrevía a aproximársele y estaba muy callado y pálido a un lado, Sasuke le dio un empujón a la puerta para demostrarle que estaba abierta y que ya podía entrar.

 

Naruto finalmente reaccionó al ver esto último. Por un momento, se preocupó que los dos Uchiha estuvieran intentando entrar a su casa para hacerle algo a su pequeña hija y un valor desconocido se apoderó misteriosamente de él: tenía que proteger a Kyoko.

 

Entró a toda prisa a su departamento y comenzó a buscarla. Los Uchiha lo observaban desde la puerta de entrada sin atreverse a entrar, no habían sido invitados y sus modales les decían que no sería correcto. Aunque Naruto había dejado la puerta abierta en su aturdimiento.

 

Por fin, Naruto se paró frente a una puerta en el pasillo de la entrada principal y comenzó a llamar a Kyoko una vez más. Su hija no le respondía pero Naruto seguía insistiendo, completamente seguro que la niña estaba del otro lado.

 

Kei comenzó a pensar que tal vez la cosa Uzumaki se había fugado por alguna ventana u otro lado de la casa dando un salto o algo salvaje propio de todo lo que hacía, y estaba a punto de hacérselos notar a los dos adultos con él cuando unas palabras en voz baja de su tío llamaron su atención.

 

—Parece que te odia demasiado como para aceptar tus disculpas.

 

Sasuke bajó la mirada para apreciar la actitud de su sobrino ante esto. Por un segundo, un gesto de dolor se reflejó en la mirada del pequeño y Sasuke levantó una de sus cejas tomado desprevenido.

 

De pronto, Naruto vio la cabeza del pequeño Kei Uchiha bajo su brazo, frente a la puerta de su hija, y lanzó una rápida mirada hacia la entrada, donde originalmente lo había dejado; ahí vio a su tío aún parado en el marco de la puerta, mirando tan sorprendido como él la osadía de su sobrino.

 

El padre de Kyoko había dejado de tocar la puerta al instante en que lo divisó y seguidamente se hizo un lado. Así que el pequeño Uchiha tomó su lugar frente a la puerta y después de unos minutos en que luchaba por sacar las palabras de su boca se escuchó su voz.

 

—Uzumaki —lo mejor sería decirlo todo de una vez y no pensar mucho en ello, ya después su mente se encargaría de torturarlo debidamente por eso, estaba seguro—. Lo siento. Siento mucho haberte dicho todo lo que te dije y... lamento lo de la salida a casa. No decía nada en serio. Estoy seguro que no necesitas que nadie se apiade de ti para tener hijos o eso —al escucharlo, Naruto estuvo a punto de saltar frente al niño y darle un buen golpe en la cabeza, pero la mano de Sasuke lo detuvo en su lugar. El tío estaba escuchando a su sobrino Kei disculpándose con alguien por primera vez en su vida, deseaba haberse traído una filmadora de la casa—. No... bueno, no es verdad nada de eso. Estoy seguro que hay muchos chicos en la escuela que... bueno, eso... en fin, lo siento, sé que no puedes disculparme ahora pero... espero que con el tiempo... —Kei primero se suicidaría antes de decirle a la cosa Uzumaki que quería ser su amigo. Eso estaba fuera de discusión, apretó su puño frente a la puerta mientras escogía sus siguientes palabras— ¿Volverás mañana a la escuela? —preguntó finalmente.

 

Esperó una respuesta que estaba seguro que no llegaría mientras empezaba a sentirse muy avergonzado de lo que había dicho; aunque un poco aliviado de no haber tenido que decirlo en la escuela donde todos sus demás compañeros lo hubieran escuchado. Podía vivir con la estúpida sonrisa de superioridad que seguramente portaba su tío en ese momento. No sería nada diferente a lo que había tenido que sobrevivir hasta ahora.

 

Pero para sorpresa general, Kyoko abrió la puerta. Su rostro enojado se fijó inmediatamente en Kei Uchiha, y de pronto el otro niño sintió que su rostro se ponía muy caliente.

 

—Oh, puedes estar seguro que mañana estaré en la escuela —y diciendo esto volvió a cerrar la puerta de un sonoro golpe en las narices del Uchiha.

 

Kei no entendía qué había pasado, ¿eso significaba que aceptaba sus disculpas? Mañana iría a la escuela, así que eso significaba que todo estaba bien ahora, ¿no era cierto?

 

Naruto estaba completamente desconcertado por el comportamiento de su hija, mucho o quizá más que Kei Uchiha que se había quedado mirando la puerta como si fuera un enorme signo de interrogación. Lanzó un suspiro desalentado, en realidad no tenía idea de cómo criar a una niña él solo.

 

Sasuke puso una mano en el hombro de Kei y su sobrino volteó a verlo inmediatamente todavía confundido, pero no se dijeron nada. Kei notaba con un poco de alegría —que estaría muerto antes de admitir— que la mirada desaprobatoria que usualmente se encontraba en el rostro de su tío cuando lo miraba a él no se encontraba más.

 

—Muchas gracias por recibirnos de una forma tan inesperada, Naruto —el rubio volteó a ver a Sasuke todavía sin darse cuenta que estaba del todo ahí, parado en su pasillo y que había estado ahí por los pasados cinco minutos—. Vendré a visitarte en otra ocasión. Gracias por todo —una sonrisa en unos labios delgados y muy blancos fue su señal de despedida.

 

Naruto los vio alejarse en silencio y cerrar la puerta de la calle una vez que estuvieron fuera. Iba a correr al teléfono para llamar a un cerrajero para que le cambiara las cerraduras de su casa en ese momento cuando Kyoko salió de su habitación, había escuchado que los Uchiha se habían retirado y se había aventurado a salir.

 

—Papi, ¿puedo usar tu computadora? Es para un trabajo de la escuela.

 

Su padre le hizo que sí con un gesto de su cabeza y Kyoko salió presurosa a la habitación de su padre, donde dejaba su computadora portátil cuando regresaba de trabajar.

 

Naruto estaba preocupado porque no podía entender el comportamiento de Kyoko de ninguna forma. Iría a la escuela. Eso significaba que todo estaba bien ahora, ¿verdad? Eso debía ser, ya que Kyoko le estaba pidiendo usar su computadora para un proyecto de la escuela. ¿Se le había pasado toda la rabia anterior de un momento al otro? Había olvidado a Naruto afuera y un asesino serial había tenido que venir a su rescate para abrirle la puerta... Naruto recordó sus intenciones anteriores y corrió al teléfono a buscar el número del cerrajero. Después de llamarlo se quedó pensando un rato más. Kyoko estaba cada vez más lejos de su comprensión y lo que necesitaba era ayuda inmediata. Cogiendo el teléfono por segunda vez, Naruto comenzó a marcar otro número telefónico. La línea se conectó unos minutos después y la voz de una mujer le contestó del otro lado.

 

—Sakura, soy yo, Naruto. Sobre lo que hablábamos hoy en el almuerzo...

 

*

 

Itachi había llamado a su hijo para desearle las buenas noches y para decirle que regresaría al día siguiente en la mañana a casa y ese día se tomaría el día libre del trabajo. Kei le contó lo que había pasado en casa de los Uzumaki, pero como no escuchó mayor respuesta de Itachi que un «entiendo», se despidió y se fue a acostar al poco rato.

 

Sasuke lo había llevado a cenar de camino a casa a un restaurante en el camino, y aunque no se habían dirigido la palabra en toda la noche, como tenían costumbre, Kei se daba cuenta que la disposición de su tío para con él había cambiado radicalmente. Todavía no sabía cómo adaptarse a ese cambio tan repentino.

 

Sasuke, por otro lado, se pasó toda la noche haciendo planes sobre a dónde llevaría a Naruto la próxima vez que se encontraran, una cena romántica no se le hacía mal para empezar. Tratar de conocer un poco más de sus gustos, sus preocupaciones y todo lo relacionado a su vida. Sonreía para sus adentros cuando se daba cuenta que nunca antes se había interesado por la vida o las preocupaciones de las personas que había conquistado —y habían sido muchas, cada vez que se sentía aburrido y quería pasar el rato con alguien—, pero esa noche cuando vio el rostro preocupado de Naruto, sus gentiles rasgos adoptar una expresión de dolor y tristeza, no pudo contener sus ansias de coger al rubio entre sus brazos y apretarlo contra su pecho susurrándole que todo estaría bien, que él estaba a su lado y nunca dejaría que nada malo lo lastimara una vez más.

 

Quizá se estaba enamorando. Lo cual era algo curioso de pensar, ya que un Uchiha no tendía a enamorarse. Sasuke había visto a todos los miembros del clan Uchiha caer inevitablemente en los lazos de matrimonios comerciales, relaciones arregladas por el bienestar del clan y la falta de amor entre parejas era algo a lo que todos estaban acostumbrados; por alguna razón, tenía la extraña idea que la relación más estable era la de sus padres por la simple razón que su madre idealizaba a su padre a tal extremo que obedecía ciegamente cada una de sus órdenes y Fugaku Uchiha amaba el ser obedecido y admirado por su esposa, mas no por eso la amaba a ella en sí.

 

Por otro lado, la relación de Itachi con la madre de Kei había sido tan fugaz como la de los últimos matrimonios que concertaba su familia en esas generaciones. Su compromiso había durado doce años, mientras que el matrimonio en sí solo había durado dos meses, y el divorcio les tomó todo un año para negociar, tiempo en el cual la mujer de Itachi se encargó de proporcionar el heredero que los Uchiha necesitaban, dejarlo en las manos de su capaz padre y seguidamente enamorarse de otra persona y casarse con ella al año siguiente. Sasuke no estaba muy seguro cómo tomaba Kei el tener una madre que no se preocupaba en llamarlo más que para sus cumpleaños por cinco minutos y que salía en los periódicos en forma seguida de la mano de sus tres nuevos hijos y su nuevo esposo que era un político renombrado en ese momento en el país. Parecía no afectarle hablar de ella, aunque siempre que lo hacía respondía en forma corta y desconocía muchas de las cosas que contaban de ella en los periódicos.

 

El mismo Sasuke, cuando había sido más joven, había estado envuelto en un compromiso con una joven de otro clan —de la cual ya no recordaba el nombre—, casi tan poderoso como el de ellos. Pero ella se había fugado para casarse con un desconocido cuando había cumplido dieciocho años y lo había salvado de romper el compromiso eventualmente él mismo, lo cual habría provocado otro enfrentamiento con su padre. En ese momento de su vida trataba de evitar ese tipo de disgustos por respeto hacia él. Era extraño que a sus dieciocho años lo único que pasaba por la cabeza de Sasuke era buscar una forma para conseguir que su padre se sintiera orgulloso de él y lo tuviera en la misma estima en la que tenía a su hermano mayor y ahora, a sus treinta años cumplidos, lo único en lo que pensaba era cómo hacer para sacar de quicio al mismo padre que por tanto tiempo quiso complacer.

 

Debía admitirse a sí mismo que el hecho de encontrar tan atractivo a Naruto, y que este fuera hombre, lo había entusiasmado tanto igual por la idea que tal relación en realidad enfurecería al viejo Uchiha como nunca habría habido antes comparación.

Pero ahora, después que su emoción inicial había pasado y que había observado a Naruto bajo una nueva luz, se daba cuenta que en realidad quería llegar a conocer al ángel. Buscar gustos en común, tener algo de lo cual conversar o simplemente escuchar su preciosa voz durante toda la noche. Sasuke se acomodó para dormir mientras pensaba entre sonrisas que tal vez ya se estaba haciendo viejo para pensar en cosas como esa. Pero que bien valía la pena dar un último esfuerzo antes de dar a la vida por catalogada en su entereza.

 

*

 

Al día siguiente, Kei se levantó como de costumbre y se puso su uniforme escolar. Sasuke aún dormía así que no se tomó la molestia de despertarlo para llevarlo a la escuela. Tomó algo ligero de desayuno y bajó en busca de su limusina estacionada frente a su edificio.

 

La escuela había vuelto a su curso normal ese día. El habitual grupo de chicas se le acercó a desearle los buenos días y a preguntarle si se sentía mejor. Kei las ignoró como siempre y se dirigió a paso seguro a su salón de clases. Lo primero que hizo al ingresar fue mirar el asiento de Kyoko al final de la clase. La niña Uzumaki estaba sentada conversando con el resto de sus compañeras animadamente, como si nada hubiera ocurrido. Kei la vio desconcertado por unos momentos, pero al notar la mirada del Uchiha sobre ella, Kyoko volvió prontamente la cabeza hacia otro lado.

 

Kei se movió inmediatamente y se fue a sentar a su escritorio. Algunos niños se le acercaron para reportarle que la cosa Uzumaki había llegado temprano ese día y que nadie sabía qué se traía entre manos. Kei descartó cualquier plan de emergencia para la eventual revancha que estaban seguros la cosa Uzumaki llevaría a cabo. Les dijo que no era necesario y les ordenó que la dejaran tranquila de aquí en adelante. Los niños de su bando se quedaron atónitos sin saber qué responder.

 

Pero ante todo pronóstico, parecía que Kei Uchiha estaba en lo correcto una vez más. Kyoko no había mostrado ninguna intención de querer cobrarse la revancha por la última humillación pública a la que había sido sometida, cortesía del bando Uchiha. Había terminado el primer periodo de clases sin que ninguno de los dos bandos mostrara algún interés por continuar sus peleas. ¿Sería posible que finalmente ambos enemigos jurados hubieran puesto fin a sus rencillas para siempre? Nadie lo creía posible, pero la verdad estaba ahí, jalando de sus cabellos para que la vieran.

 

La clase de gimnasia pasó de largo sin que ninguno de los dos mostrara el afán de querer vencer al otro en alguna competencia, sin que se dirigieran palabra alguna de provocación y sin que Kyoko demostrara ninguna satisfacción por haber obtenido menos segundos que Kei en la carrera de cien metros.

 

Para la hora del almuerzo, todos los niños en la escuela desde la sección de primaria hasta la de secundaria al completo observaban expectantes a los dos cabecillas de los bandos, que por tanto tiempo habían desatado una ola de política sucia entre sus camaradas, extrañamente comportarse como dos individuos comunes y silvestres.

 

Ambos se encontraban rodeados de sus compañeros de clase, comiendo sus almuerzos y hablando de cosas insignificantes con el resto de la clase, como si en primer lugar nunca hubiera existido una rencilla y la distribución en dos grupos de comida fuera algo natural para todo el mundo.

 

—¡Había olvidado mostrárselos! —de pronto exclamó una sonriente Kyoko sacando su nuevo celular del bolsillo de su falda— Papá me lo regaló ayer. Ahora podré anotar todos sus números telefónicos y estar en contacto después de la escuela.

 

Los niños en su grupo aplaudieron el nuevo regalo de Kyoko y se contentaron con escuchar cómo la niña les relataba sobre todas las funciones que tenía su nuevo celular. La sección de los Uchiha estaba muy callada escuchando la explicación de Kyoko con cierto interés.

 

—Incluso tiene una grabadora muy conveniente —la sonrisa de Kyoko se amplió hasta límites insospechados diciendo esto último—. ¡Anoche grabé algo muuuuuy divertido! ¿Quieren escucharlo?

 

Los compañeros de Kyoko exclamaron entusiasmados que les gustaría mucho escuchar lo que Kyoko había grabado y que consideraba tan divertido. Nadie se dio cuenta que Kei Uchiha se ponía de pie muy lentamente en su asiento con expresión horrorizada. Bueno, nadie a excepción de Kyoko que no perdía de vista los movimientos de su enemigo de toda la vida.

 

—Está bien. Se los haré escuchar. Pero como mi equipo celular es muy pequeño y no tiene la salida de audio que es capaz de hacer que todos lo escuchemos con claridad, lo conectaré a este cable de audio que causalmente se encuentra bajo mi escritorio —terminó de declarar Kyoko mostrando con un gesto dramático el conector del que había estado hablando.

 

Kei Uchiha no esperó a escuchar nada más. Salió corriendo del salón a toda prisa ante la mirada atónita de todos sus compañeros.

 

—¡Oh, no se preocupen! Uchiha ha tenido que ir a algún sitio repentinamente pero no se perderá mi transmisión. Verán, este cable está conectado con el micrófono de la dirección, por lo que será audible para cada aula de la escuela.

 

Kyoko terminó de decir esto apretando un botón en su celular.

 

—Uzumaki —se comenzó a escuchar la voz de un indiscutible Kei Uchiha por todos los salones, pasillos y corredores de la escuela. Incluso el ruido del sonido de todos los parlantes a la vez asustó a unos cuantos transeúntes que pasaban frente al colegio en esos momentos y que se quedaron escuchando intrigados a qué venía esa transmisión a una hora tan extraña—. Lo siento. Siento mucho haberte dicho todo lo que te dije y... lamento lo de la salida a casa. No decía nada enserio. Estoy seguro que no necesitas que nadie se apiade de ti para tener hijos o eso... No... bueno, no es verdad nada de eso. Estoy seguro que hay muchos chicos en la escuela que...—Kei había logrado alcanzar el patio de la escuela escuchando su propia voz en sonido estereofónico mientras corría hacia la puerta de salida— bueno, eso... en fin, lo siento, sé que no puedes disculparme ahora pero... espero que con el tiempo...

 

No vio su limusina en la entrada pero no se detuvo, tenía que alejarse del ruido inmediatamente. Tenía que alejarse de ese lugar a todo lo que dieran sus piernas o estaba seguro que caería muerto en ese momento. Mientras seguía corriendo sin detenerse, se dio cuenta que había olvidado su propio celular en el salón de clases junto con su maleta y su almuerzo cuando había salido huyendo. No, no huyendo. Los Uchiha no huyen de ningún lugar ni de persona alguna. Cuando había tenido que salir a toda prisa, sí, eso. No había forma de llamar a su chofer para que lo recogiera a esa hora, el tipo no se aparecería en la entrada de su escuela hasta que llegara la hora de regresar a casa, y eso aún estaba a dos horas lejanas de ocurrir. Kei pensó que finalmente ya estaba corriendo y su casa no estaba tan lejos de la escuela, así que hacía allí se encaminó con todo la velocidad que le podía sacar a sus repentinamente cansadas piernas; obviamente estaban cansadas porque de ninguna manera las piernas de un Uchiha temblarían de la forma como lo hacían las suyas en ese momento.

 

*

 

Itachi había llegado a casa después de haber pasado toda la noche afuera trabajando, se sentía cansado y de mal humor. Lo cual nunca era una combinación muy recomendable para cualquier Uchiha, y mucho menos para Itachi Uchiha, que tenía la fama de ser el segundo más orgulloso de todos ellos. Itachi estaba preocupado por la conversación con Kei de la noche anterior. Le había dicho a su hijo que debía disculparse, eso era cierto, pero no sentía que las disculpas que Kei le había otorgado a la niña Uzumaki fueran las más apropiadas para un miembro del clan. Los Uchiha nunca se equivocaban. Algunas veces pecaban de soberbia, debía admitirlo, pero no era algo que pusiera en peligro su prestigio o pusiera en duda su supremacía.

 

Sasuke, su tonto hermano menor, había sido la oveja descarriada de la familia e Itachi había tomado sobre sus hombros la responsabilidad de volver a encarrilarlo. Había hablado con él de todo lo que le molestaba y le había hecho ver que su conducta era inaceptable. Sasuke había entendido pero no se había disculpado ni una vez. Cosa que Itachi admiraba secretamente en él. Sin embargo, había querido congraciarse con su hermano e Itachi lo había puesto al cuidado de Kei, a quien Itachi muchas veces no tenía tiempo de cuidar por su trabajo.

 

Había notado la mutua frialdad e indiferencia con la que se trataban y aunque le molestaba, no había nada que él pudiera hacer para remediarla. Además, le convenía que fuera Sasuke, otro Uchiha, el que se encargara de ayudar a criar a su hijo. Una persona ajena a su clan solo hubiera sido una molestia y, por supuesto, la madre del niño estaba fuera de discusión.

 

Pero había algo que le molestaba acerca del asunto Uzumaki y por un momento se convenció que quizá era su culpa por haberlo obligado a disculparse. Pero muy en el fondo sabía que no había sido eso. Kei también se comportaba de una manera extraña con ese asunto, y había sido él mismo quien había decidido ir a la casa Uzumaki esa noche.

 

Sasuke acababa de despertarse a pocas horas para el mediodía y se acercó bostezando hacia su hermano que estaba sentado en la sala, sumido en sus reflexiones.

 

—Oye —lo saludó sentándose frente a su hermano mayor, Itachi levantó inmediatamente la vista y miró desaprobatoriamente a su hermano y el horario que escogía para levantarse.

 

—Buenas tardes —le devolvió haciendo notar la hora. Sasuke sonrió, hacer enojar a su hermano mayor era casi tan divertido como hacer enojar a Fugaku.

 

—No te escuché llegar —dijo Sasuke estirando los brazos, desperezándose divertido—. ¿Qué hora es?

 

Itachi consultó el reloj colgando de su muñeca.

 

—Las once y... —sus palabras fueron repentinamente cortadas por la aparición de su hijo Kei en la puerta que venía con el uniforme escolar completamente fuera de lugar y casi sin aliento— veinte —concluyó Itachi poniéndose de pie inmediatamente.

 

Kei vio a su padre mirándolo con un rostro aterrador y pensó que si su corazón no se había detenido después de la pequeña maratón que acababa de correr lo haría ahora ante su presencia. Pero no tuvo tiempo de recobrar el aliento. Se quedó petrificado por cinco segundos y seguidamente decidió terminar la carrera hacia la puerta de su cuarto. Todo el tiempo repitiendo en su cabeza «demonios» mientras azotaba la puerta cerrada y se tiraba en su cama cubriéndose con los cobertores de su cama.

 

Sasuke vio a su sobrino, que no parecía haber notado a nadie más que a su padre desde que entrara a la casa, y se quedó perplejo. Kei Uchiha estaba cerca de un colapso total en el momento que había pisado la entrada de su casa. Y lo que era peor, había ido corriendo a encerrarse a su cuarto como si al que había estado viendo hacía unos segundos fuera a Sasuke y no a su idolatrado padre. Sasuke se puso de pie de un salto. Esto era más grave de lo que había pensado.

 

Pero Itachi ya había caminado, apresuradamente, el poco espacio que lo separaba del cuarto de su hijo y al encontrar la puerta cerrada, se había apartado unos centímetros para luego, de una calculada y certera patada, tumbar la puerta hacia adentro. Una vez que la tuvo abierta y lista para dejarlo pasar, el cabecilla del clan Uchiha se adentró al cuarto de su hijo.

 

Sasuke se quedó parado sin poder moverse después de presenciar esto.

 

Itachi se acercó a su hijo quien, después de escuchar la caída de su puerta, quedó petrificado debajo de las frazadas que lo cubrían. Pero no por mucho tiempo, Itachi lo descubrió inmediatamente y tomándolo de los hombros lo obligó a mirarlo a los ojos. Kei estaba demasiado aterrado, sin aliento y débil como para desobedecer. Se quedó mirando los ojos de su padre poniéndose cada vez más pálido.

 

Itachi esperó a que Kei se terminara de calmar, recobrara su aliento y volviera a tomar dominio sobre sí mismo antes de preguntarle con su voz neutral habitual qué era lo que le había pasado. En el interior estaba asustado, temía que algo terrible le hubiera pasado a su hijo y se sentía encolerizado pensando que alguien se hubiera atrevido a infligir el menor daño sobre su precioso heredero.

 

A Kei le tomó sus buenos diez minutos calmarse lo suficiente como para responder a su padre, pero cuando lo hizo, Itachi se quedó más preocupado e inquieto de lo que había estado al entrar en la habitación.

 

—No pienso regresar más a la escuela.

 

*

 

Sasuke vio salir a Itachi de la habitación de Kei su buena hora y media después y lo único que le escuchó decir fue una orden para que se quedara mientras él salía hacia algún lugar.

 

Cuando vio la figura enojada de su hermano salir por la puerta supo que en algún lugar, en un momento muy cercano, alguien iba a morir.

 

*

 

En ese mismo momento, Kyoko Uzumaki llegaba a casa de la escuela y se encontraba con una grata sorpresa. Su abuelo Minato había llegado a almorzar con ellos y se quedaría hasta la cena. Kyoko comenzó a contarle que su padre le había regalado un celular y Minato actuó como si no supiera nada al respecto.

 

Kyoko le preguntó a dónde había ido Naruto y Minato le dijo que había salido a hacer unas compras de último minuto y le había pedido que se quedara para recibir a su nieta.

 

Kyoko se dirigió a su habitación para cambiarse el uniforme justo cuando sonó el timbre de la puerta. Dejó que su abuelo la atendiera y se tomó su tiempo eligiendo su ropa para la tarde. Estaba de muy buen humor desde que se levantara ese día. Había planeado su revancha con mucho entusiasmo y no había podido contener su alegría cuando vio retirarse al Uchiha derrotado. No había vuelto a clases después de eso y Kyoko pensaba optimistamente que quizá se cambiaría de escuela y no tendría que verlo nunca más. Pero lo que más la alegraba de esa idea era el prospecto de que, con su humillante retirada, Kyoko quedaba como completa ganadora de la batalla que había empezado hacía cuatro años. Eso le enseñaría a cualquiera a meterse con Kyoko Uzumaki.

 

Con tales pensamientos en mente, la vengada y contenta Kyoko no tenía idea de la inesperada visita que había ido a llamar a su puerta.

 

Minato abrió la puerta despreocupadamente y se encontró con un hombre muy... peculiar.

 

Le tomó un tiempo reconocer toda la figura de la persona frente a él en su conjunto; tenía un par de alargados y profundos ojos negros que lo distraían poderosamente de hacerlo. Pero con todo se pudo dar cuenta que era un hombre de su misma estatura, quizá unos centímetros más alto —lo cual era increíble en la talla japonesa— tenía el cabello lacio y negro cuidadosamente amarrado en una cola que caía en sus espaldas, vestía un traje impecable completamente negro y llevaba una camisa color gris con una corbata roja, que era lo único de color que llevaba encima. Su piel era pálida y su cuerpo era delgado aunque se podía notar su curvilínea figura a través del traje hecho a la medida.

 

Por su parte, Itachi se tomó el tiempo de fijarse en la figura que tenía frente a él cuando se dio cuenta que en realidad no se encontraba frente a Naruto Uzumaki. Itachi recordaba que el hombre que había venido a hablar con él hacía dos noches no era tan alto como el hombre que tenía frente a él en ese momento. Además, no tenía el cabello tan largo y ciertamente sus ojos no eran tan alargados y azules como los de esta persona que lo miraba examinándolo a su vez.

 

Por un largo momento, ambos hombres se quedaron estudiándose en silencio desde todos los ángulos posibles. Habían pasado cinco minutos en este extraño silencio, sin que ninguno de los dos se diera cuenta, cuando una voz detrás de ellos los sacó de su estupor.

 

—¿Señor Uchiha? —Naruto acababa de llegar con una bolsa de supermercado conteniendo algunos paquetes de ramen y helado para el postre del almuerzo. Cuando al doblar la esquina de su piso y dirigirse a su puerta se encontró frente a Itachi Uchiha, que parecía enfrascado en una especie de plática con su padre, aunque no había escuchado ninguna voz al irse acercando— ¿Es usted? —Naruto parecía desconcertado, y tenía razón de estarlo. Los Uchiha estaban tomando demasiado interés por pasearse en la puerta de su casa últimamente. Aunque debía admitir que la primera visita inesperada había sido de su parte.

 

Itachi vio a Naruto e inmediatamente se volvió hacia él, tomando la postura de los Uchiha y adoptando su mirada más digna. La suficiente como para aterrar a Minato y a Naruto, y para asegurarse que no fuera interrumpido mientras iniciaba su plática.

 

Les contó, de forma cortante y explícita lo que había ocurrido en la escuela con sus hijos temprano ese día y les exigió, no levantó la voz en ningún momento, pero ambos Uzumaki se daban cuenta que tal petición no podía ser más que una exigencia, una disculpa para su hijo.

 

Naruto se puso muy rojo al escuchar lo que Itachi Uchiha le relataba sobre el comportamiento de su hija. Estaba seguro que su adorada princesa no podía ser capaz de lastimar a nadie a propósito y atormentar a otro ser humano hasta hacerlo correr no era para nada algo que se imaginaba que nadie, mucho menos una hija suya, sería capaz de hacer. Seguramente habría un error y así se lo dijo a Itachi. El Uchiha no tomó muy bien el que sus palabras fueran tomadas como calumnias, ya que simplemente no estaba acostumbrado a que la gente desconfiara de lo que decía. Así que le lanzó una mirada mucho más aterradora al petrificado Naruto haciéndole entender que hablaba muy en serio.

 

Naruto se acercó a toda prisa a la puerta y lo invitó a pasar y esperar mientras él hablaba con su hija. Itachi dudó un momento, pero accedió finalmente después que Naruto desapareciera en el interior de la casa.

 

Minato se encargó de hacerlo pasar y lo dirigió a la habitación que usaban como sala. Itachi se fijó en lo reducido del espacio pero no comentó nada, cuando Minato lo invitó a sentarse asintió con la cabeza y luego permaneció con su postura rígida habitual mirando a su acompañante.

 

Minato se sentía nervioso ante la mirada penetrante del Uchiha, pero le preocupaba el giro que había tomado la situación, así que trató de aliviar un poco la atmósfera alrededor del otro hombre.

 

—¿Puedo ofrecerte algo de beber?

 

Itachi negó con la cabeza una vez y luego extendió su mano hacia Minato.

 

—Muchas gracias. Mi nombre es Itachi Uchiha —no sabía de dónde había venido eso. Usualmente la gente a su alrededor era la que se encargaba de presentarlo a otros, él nunca se había visto en la necesidad de presentarse a sí mismo, pero se daba cuenta que esperar tal cortesía de Naruto era en vano, y aunque no quería admitirlo se sentía un poco enojado por el hecho que el hombre frente a él le hablara con tanta familiaridad sin siquiera preocuparse primero por conocer la identidad de la persona con la que hablaba.

 

—Mucho gusto. Mi nombre es Minato Namikaze. Soy el padre de Naruto —como Itachi hiciera un gesto de confusión al escuchar esto, Minato soltó su mano que acababa de apretar y continuó explicándole—. Nombré a Naruto con el apellido Uzumaki en recuerdo de su difunta madre. Una especie de recordatorio de que tenía una mientras lo criaba solo.

 

Itachi asintió con la cabeza comprendiendo.

 

—¿No es demasiado joven para ser el padre de Naruto? —tampoco sabía de dónde había salido eso. Últimamente las preguntas eran lo único que parecía salir de los labios de los hombres de la casa Uchiha.

 

Minato se sonrojó al escuchar esto, y comenzó a frotar un lado de su rostro con su dedo índice mientras le respondía.

 

—Eh, pues... no tanto. Además tuve a Naruto muy joven.

 

Itachi arqueó una de sus elegantes cejas pero se reprimió de preguntar nada más.

 

—Su esposa... —comenzó a decir Minato, pero fue cortado inmediatamente por Itachi.

 

—Soy divorciado —el tono cortante en que le respondió dejó a Minato sin pie a seguir preguntando nada más, así que decidió que por el momento cerraría la boca.

Un ruido a sus espaldas los hizo voltear y se encontraron con Naruto que venía hacia ellos con el rostro preocupado.

 

—Lo siento mucho, señor Uchiha —Naruto comenzó a decir mientras bajaba la cabeza apenado e Itachi se ponía de pie a su lado—. Tenía usted toda la razón y el pequeño Kei merece una disculpa... —dudó un poco antes de continuar—. Y le juro que la tendrá en persona este mismo día —el rostro de Naruto se había puesto completamente rojo—. Pero le debo pedir que por ahora... regrese a casa.

 

Minato se quedó mirando preocupado a su hijo y luego dirigió su mirada a la puerta silenciosa de Kyoko. Itachi vio la expresión embarazada de Naruto y decidió que lo mejor sería retirarse por el momento. Hizo un ademán con la cabeza y se encaminó hacia la salida, con Naruto a su lado acompañándolo.

 

Minato los había seguido unos pasos con los brazos cruzados y se detuvo frente a la puerta de su nieta. Escuchó lo que le habían parecido sollozos ahogados saliendo de detrás de la puerta y volvió a fijar los ojos en su hijo. Naruto tenía los ojos humedecidos después de volver a entrar a la casa.

 

-...-

 

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Me retrasé, pero aquí subo el siguiente capítulo editado. Mañana, espero, el siguiente.

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